Pulso Económico
¿Presiones Inflacionarias?
Por: Jonathan Heath®
El lunes pasado, el Banco de México dio a conocer la tasa de inflación para el mes de enero, que fue de 2.18 por ciento. Dado que ya conocíamos la inflación de la primera quincena (1.34 por ciento), podíamos estimar que la inflación del mes se iba a situar entre 2.1 y 2.2 por ciento, por lo que la cifra en si ya se anticipaba. Sin embargo, vale la pena analizarla con más detalle en virtud de que se antoja algo elevada en función de las expectativas del año.
El boletín de prensa destacó que esta tasa es inferior a la de enero del año pasado (que fue 2.57 por ciento), a pesar del hecho de que en esta ocasión los salarios mínimos aumentaron a principios de enero. Hace un año, el incremento en los mínimos se había otorgado un mes antes (en diciembre de 1996), por lo que las presiones inflacionarias en enero fueron menores. Según el Banco de México, esta es una señal muy positiva de que la inflación se sigue abatiendo. Por lo mismo, el boletín destaca que la inflación anual, es decir de los últimos doce meses, descendió de 15.72 por ciento (de diciembre a diciembre) a 15.27 por ciento (de enero a enero).
Este cambio de estacionalidad que destaca el Banco Central no es algo inusual. En años anteriores se ha otorgado el aumento a los mínimos en enero (por ejemplo, 1993 a 1995). Sin embargo, la estacionalidad ha sido un factor relativamente constante a través del tiempo, que nos permite hacer algunas observaciones.
Si examinamos el patrón de la inflación en los distintos meses a través de los últimos 20 años, encontramos que la inflación promedio de enero es aproximadamente 1.85 veces el promedio del año. De una forma u otra, esta relación no ha variado mucho, ya que el promedio de 1977 a 1989 fue de 1.91, mientras que de 1990 a 1997 (excluyendo a 1995) fue de 1.86. Si calculamos el mismo promedio durante los últimos 20 años, excluyendo aquellos en que hubo una devaluación (la cual distorsiona el patrón normal), el factor también es de 1.85 veces.
Claro está que han existido años en los cuales la inflación de enero ha sido muy distinta a su comportamiento promedio. Por ejemplo, en 1982 la inflación de ese mes fue de apenas 0.89 veces el promedio, dado que hubo varias devaluaciones en el transcurso del año. En 1988 sucedió lo contrario, cuando la inflación de enero fue 4.29 veces el promedio, debido a la corrección de precios públicos al iniciarse el programa de estabilización.
De acuerdo con el análisis, si tomamos el factor promedio de 1.85 veces y suponemos que el patrón estacional durante 1998 va a ser similar a la mayoría de los años, tendríamos que la inflación para Diciembre sería de 15.1 por ciento. Aunque esta tasa es ligeramente menor a la del año pasado (15.72 por ciento), está muy por encima de la meta de 12.0 por ciento. Aplicando un rango (equivalente a una desviación estándar), tenemos que la inflación probable para este año debería estar entre 12.9 y 18.1 por ciento.
Sin embargo, la tasa de inflación medida a través de los precios al consumidor no fue tan preocupante como lo fue la tasa del índice de precios al productor (excluyendo el precio de exportación de petróleo), que llegó a 2.58 por ciento. Esta tasa fue excepcionalmente elevada y muchos analistas piensan que podría ser indicativo de una mayor inflación en los meses siguientes. De hecho, con esta tasa la inflación anual rompe su tendencia de 24 meses consecutivos en la que inflación anual iba descendiendo. La inflación al productor de diciembre 1996 a diciembre 1997 fue de 13.66 por ciento, mientras que la de enero 1997 a enero 1998 es de 14.0 por ciento.
Si aplicamos el mismo análisis estacional a la inflación al productor, resulta que esta tasa es consistente con una inflación anual de 19.6 por ciento, lo cual es realmente preocupante. El rango (de una desviación estándar) es de 16.0 a 25.3 por ciento, por lo que aun en el caso de que tomemos el número inferior, resulta que la inflación de enero es consistente con una tasa anual del 16.0 por ciento.
Dado que la inflación al productor de diciembre fue relativamente baja (de 1.08 por ciento), podríamos pensar que la inflación de enero es simplemente un rezago de aumentos que se pospusieron por un mes. Sin embargo, si aplicamos el análisis anterior al promedio de la inflación al productor de los últimos tres meses, no cambia mucho el panorama.
¿Estamos ante un punto de inflexión en el abatimiento inflacionario? ¿Podrá seguir disminuyendo la inflación, aunque a un ritmo menor, o de plano se estancará la inflación en las tasas actuales?
Para poder responder a estas preguntas, tenemos que ir más allá que las simples relaciones estadísticas y examinar los factores que están causando la inflación. Aunque existen muchos elementos que determinan el aumento de precios, todo parece indicar que este año los dos más importantes serán el tipo de cambio y los salarios.
Existe una relación muy conocida entre el tipo de cambio y el diferencial de inflación con el exterior. Sin embargo, esta relación no marca una causalidad y por lo tanto puede verse de dos maneras. Si el tipo de cambio se acelera hará que la inflación interna sea mayor a la externa, o bien, si el tipo de cambio disminuye, las presiones sobre la inflación descenderán. Esta consideración fue fundamental para la estrategia antiinflacionaria salinista, que utilizó el tipo de cambio como ancla para amarrar los precios. No obstante, si la inflación interna es consistentemente mayor a la externa, habrá presiones sobre el tipo de cambio, en lo que se conoce como la paridad de poder adquisitivo.
Una buena parte del éxito en el abatimiento inflacionario en 1997 fue precisamente la estabilidad cambiaria. Sin embargo, si el déficit en la cuenta corriente sigue aumento y los flujos de capital no crecen al mismo ritmo, podríamos esperar una mayor depreciación en este año, que dificultará el panorama inflacionario. Justamente, la depreciación que se observó en noviembre de 1997 y de nuevo en enero pasado, explica en forma importante la mayor inflación observada en esos meses. De la misma manera, la depreciación de enero se dio hacia fines del mes por lo que todavía podríamos anticipar presiones inflacionarias en febrero.
El otro factor decisivo será el de los aumentos salariales, en especial en la medida en que sean mayores a la combinación de inflación esperada y productividad, de tal forma que incidan en el costo laboral unitario del país. Después de un buen año de crecimiento económico en 1997, muchas empresas están otorgando aumentos salariales (muy merecidos) a sus empleados para compensar parte de la merma sufrida en los años anteriores. Sin embargo, estos aumentos podrán disminuir nuestra competitividad en el exterior, provocando un deterioro más rápido en la cuenta corriente y por lo mismo, una mayor depreciación cambiaria.
El tercer elemento que explicará la inflación durante este año es la política monetaria. En la medida en que el tipo de cambio y los aumentos salariales presionan los precios, el Banco de México lo podrá acomodar a través de una política neutral, o bien, aplicar una política más restrictiva para tratar de cumplir con su meta del 12 por ciento.
Sin embargo, todo parece indicar que las autoridades monetarias están más preocupadas por el deterioro del déficit en la cuenta corriente y por un abatimiento inflacionario sostenido, es decir, de mayor plazo. Por lo mismo, no nos debería de sorprender que la mayoría de los analistas empiecen a revisar a la alza sus expectativas de inflación para el año.
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