Pulso Económico
La Preocupación por China
Por Jonathan Heath
Los mercados financieros de nuestro país reflejan de nuevo lo que está pasando en el resto del mundo. Ahora la preocupación se centra en lo que puede pasar en China.
La Bolsa Mexicana de Valores ha perdido 30.3 por ciento en lo que va el año. El tipo de cambio se ha depreciado 14.1 por ciento y las tasas de interés a un año han aumentado 7.4 puntos porcentuales durante el mismo lapso. La volatilidad de los mercados financieros ha desatado una ola de pesimismo recrudecido que está afectando nuestras propias perspectivas.
La causa principal de esta volatilidad es la turbulencia que ha arrasado a Asia, la situación precaria de Rusia, la recesión japonesa y la lentitud que éste país ha tomado para aplicar medidas correctivas y la amenaza de una devaluación del yuan chino. Al final de cuentas, como dijo Paul Volcker, el ex Gobernador de la Reserva Federal de Estados Unidos (1979-87) en su visita actual a nuestro país, “la globalización es la globalización”. Simplemente no hay vuelta de hoja.
De todos los problemas que ocurren en el mundo, el que más ha llamado la atención últimamente es el de China. Preocupados por la devaluación del yen japonés con respecto al dólar americano, los chinos amenazan con devaluar su moneda. Si esto llegara a suceder, seguramente observaríamos de nuevo una corrida especulativa en contra del dólar Hong Kong similar a la de octubre del año pasado. Sin lugar a dudas, habría repercusiones en todos los países emergentes y algunos de los países industrializados. Los más pesimistas inclusive hablan de una recesión mundial.
¿Cuál es la situación actual de China? ¿Por qué existe este temor? China tiene como meta de crecimiento este año una tasa de 8 por ciento. Actualmente tiene superávit fiscal, superávit en la cuenta corriente, una deuda externa muy modesta y una tasa de ahorro interno que rebasa el 40 por ciento del PIB. Estos no parecen ser signos de una economía en problemas. Sin embargo, el Primer Ministro, Zhu Rongji, ha admitido que la economía empieza a sentir una desaceleración significativa y que será casi imposible cumplir su meta de crecimiento para el año.
China es todavía un país eminentemente agrícola y una parte importante de la población depende del campo para vivir. Recientemente sufrió la inundación más severa del último medio siglo, que disminuyó 15 por ciento la producción de granos y ha afectado el bienestar de casi 40 millones de personas. Las pérdidas se estiman en casi 5 mil millones de dólares, equivalente a casi 0.5 por ciento del PIB del país. Esto significa que el crecimiento de la producción agrícola para el año será de alrededor de 2.2 por ciento, menos de la mitad del año pasado. Peor aún, ha contribuido a la desaceleración macroeconómica y a incrementar la brecha entre los ingresos urbanos y rurales, lo cual complica aún más los problemas sociales del país.
La desaceleración de la economía significa que el gobierno chino tendrá que suavizar su política económica, especialmente si quiere mantener la estabilidad de su moneda. Dado que disfrutan de una elevada tasa de ahorro y han manejado un superávit fiscal en lo que van del año, los chinos tienen como incrementar sus inversiones en infraestructura y proporcionar ayuda a las víctimas de las inundaciones. Sin embargo, la clave de su crecimiento radica en el comportamiento de sus exportaciones, que es lo que más les esta ayudando a crear empleos.
La tasa de desempleo en China es actualmente muy elevada y podrá llegar a niveles de 18 por ciento si la economía no crece a tasas promedio de 8 a 10 por ciento. Siendo Japón el socio comercial más importante y uno de los de mayor inversión extranjera directa, su recesión y la devaluación del yen han afectado enormemente a la economía china. Las devaluaciones de los otros países asiáticos le han restado mercado y en especial, les ha perjudicado a sus industrias petroquímica, de acero y de construcción de naves marítimas.
Se estima que si el yen llega a niveles de 150 por dólar, el crecimiento de las exportaciones prácticamente desaparecerá y la economía tendrá problemas para crecer a la mitad de su meta de 8 por ciento. Actualmente se han incrementado las presiones sociales y los reclamos por una mejoría en el bienestar de la población.
Para China la solución práctica es la devaluación del yuan. Sin embargo, no cabe duda de que está medida desataría una nueva ola de inestabilidad en una región que se ha caracterizado por su alta volatilidad durante el último año. Preocupado por los efectos en el resto del mundo, el Presidente Clinton obtuvo en su visita reciente la promesa de los líderes chinos de que no acudirían a una devaluación.
No obstante, todo apunta a que China no podrá aguantar mucho tiempo más.
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