jueves, 5 de febrero de 1998

¿Realmente Hemos Superado la Crisis?

 

Pulso Económico


¿Realmente Hemos Superado la Crisis?


Por: Jonathan Heath®


La semana pasada, el Presidente Ernesto Zedillo, junto con cuatro Secretarios de Estado y el Gobernador del Banco de México, fueron a Davos, Suiza, para participar en el World Economic Forum.  Ante el agravamiento de la crisis asiática y la recuperación sólida de nuestra economía, el Presidente tuvo la oportunidad de explicar a la comunidad internacional c

ómo es que México pudo superar la crisis en relativamente poco tiempo.
También hizo acto de presencia en el Foro el Subsecretario de la Tesorería de los Estados Unidos, Larry Summers, quien alabó los esfuerzos realizados por nuestro país.  Dijo que la lección que México brindó al mundo a raíz de su crisis, fue la importancia de reaccionar con oportunidad ante los problemas financieros y asumir el compromiso de consolidar las finanzas públicas.  Obviamente, Summers está muy agradecido con la recuperación mexicana, dado que asumió un riesgo político enorme al apoyar el préstamo jumbo emergente que hizo su país a México a principios de 1995.  Afortunadamente, nuestro gobierno pudo reponerse de la emergencia y liquidar por completo y hasta por anticipado ese préstamo.
Inclusive, el famoso y controversial profesor, Rudiger Dornbusch, habló bien de México y de la capacidad que demostró para reponerse.  Comentó que mientras el primer año (1995) fue un colapso de la economía, el segundo permitió remontar la crisis y en el tercero el país ya estaba creciendo a tasas superiores del 7 por ciento.  A su juicio, los países asiáticos no tienen de qué preocuparse al tomar en cuenta la experiencia mexicana.
Después de un año de crecimiento sólido y de inflación a la baja como tuvimos en 1997, tienen que empezar a sentirse los beneficios de la recuperación en casi todo el país.  De hecho, los aumentos salariales que se han otorgado durante los últimos meses han sido consistentemente por arriba de la inflación esperada, llevando a pensar que deberíamos sentir una recuperación importante en el poder adquisitivo durante este año.
Sin embargo, tenemos que reconocer que si los salarios reales aumentan demasiado rápido, la ventaja comparativa que obtuvimos durante los últimos años empezará a desaparecer.  El Secretario de Hacienda, Angel Gurría, advirtió a los empresarios y sindicatos que deberían mostrar mayor cautela durante este año en torno a las decisiones salariales, justamente para proteger la competitividad del país y asegurar una inflación a la baja.
Hasta ahora la competitividad de nuestras exportaciones se ha mantenido a pesar de que el diferencial de inflación entre México y el resto del mundo no se ha visto compensado por una depreciación similar en el tipo de cambio.  La razón es que el factor principal de nuestra competitividad hacia el exterior es lo que se llama el costo laboral unitario en dólares.  Este es una medida de los salarios ajustado por la productividad y el tipo de cambio.  Durante el año pasado, los aumentos salariales que se dieron no fueron superiores a la combinación de mayor productividad y depreciación cambiaria, al compararlos con el exterior.  Por lo mismo, a pesar de que hubo una apreciación real del tipo de cambio, nuestra competitividad se mantuvo.
El problema es que ahora los aumentos salariales apuntan hacia un aumento en el costo laboral unitario, de manera que podríamos perder competitividad con el exterior y como resultado observar un deterioro más rápido en la balanza comercial.  Si queremos mantener esta competitividad ante los aumentos salariales, tendremos que experimentar una mayor depreciación de la moneda.  Esto significa un aumento en las presiones inflacionarias que podrían neutralizar los aumentos salariales.  Por lo mismo, se puede observar que existe una relación directa entre la valuación de la moneda (y por lo tanto, en nuestra competitividad) y el poder adquisitivo de los salarios.
Esta situación representa un dilema importante para la política económica del país.  No se puede considerar una recuperación genuina de la crisis hasta que el poder adquisitivo de los salarios empieza a reponerse en forma importante.  Sin embargo, la competitividad salarial que obtuvimos como consecuencia de la devaluación de 1994 fue precisamente el elemento fundamental que ayudó al país a salir de la recesión de 1995.  La mayor competitividad produjo el crecimiento acelerado en nuestras exportaciones, que a su vez trajo el incremento en las inversiones y la recuperación en la actividad económica.  Este crecimiento está permitiendo los aumentos salariales, que a su vez amenazan con reducir la competitividad.
Los economistas hablan de una recuperación en términos del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).  Una recesión termina en el momento en que el PIB empieza a crecer por definición.  La crisis la toman como sinónimo de recesión y por lo mismo, al crecer la economía termina la crisis.  Los financieros definen la crisis en términos de la habilidad de pagos.  Si un país muestra dificultades para afrontar sus compromisos con el exterior, entra en crisis.  La crisis se acaba en cuanto se restablece la capacidad de pago.
Sin embargo, la mayoría de la población define la crisis en otros términos.  Para ellos, conceptos como PIB o amortizaciones son abstracciones sin sentido.  La crisis la definen en términos de poder adquisitivo, de falta de oportunidades de empleo digno, de inequitativa distribución del ingreso y de inseguridad de transitar libremente por las calles.  Mientras no se recupere el poder adquisitivo que tenían anteriormente, el pueblo mexicano seguirá sintiéndose en “crisis”.
Esto nos lleva a concluir que la verdadera crisis, no la de los economistas o de los políticos, sino de los mexicanos comunes y corrientes, es estructural y no coyuntural.  Es estructural en el sentido de que no podemos permitir aumentos salariales dado que perjudicarían nuestra competitividad, la cual es el elemento fundamental de la recuperación.  Sin embargo, no podemos hablar de fin de la crisis hasta que aumenten los salarios.  Es un circulo vicioso sin salida fácil.
El poder adquisitivo de los salarios medios llegó a su pico hacia finales de la década de los setenta, es decir, hace 20 años.  A partir de entonces se ha observado una merma continua a tal grado que muchos han cuestionado la efectividad de los cambios estructurales que se han llevado a cabo.  Podremos argumentar hasta el cansancio los beneficios de la apertura comercial, las privatizaciones y el saneamiento de las finanzas públicas, pero si no existe una recuperación en el poder adquisitivo de la mayoría de la población, seremos poco convincentes.
Peor aún, si esta recuperación no se da pronto, el pueblo terminará por perder la paciencia.


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