jueves, 11 de diciembre de 1997

La Balanza de Pagos

 

Pulso Económico


La Balanza de Pagos


Por: Jonathan Heath


El Banco de México dio a conocer esta semana las cifras de la balanza de pagos al tercer trimestre de este año.  Aunque no hubo sorpresas en su comportamiento ya que los números globales estuvieron muy cercanos a lo esperado, es un excelente registro de lo que está pasando en el país y nos ayuda a entender el comportamiento de la economía en general.  A través de sus movimientos podemos vigilar el crecimiento económico, detectar desequilibrios en ciertos mercados, analizar la calidad de las inversiones y anticipar posibles crisis.

En sí el tamaño del déficit en la cuenta corriente para los primeros nueve meses del año (4 mil millones de dólares), confirma las proyecciones de la mayoría de los analistas, que lo esperan de cerca de 7 mil millones de dólares para el año completo.  Esto representa el 1.7 por ciento del PIB, lo cual es una proporción muy razonable y perfectamente manejable en cuanto a su financiamiento.  A pesar de que representa un crecimiento importante en relación a los niveles de los dos años anteriores (0.8 y 1.1 por ciento del PIB en 1995 y 1996 respectivamente), está todavía muy por debajo de los montos que habíamos observado en 1993 y 1994 (de 5.8 y 7.6 por ciento del PIB).

Este crecimiento no debe de sorprendernos, ya que es el resultado natural de la recuperación económica que se ha venido gestando durante los últimos dos años.  El mayor dinamismo en la actividad económica se refleja en un aumento sostenido de la demanda de importaciones.  De hecho, deberíamos terminar el año con cerca de 110 mil millones de dólares en bienes importados, alrededor de 23 por ciento más que el año pasado y 66 por ciento más que lo que importábamos en 1993, el último año antes de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC).

El crecimiento tan marcado en las importaciones se explica principalmente por la actividad económica, ya que está tiene un componente muy importante de exportaciones.  De hecho, las exportaciones contienen una dosis elevada de bienes importados por lo que el crecimiento de las primeras va acompañado del incremento en las segundas. En 1997 las exportaciones de bienes también deberían de terminar por arriba de los 110 mil millones de dólares, casi 16 por ciento más que el año anterior y 114 por ciento más de lo que exportábamos en 1993, antes del TLC.  De hecho, en 1993 las exportaciones representaban casi 13 por ciento del PIB, mientras que ahora han llegado a ser de alrededor de 27 por ciento.

A pesar de la importancia otorgada a la balanza comercial, éste no es el componente más importante de la cuenta corriente.  Casi siempre ha sido la balanza de servicios factoriales, la parte que corresponde a los pagos de interés que realizamos al exterior como parte fundamental del servicio de la deuda externa.  Aunque pagamos 6.7 mil millones de dólares por este concepto durante los primeros nueve meses del año, más otros 3 mil millones por transacciones relacionadas, la buena noticia es que es ligeramente inferior a lo que fue durante el mismo periodo del año anterior.  Esto es reflejo de la política de la Secretaría de Hacienda de contratar deuda nueva a mayor plazo y menor tasa, utilizándola para liquidar deuda de menor plazo y mayor costo.

Este esfuerzo es importante ya que es un monto muy elevado y representa la erogación más significativa de la cuenta corriente.  Inclusive, una forma de analizar la balanza de pagos es ver cómo financiamos los intereses que tenemos que pagar al exterior, en vez de enfocarnos al financiamiento del déficit en la cuenta corriente.

Los demás servicios, que son básicamente turismo, presentan números muy balanceados, es decir, nuestros egresos son casi iguales a nuestros ingresos por turismo, terminando con un pequeño remanente (superávit) de 50 millones de dólares en lo que va del año.  Estos números reflejan un trabajo muy pobre por parte del gobierno en términos de promoción turística, ya que nuestras playas y demás atracciones son superiores a las de la mayoría de los países.  Sin embargo, no podemos atraer más turismo que el que mandamos al exterior.

En donde sí tenemos un ingreso muy significativo es en los envíos de mexicanos que viven en el exterior a sus familias aquí en México.  Estas remesas familiares representaron una entrada de divisas al país de casi 3.9 mil millones de dólares durante los primeros tres trimestres del año.

En otras palabras, mandamos casi 9 mil millones de dólares al exterior para cumplir con el servicio de la deuda.  Un poco menos de la mitad la financiamos a través de las remesas familiares de braceros; hasta ahora, parte la financiamos con exportación de bienes, aunque esto dejará de aplicarse de ahora en adelante en la medida en que pasamos de un superávit comercial a un déficit; y nos quedan cuatro mil millones de dólares por financiar, que es el déficit en la cuenta corriente.

Aquí es donde entra el superávit de la cuenta de capital, es decir, las entradas de divisas por concepto de inversión extranjera, colocación de bonos en el exterior y demás flujos de capital con el exterior.  En el pasado, cuando teníamos un déficit muy elevado en la cuenta corriente (como en 1993 y 1994), era sumamente importante tener una gran cantidad de flujos de capital hacia el país para poder cubrir el faltante.  Sin embargo, mucho era capital de corto plazo que se iba tan fácil como llegaba.  Por lo mismo, preocupaba no solamente la cantidad sino además la calidad.

En cuanto a la cantidad, los flujos de inversión extranjera son marcadamente superiores al déficit de la cuenta corriente.  Esto nos ha permitido acumular casi 7 mil millones de dólares en reservas durante los primeros tres trimestres del año.

Hoy en día, afortunadamente tenemos una calidad adecuada en los flujos de inversión del exterior, ya que de los 16.5 mil millones de dólares que han entrado al país, 10 mil millones son de inversión extranjera directa que se destinan a ampliar la capacidad productiva del país y a generar empleos.  De hecho, muchos analistas ven la relación de inversión extranjera directa al déficit en la cuenta corriente (que es del 250 por ciento) como uno de los indicadores más sólidos del país.

Según estas cifras, la inversión especulativa que va dirigida al mercado de dinero representa apenas el 6 por ciento del total de flujos, mientras que la que va al mercado bursátil representa el 21.4 por ciento.  La suma de las dos, conocida como la inversión de portafolio, llega a representar el 27.4 por ciento del total (a diferencia de 1993 cuando llegó hasta el 70 por ciento).  Aunque la proporción es baja en relación a los años anteriores, todavía representa un punto de vulnerabilidad importante que debemos vigilar muy de cerca.  En ningún momento deberíamos permitir que este tipo de flujos de capital llegara a rebasar el 30 por ciento.

En suma, las cifras de la balanza de pagos están bien y no representan ningún desequilibrio o problema potencial.  Sin embargo, sí deberíamos estar atentos a las tendencias de la mayoría de los rubros.  Todo indica que el déficit en la cuenta corriente seguirá creciendo y llegará a representar una proporción cercana al 4 por ciento del PIB para 1999, nivel que ya deberíamos de considerar peligroso.  Esto significa que dentro de un año, año y medio a lo mucho, el gobierno tendrá que tomar algunas decisiones cruciales en cuanto a la política económica que serán muy difíciles.  Por ejemplo, aplicar los frenos a la economía justo cuando se asoma el año crucial de las elecciones presidenciales.

¿Tendrá el valor necesario para evitar una nueva crisis aunque implique perder las elecciones?



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