martes, 23 de marzo de 1999

La Estrategia Eléctrica

 

Pulso Económico


La Estrategia Eléctrica


Por: Jonathan Heath©


El Poder Legislativo recibió la iniciativa de reformas la Constitución para abrir el sector eléctrico a la inversión privada.  Uno de los puntos clave del debate es la diferencia entre apertura y privatización.  Mientras que la apertura para fomentar la competencia es indispensable, la privatización puede esperar.

En las décadas de los setenta y ochenta hubo una clara tendencia mundial a la derecha, hacia la aplicación de los modelos neoliberales que promovían el uso de las fuerzas del mercado para solucionar la mayoría de los problemas.  Entre estos esquemas, prevaleció el llamado “consenso de Washington”, que recomendaba el saneamiento de las finanzas públicas, la privatización, la desregulación y la apertura comercial como los pilares del cambio estructural que buscaba una economía mucho más eficiente.  Existía el sentir de que si un país como México realizaba estas reformas para utilizar más efectivamente al mercado, sus posibilidades de crecimiento y desarrollo se incrementarían enormemente.

Una de las promesas del consenso de Washington era que con estas políticas íbamos a evitar las crisis recurrentes.  Sin embargo, la devaluación de diciembre de 1994 y la crisis bancaria fueron señales de que éste no era el caso.  Inclusive, fueron tan grave la recesión y demás problemas que sufrimos en 1995, que llegó a manifestarse una aversión a más reformas neoliberales.

La tendencia mundial hacia la derecha se fue desvaneciendo y poco a poco ha sido remplazada por el movimiento contrario, a la izquierda.  La caída del muro de Berlín y el desmoronamiento de los países del bloque socialista fueron elementos catalizadores para la izquierda mundial.  Inicialmente se percibía que estos acontecimientos históricos eran golpes de muerte para la izquierda.  Sin embargo, no fue así dado que sirvió como experiencia y elemento crítico para avanzar en la afinación de las ideas.  Ahora surge una izquierda más pragmática y menos dogmática, que acepta premisas que hasta hace poco eran exclusivas de la derecha.

Por ejemplo, la importancia de las finanzas públicas, la autonomía de las autoridades monetarias y una mayor utilización del mercado (aunque no indiscriminada) son hoy en día elementos básicos de los gobiernos socialistas que han surgido en la mayoría de los países de Europa.  Allí los gobiernos ya no privatizan en función de una ideología partidista, sino por cuestiones prácticas.

Hemos visto un acercamiento de la derecha y de la izquierda, hacia el centro del espectro ideológico.  Cada vez más vemos cómo los extremos se diluyen y se fortalece una ideología que respeta las fuerzas del mercado pero niega su utilización indiscriminada.  Queda claro que el mercado no puede solucionar los problemas más difíciles de la pobreza y la distribución del ingreso, cuestiones que permanecen afortunadamente en la lista de prioridades de nuestra sociedad.

Nuestra experiencia con las privatizaciones es, sin lugar a dudas, mixta.  Mientras existen casos que parecen sumamente exitosos, como acero, terminales portuarias, telecomunicaciones y ferrocarriles, hay otros en los que el proceso parece haber fracasado como la petroquímica, las carreteras y los bancos.  Para algunos, el problema de la privatización fue el proceso corrupto que resultó de la venta o asignación arbitraria a los amigos de Carlos Salinas.  Para otros fue la transferencia de un monopolio público a otro privado. Pero independientemente de cuál sería la conclusión de un análisis serio de la privatización mexicana, la percepción pública es que fue más dañina que benéfica en el sentido de que el bienestar de las familias es hoy menor al de hace apenas unos cinco años.

Sin embargo, existe una evidencia abrumadora de que los casos en que un monopolio se abre a una mayor competencia, obviamente bajo un marco regulatorio adecuado, existe una mejoría notable.  La competencia es un proceso que permite incrementar la oferta con precios más bajos y un uso más eficiente de los recursos.  Inclusive, es preferible tener a 

un monopolio público que uno privado.  Por ejemplo, la mayoría de los casos en que los gobiernos socialistas en Europa han promovido la desregulación de algún sector, ha sido precisamente para fomentar la competencia.
En este sentido, habría que hacer una distinción muy clara en el caso del sector eléctrico mexicano entre la apertura hacia la inversión privada y su eventual privatización.  Lo primero permitiría fomentar la competencia, atraer capital indispensable y así mejorar notablemente el sector, por lo cual sería positivo llevarlo a cabo cuanto antes.  Lo segundo, es aplazable hasta no ver los resultados de la apertura y estar convencidos de que nos convenga.
Todo parece indicar que la sociedad mexicana ya no quiere privatizar por privatizar, es decir, desincorporar empresas simplemente porque está de moda o porque así lo dicta la ideología tecnócrata.  Sin embargo, tampoco deberíamos de ir al otro extremo de evitar la apertura del sector simplemente porque podría terminar en la privatización.  Debemos ser pragmáticos y tomar las decisiones en función de lo que más convenga para fomentar la competencia, reducir las tarifas y obtener los recursos necesarios para la inversión.
En este sentido, la propuesta del gobierno parece sensata.  Empecemos por la apertura del sector a la inversión privada.  En una primera etapa, el gobierno mantiene el control de la red de transmisión y sigue manejando la mayoría de las plantas.  La apertura del sector significa la creación de oportunidades para competir en la generación y venta de la electricidad, lo cual fomenta una mayor oferta y al final de cuentas, mayor bienestar y prosperidad.
La privatización es un paso que se podrá tomar o dejar más adelante, dependiendo de cómo se desenvuelven los hechos.  Esto significa que no tenemos que tomar una decisión hoy en función de los resultados de una discusión ideológica, sino en un futuro en función de si nos conviene o no y con base en resultados concretos.  En otras palabras podemos y debemos ser pragmáticos.

Comentarios, observaciones y críticas al Email: heath@infosel.net.mx


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