Pulso Económico
No Hay Quinto Malo
Por: Jonathan Heath®
El martes de la semana pasada se dio a conocer quién seguramente será el quinto miembro de la Junta de Gobierno del Banco de México. Con el nuevo estilo de vacilación y demora que empieza a caracterizar a los nombramientos importantes en el régimen actual, finalmente se designó a Everardo Elizondo Almaguer como Subgobernador interino para terminar el periodo que dejó Francisco Gil Díaz (que termina en el año 2000).
La buena noticia es que no hay quinto malo. Everardo Elizondo es reconocido simplemente como uno de los mejores economistas (si no es que el mejor) del sector privado. Compañero en la universidad de Jesús Marcos Yacamán, otro miembro distinguido de la Junta de Gobierno, Elizondo llega a completar y a complementar la Junta actual con la inteligencia, visión y pragmatismo que lo han caracterizado a través de las últimas décadas.
Habla muy bien de la Universidad Autónoma de Nuevo León el haber producido este dúo de economistas: Jesús Marcos, considerado como el mejor economista mexicano en materia de política monetaria, y Everardo Elizondo, reconocido como un experto en comunicación económica y un crítico muy consistente de la política económica en el pasado.
Sin lugar a dudas, la sustitución de Guillermo Ortiz y Everardo Elizondo en vez de Miguel Mancera y Francisco Gil, no disminuye la capacidad intelectual de la Junta de Gobierno. No obstante, el cambio de dos quintas partes dan un giro interesante a lo que podríamos esperar. Perdemos la experiencia acumulada de dos economistas que le dedicaron una buena parte de su vida profesional al Banco Central. Ganamos una visión más pragmática para enfrentar los retos difíciles que se vislumbran con el cambio de sexenio.
La regla que habíamos observado hasta ahora era la inclusión de un miembro externo al Banco y cuatro que se consideraban internos, es decir, con carrera previa dentro del Banco de México. Desde que arrancó la autonomía en abril de 1994, existió esta combinación. Primero estaba Guillermo Prieto Fortún (que duró poco tiempo), que venía de la Comisión Nacional Bancaria y que nunca había trabajado en el Banco de México. Lo sustituyó Guillermo Güemes, que venía del sector privado y quien todavía le faltan cinco años más para cumplir su periodo de ocho.
Por el otro lado, siempre hubo cuatro miembros con una trayectoria claramente identificada con el Banco. Empezaron Miguel Mancera Aguayo, Francisco Gil Díaz, Jesús Marcos Yacamán y Ariel Buira Siera, cada uno con un mínimo de 10 años dentro del Banco de México. Guillermo Ortiz sustituye a Miguel Mancera, y José Sidaoui reemplaza a Ariel Buira, manteniéndose la regla y obviamente dándole cierto reconocimiento a la carrera de banquero central. Sin embargo, al ocupar Everardo Elizondo el lugar de Francisco Gil Díaz, se rompe lo que parecía que llegaría a ser una tradición. Ahora son únicamente tres miembros que provienen de adentro, mientras que ya son dos que proceden del sector privado.
Existe una ganancia en cuanto a una mayor pluralidad en torno a la visión de la política monetaria. Los que criticaban tajantemente a las autoridades por estar cerradas a las opiniones de afuera y encasilladas en una línea de pensamiento demasiado dogmático, tienen que estar satisfechos con esta modificación. En cambio, los que piensan que la política monetaria es sólo para iniciados y que su complejidad requiere de un conocimiento técnico profundo y muchos años de experiencia, podrían estar desilusionados.
Sin embargo, los votos externos, que pudieran ser decisivos, no son de personas sin conocimiento de causa. Guillermo Güemes no es economista, pero es un ingeniero con estudios de posgrado en la Universidad de Stanford y con amplia experiencia en el sector financiero. No solamente trae consigo la visión de un banquero comercial, sino que además cuenta ya con tres años de experiencia como subgobernador. Dicen que es una persona con ideas propias bien formadas, que no otorgará su voto fácilmente a cambios ligeros.
Everardo Elizondo es un economista de formación ortodoxa con una marcada convicción de que las fuerzas del mercado no son de ignorar. Siempre ha señalado que cualquier acción o política del gobierno tiene que venir acompañada de un estudio de sus efectos secundarios, para asegurar que no vaya a introducir más distorsiones que lo que pretenda resolver. Es un conocedor de primera de la lógica económica y únicamente acepta políticas que la obedecen a fondo.
Por ejemplo, aunque Elizondo acepta la noción manejada por Gil Díaz de que un tipo de cambio libre es por definición un equilibrio y que un déficit creciente en la cuenta corriente es el resultado lógico de una economía en expansión, ha insistido en que si la mayoría de la gente percibe esa situación como un desequilibrio, entonces se debería de tomar en consideración. En otras palabras, cree y entiende los fundamentos económicos, al mismo tiempo que guarda una visión pragmática de la vida real.
Al mismo tiempo, no es un economista de ideas extremas o de un radicalismo monetarista. Por ejemplo, no piensa que un Consejo Monetario sea una solución práctica para nuestro país bajo las condiciones actuales. Ve en él una solución radical que puede servir bajo condiciones de hiperinflación o cuando no existe confianza alguna en las autoridades monetarias. Pero tiene los pies lo suficientemente aterrizados para reconocer que no es el caso del México actual.
Aparentemente, en esta designación el que más pierde es Agustín Carstens, el actual Director General de Investigación Económica del Banco y el primer candidato en la lista de los de adentro para llegar a ser Subgobernador. Por lo mismo, hacia dentro del Banco, el equipo de Carstens y la gente que lo apoya ha de estar desilusionada por haber perdido esta oportunidad para avanzar. Inclusive hay algunos que piensan que Carstens renunciaría al igual que Gil Díaz o que Ortiz lo cambiará a otro puesto menos influyente.
Agustín Carstens es un economista brillante, plenamente identificado con Francisco Gil Díaz. Sin embargo, Gil vio en la designación de Ortiz la terminación de su carrera dentro del Banco. Le quedaba claro que ya no iba ser Gobernador del Banco de México. En cambio, Agustín Carstens es muy joven y a pesar de estas designaciones sigue teniendo toda una brillante carrera profesional por delante. Seguramente Carstens llegará a ser Subgobernador en algún momento dado, aunque sea dentro de algunos años. Mientras tanto, tiene el puesto de economista principal del Banco Central, que no es nada malo, en donde tiene que aprovechar su inteligencia y conocimientos.
En fin, tenemos una Junta de Gobernadores renovada que no tendrá una tarea fácil por delante. Primero, tendrá que absorber la función de la política cambiaria de ser aprobada por el Congreso. Segundo, tendrá que afrontar los retos de un déficit de cuenta corriente que pudiera crecer a pasos peligrosos y un tipo de cambio que se está apreciando rápidamente en términos reales. Seguramente, tendrán que tomar más que una decisión difícil que determinará la transición sexenal y puede ser la diferencia con los últimos cuatro sexenios y su dramática final.
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