jueves, 24 de septiembre de 1998

La Lucha Contra la Inflación

 

Pulso Económico


La Lucha Contra la Inflación

Por Jonathan Heath


Los esfuerzos por abatir la inflación en México han sido muchos, sin embargo, los resultados han sido pocos.  A pesar de sostener un déficit fiscal pequeño y una política monetaria restrictiva, la inflación no se ha podido abatir.  La ortodoxia no parece ser la solución.

La inflación promedio de México de los últimos 31 años es de 29.2 por ciento.  En ese tiempo, únicamente en 8 años ha sido de  un solo dígito, mientras que en 20 ha sido de dos dígitos y en 3 superior al 100 por ciento.  Sin una inflación parecida a la de nuestros socios comerciales, seguiremos sujetos a la inestabilidad y los problemas que de ella se derivan.

La inflación elevada llegó a México en 1973 cuando Luis Echeverría impulsó una política económica más participativa por parte del gobierno en la economía y se permitió que el déficit público se elevara.  También fue el momento del primer shock petrolero que lanzó presiones inflacionarias por todo el mundo.  De allí siguió una década de mucha inestabilidad que culminó en la gran crisis financiera de 1982.  A partir de ese momento, México buscó una política efectiva para abatir la inflación, pero sin mayores resultados.  El periodo de 1982 a 1987 fue el de la mayor inflación en nuestro país.

Fue hasta 1988, cuando se abandonaron los esfuerzos ortodoxos, que se empezó a abatir significativamente la inflación.  El plan de estabilización combinó elementos heterodoxos de congelamiento de precios con un pacto social para conseguir una clara tendencia descendente en la inflación.  A partir de 1993, después de 20 años, México regresa a una inflación de un solo dígito.

Sin embargo, para poder lograr una inflación baja, se utilizó y se abusó del tipo de cambio como ancla.  Esta política provocó una gran sobrevaluación cambiaria y un déficit demasiado elevado en la cuenta corriente del país, situación muy vulnerable ante cualquier shock que pudiera llegar.  De esta manera, cuando sufrimos ciertos disturbios políticos en 1994, se provocó una devaluación de la moneda y el regreso de las presiones inflacionarias.

En ese momento se decidió utilizar los mecanismos tradicionales (ortodoxos) para abatir de nuevo la inflación.  A través de un régimen cambiario de flotación y una política monetaria de control sobre los agregados monetarios, se buscó combatir la inflación.  De 52 por ciento de inflación registrada en 1995, se logró bajar a 28 por ciento en 1996 y a 16 por ciento en 1997.

En este año las autoridades planearon reducir la inflación a una tasa del 12 por ciento, para tratar de llegar a un solo dígito al final del sexenio.  Se mantuvo un déficit fiscal pequeño y una política monetaria restrictiva en busca del objetivo.  Sin embargo, la volatilidad internacional, producto de una serie de crisis en distintos países, ha producido una depreciación acelerada en el tipo de cambio y un regreso de las presiones inflacionarias.  Ahora, en vez de reducir la inflación en cuatro puntos porcentuales, todo indica que va a terminar por arriba de la observada el año pasado.

No basta con mantener disciplina en las finanzas públicas y llevar a cabo una política monetaria adecuada.  Los inversionistas internacionales no distinguen a los países emergentes que tienen buenos fundamentos, sino que los clasifican por igual.  Todo indica que la ortodoxia vuelve a fallar.  ¿No será tiempo de buscar nuevas fórmulas?

México ha sufrido un aumento en su inflación por asociación, es decir, como nos identifican como un país emergente, somos sujetos a los ataques especulativos al igual que los demás.  Nuestra política cambiaria, que era la solución para evitar las grandes devaluaciones, ahora se ha convertido en parte del problema.  Su misma flexibilidad ha permitido que otros países nos utilicen como cobertura para minimizar su riesgo, ejerciendo todavía una mayor presión sobre nuestra moneda y las tasas de interés.  De continuar la volatilidad internacional, seguirán la depreciación cambiaria y las tasas elevadas.  Esto limitará nuestras posibilidades para crecer y ofrecer a las familias el bienestar prometido.

Una posible solución sería cambiar esta asociación, en otras palabras, buscar que ya no nos clasifiquen como un país emergente, del montón.  Deberíamos aprovecharnos más del Tratado de Libre Comercio que nos da cierta unión comercial con Estados Unidos y Canadá para buscar una unión monetaria.  Si el peso no ha funcionado, una alternativa sería la de utilizar el dólar como mecanismo de pago.  De esta forma eliminaríamos la inflación de una vez por todas.

Otra solución sería la utilización de una regla de convertibilidad como en Argentina.  Después de sufrir más de 30 años una inflación promedio superior al 170 por ciento, ha logrado obtener una inflación de cero en los últimos dos años.


Comentarios, observaciones y críticas constructivas al Email: heath@infosel.net.mx


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