Pulso Económico
El Presidente Ernesto Zedillo nos informó sobre la marcha de la economía desde su óptica. ¿Comparte su mayoría de los mexicanos?
Se puede decir que el Cuarto Informe del Presidente pasó sin pena ni gloria. No fue un foro para hacer anuncios espectaculares ni programas nuevos. Tampoco fue un informe en el que se negaran los problemas principales del país. Desde el principio admitió que tanto el Poder Ejecutivo, como el Legislativo y el Judicial, al igual que los gobiernos, Federal, Estatal y Municipal le han fallado al pueblo, no sólo al permitir la impunidad sino también en no modificar a tiempo las leyes permisivas y fallidas que tenemos. La parte más grave de nuestra crisis actual es la jurídica y por lo menos el Presidente lo admitió abiertamente.
En su análisis del estado actual de la economía mexicana, el Presidente Zedillo no dijo nada que no se haya dicho anteriormente. Quizá el mérito radica en su resumen de los problemas que ha enfrentado y lo que queda por resolver. No obstante, para mi gusto no profundizo en ciertos puntos en los que debió ampliar más. No admitió con la candidez necesaria que en algunos puntos la oposición ha expresado ciertas inquietudes muy validas.
Por ejemplo, cuando entró al terreno de la crisis bancaria actual, habló de los problemas que había presentado la de 1995. Manejó en los mismos términos que hemos oído varias veces que no se podía permitir la quiebra sistémica del sistema bancario. Por lo mismo, se realizaron toda una serie de medidas y programas para resolver los problemas mayores. Entre ellos, hubo programas para resolver el sobreendeudamiento de los pequeños deudores. Finalizó con la afirmación de que el gobierno hizo todo lo que tenía que hacer, llegando a otorgar descuentos importantes a las personas que no podían enfrentar sus pagos.
Sin embargo, los tres partidos políticos, incluyendo al PRI, están proponiendo una nueva ronda de programas de alivio para los deudores pequeños, reconociendo que los esfuerzos iniciales del gobierno fueron insuficientes. Por más que haya hecho el gobierno, todavía existe un reclamo generalizado de que faltó hacer más.
Aunque el Presidente admitió que las iniciativas de ley que se anunciaron dentro del marco de la nueva cruzada en contra de la delincuencia es un esfuerzo tardío, se puso a repasar los procesos penales que han llevado a cabo contra los ilícitos financieros. Mencionó que se han levantado 100 procesos penales en contra de 183 individuos, de los cuales 116 son altos ejecutivos bancarios.
La verdad es que estos números dan pena al compararlos con los esfuerzos realizados en los Estados Unidos como consecuencia de los fraudes financieros que hubo hace 10 años. El Departamento de Justicia de ese país llevó a cabo procesos penales contra más de 30,000 individuos con el encarcelamiento del 97 por ciento. Si el Presidente hubiera enviado hace tres años al Congreso las iniciativas de ley de ahora, seguramente se hubiera podido castigar a más personas y en forma más severa. Es inexplicable que el gobierno haya tardado tanto en darse cuenta que nuestras leyes no sirven y que nuestro sistema jurídico es inoperante.
Algunas personas han criticado al Presidente en su Informe por no haber dicho más acerca de la crisis actual. Simplemente mencionó que es una crisis que proviene del exterior y que estamos en mejores condiciones para afrontarla que hace algunos años. Aquí sí creo que el Presidente dijo básicamente todo lo que podía. Sí es cierto que la economía ha mejorado mucho en los últimos años y sí es cierto que nos encontramos hoy menos vulnerables que antes.
Cuando se presentaron el presupuesto de egresos y la iniciativa de ley de ingresos al Congreso en noviembre del año pasado, existían las condiciones para un mayor optimismo. Las cifras macroeconómicas que mencionó el Presidente son ciertas. El año pasado fue un año extraordinario si lo comparamos con las condiciones prevalecientes en 1995. La caída en el precio del petróleo y la crisis financiera internacional, son factores que cayeron de sorpresa y que están totalmente fuera de control de nuestra política económica.
Por último, se hizo evidente la obsesión (positiva) del Presidente en torno a evitar una nueva crisis sexenal. Nos prometio de nuevo encaminar todos sus esfuerzos y dirigir toda la política económica para dejar atrás el trauma de la crisis de fin de sexenio. Su meta es entregar al próximo presidente el país sin la lacra tan amarga que ha caracterizado el fin de cada mandato en los últimos 30 años.
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