jueves, 28 de enero de 1999

El Programa Monetario para 1999

 

Pulso Económico


El Programa Monetario para 1999


Por: Jonathan Heath


El martes pasado 

se dio a conocer el programa monetario para 1999 el cual ratifica la meta de inflación de 13 por ciento.  Había un consenso de que la inflación terminará en 16.5 por ciento.  Ahora que se conoce el programa, ¿cambiara esta expectativa de inflación?
Es difícil pensar que de los últimos cinco hubo un año en que se anticipaba tanto el programa monetario del Banco de México.  Será que hasta el año pasado se había observado una clara tendencia a la baja en la inflación.  Por lo mismo, simplemente esperábamos que el Banco Central ratificara su programa para quedar tranquilos de que seguirían los mismos esfuerzos.  Al romperse esta tendencia, est

ábamos todos a la espera de ver qué iba a anunciar para corregir y mejorar la efectividad de su política.  Finalmente, el martes pasado nos dijeron que simplemente podemos esperar más de lo mismo.
Hasta hace poco estábamos contentos con “más de lo mismo” porque sentíamos que era una política adecuada.  Sin embargo, los acontecimientos del año pasado revelaron algunos puntos muy importantes acerca de la efectividad de la política monetaria.  Primero, lo que realmente contribuyó a la baja de la inflación en 1996 y 1997 fue la apreciación del tipo de cambio.  En el momento en que la moneda presentó una depreciación importante, se revirtió la tendencia.  En este sentido, la política monetaria simplemente iba acomodando las presiones que se presentaban a través del tipo de cambio.  Si había una apreciación, la política acomodaba la presión hacia la baja.  Si había una depreciación, la política acomodaba la presión al alza.  Por lo mismo, nos dimos cuenta de que la política monetaria era casi neutral en términos de su efectividad para abatir la inflación.
Segundo, la política monetaria actual no es muy efectiva ante la presencia de shocks externos.  Entre 1996 y 1997, cuando presenciamos un entorno relativamente estable sin grandes shocks del exterior, la política monetaria contribuía a acomodar una reducción gradual en la inflación.  Sin embargo, ante los shocks del año pasado (que fueron numerosos), nos dimos cuenta que la política perdió su efectividad.  El Banco argumenta correctamente que sin haber apretado más su política de “cortos”, seguramente la inflación hubiera sido aún mayor.  Pero de todos modos, se rompió la relación clara que se observó en 1996 entre la política de cortos y la eventual reducción en la tasa de interés (al revisarse a la baja las expectativas de inflación).  Al final de cuentas, los cortos fueron insuficientes para neutralizar el efecto negativo de los shocks.
Aquí habría que aclarar que es muy difícil instrumentar una política monetaria efectiva ante la presencia de shocks externos, especialmente cuando el gobierno está dispuesto a incrementar los precios de los productos más visibles que tienen una ponderación importante en el índice de precios (por ejemplo, la gasolina y las tortillas).  En este sentido, la sociedad tuvo que pagar un precio elevado en términos de una mayor inflación, por la precaria situación fiscal que sostiene el gobierno federal, es decir, un sistema fiscal altamente dependiente de recursos petroleros.  La falta de una reforma fiscal la seguimos pagando a través de la merma en nuestro poder adquisitivo.
La tarea del Banco de México no es fácil.  Se le está criticando por no corregir su meta de inflación para 1999, que es de 13 por ciento.  A estas alturas existe un consenso unánime de que esta meta es casi imposible de alcanzar.  Recalco unánime, por que hasta las mismas autoridades monetarias (off the record, of course) piensan que no se puede lograr, o bien, que el costo que tendríamos que pagar para poder alcanzarlo es demasiado elevado.  Por lo mismo, el haber sostenido la misma meta les resta credibilidad.
Sin embargo, no pueden corregir la meta nada más porque quieren un número fácil de cumplir.  Primero, al incrementar la meta estarían mandando un mensaje de que se están dando por vencidas antes de iniciar la pelea.  Segundo, una meta mayor casi automáticamente daría lugar a mayores aumentos salariales, contribuyendo a una mayor inflación.
Al final de cuentas, es muy difícil sino casi imposible, limitar la oferta de dinero al grado de forzar el cumplimiento de la meta de inflación.  Si el Banco Central quiere efectivamente abatir la inflación requiere de una mayor credibilidad.  Pero la credibilidad se obtiene en el grado en que cumple sus metas.  Reconocemos que las autoridades monetarias están actualmente atrapadas en este circulo vicioso.  Quizás lo que esperábamos en el programa monetario era una fórmula mágica que nos dijera cómo romperla.
Sin embargo, no hubo tal fórmula mágica.

Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


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