Pulso Económico
Los Ajustes Presupuestales
Por: Jonathan Heath®
El miércoles de la semana pasada, la Secretaría de Hacienda anunció un recorte importante al gasto público en atención al debilitamiento de los precios internacionales del petróleo. Ahora resulta que para la mezcla mexicana se estima un precio promedio de exportación dos dólares inferior a lo que se había proyectado en el presupuesto para el año. A nivel de divisas, significa una pérdida de alrededor de dos mil millones de dólares, mientras que para el Gobierno sería una disminución de ingresos de alrededor de 15 mil millones de pesos.
Tenemos que reconocer que sin lugar a dudas los ajustes anunciados son necesarios y que es importante anticipar en vez de reaccionar ante una situación posterior de menores ingresos. Hasta ahora el panorama externo nos había favorecido. Teníamos tres años en que la actividad económica de los Estados Unidos ayudó a absorber nuestras exportaciones, en que las tasas de interés internacionales no habían aumentado, en que había suficiente liquidez en los mercados globales para poder colocar deuda mexicana a mejores plazos y que los precios del petróleo se habían fortalecido. En cambio, el futuro inmediato del entorno externo ya no pinta tan benévolo.
Mientras que durante 1997la economía norteamericana creció alrededor de 3.7 por ciento, se estima una expansión mucho menor para este año. Aunque el consenso gira alrededor de un crecimiento de 2.5 por ciento para 1998, algunos estiman que pudiera ser todavía menor y quedar en una expansión de cerca de 2 por ciento. Como éste es uno de los factores decisivos para nuestras exportaciones, consecuentemente se estima una desaceleración importante en lo que ha sido uno de los motores principales de crecimiento para nuestra economía.
También contribuirá el hecho de que nuestra moneda se está apreciando en términos reales, mientras que las monedas de los países asiáticos se están depreciando. La ventaja competitiva que teníamos a partir de 1995, pasará ahora a estos países. Por lo mismo, después de haber crecido 30.6 por ciento en 1995, 20.7 por ciento en 1996 y 15.0% en 1997, se espera que nuestras exportaciones aumentarán menos de 10 por ciento durante este año.
Al mismo tiempo, el precio internacional del petróleo se está ajustando a los cambios globales en la oferta y la demanda. Varios de los países petroleros están produciendo más (incluyendo nuestro país), mientras que el invierno ha sido menos intenso que en otros años. Hace apenas un año el precio de la mezcla mexicana andaba arriba de los 20 dólares por barril y ahora estamos observando una reducción que supera los 7 dólares. Parte de la caída se ha compensado con un incremento de casi 400 millones de barriles diarios más que hace dos años en el volumen de exportación. Sin embargo, aun así se estima que tendremos un ingreso inferior en más de dos mil millones de dólares en relación al año pasado.
Obviamente, no nos puede gustar el hecho de que nuestros ingresos sean menores. Sin embargo, la realidad nos dice que tenemos que adaptarnos y aceptar las consecuencias de lo que es todavía una dependencia importante del petróleo. De nuevo se tiene que subrayar la necesidad de llevar a cabo la reforma fiscal pendiente, buscando entre otras cosas una reducción de nuestra dependencia fiscal en los ingresos petroleros del exterior.
Tenemos una evasión fiscal crónica en relación a los pagos de los dos impuestos más importantes del país: el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Impuesto Sobre la Renta (ISR). Por lo mismo, el gobierno se ha concentrado en compensar la recaudación a través de tasas muy elevadas en otros impuestos y de precios excesivos en algunos bienes públicos. Por ejemplo, el precio de la gasolina en nuestro país es más de 50 por ciento superior al precio del mismo bien en los Estados Unidos. Mientras que la competencia en ese país obliga a los productores a vender una gasolina de mejor calidad a un precio más razonable, el monopolio mexicano está elevando el precio cada mes. La razón es muy simple: es muy fácil recaudar el impuesto a la gasolina y no podemos evadir su pago.
Otro ejemplo lo tenemos en el desproporcionado aumento que recientemente aprobaron los legisladores para la cerveza y algunos otros bienes. Estamos pagando precios excesivos sobre estos productos como resultado de la incapacidad del gobierno para reducir la evasión fiscal. Es obvia la inequidad que esta situación causa.
Ahora resulta que el gobierno ha permitido que Pemex aumente su plataforma de exportación de 1,350 millones de barriles diarios a casi 1,900 en busca de un mayor ingreso. El problema es que el gobierno se está volviendo más dependiente de los ingresos petroleros para financiar su gasto y por lo mismo, más susceptible a los vaivenes del mercado internacional. Afortunadamente esta dependencia no está a los niveles de 1985, cuando los ingresos petroleros por exportación representaban más del 80 por ciento de la fuente de divisas. Hoy en día, las ventas petroleras al exterior representan menos del 10 por ciento de las exportaciones totales.
Sin embargo, queda claro que ya necesitamos una reforma fiscal integral en vez de los paliativos que hemos visto hasta ahora. Esta reforma no puede limitarse a eliminar el impuesto al activo, reducir algunas tasas del ISR y simplificar los trámites administrativos. Tiene que eliminar verdaderamente los incentivos de la evasión fiscal. Tiene que establecer una cultura de pago de impuestos. No es tarea fácil pero si no lo hacemos seremos permanentemente vulnerables a este tipo de shocks del exterior.
Ante esta situación no es únicamente el erario público el que va a sufrir. Tenemos que tomar en cuenta el efecto sobre nuestras cuentas con el exterior. Tendremos casi 2 mil millones de dólares menos de divisas del exterior con respecto al año pasado por concepto de exportaciones petroleras. Esto significa que el déficit de la balanza comercial podría superar los 5 mil millones de dólares. Si también tomamos en cuenta la desaceleración de la economía norteamericana, junto con una mayor ventaja comparativa de los países asiáticos que buscan exportar a los mismos mercados, posiblemente el déficit podría llegar cerca de los 6 mil millones de dólares para 1998. Esto empujaría al déficit en cuenta corriente a niveles de 14 mil millones de dólares o más para el año, que podría significar más del 3 por ciento del PIB.
El Pronafide marcó el 3 por ciento del PIB como el techo que podríamos permitir y lo preveía para el año 2000. Sin embargo, si llegamos a este nivel dos años antes, tenemos que considerar que nos estamos haciendo mucho más vulnerables a un embate de fin de sexenio. Este significa que el gobierno tendrá que tomar otras medidas de ajuste más adelante si es que quiere evitar otra crisis en la balanza de pagos.
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