jueves, 20 de noviembre de 1997

El Futuro de la Política Monetaria

 

Pulso Económico


El Futuro de la Política Monetaria


Por: Jonathan Heath


El cualquiera de estos días conoceremos el nombre del nuevo gobernador del Banco de México que sustituirá a Miguel Mancera a fines de este año.  Sin lugar a dudas, es una de las decisiones más importantes que tomará el Presidente en materia de designaciones, ya que no se trata solamente de la conducción de la política monetaria de los próximos seis años, sino que además estará en juego la consolidación de la autonomía del banco central, su credibilidad ante la opinión pública, tanto interna como en el extranjero, y las posibilidades de seguir reduciendo nuestra vulnerabilidad ante probables futuras crisis económicas.

Muchos analistas han señalado que si el Presidente se equivoca y escoge a un abogado o político ajeno a la propia institución y sin vocación de banquero central, no solamente se perdería mucha de la credibilidad que poco a poco ha ido recobrando el banco, sino que además se estaría mandando una señal contraproducente para la confianza en la futura conducción de la política monetaria del País.  Agencias calificadores del riesgo país, como Standard & Poor´s han manifestado que una decisión equivocada podría perjudicar la obtención de una mejor calificación del “riesgo-México” y redituaría en un costo financiero más elevado de la deuda externa.

Se ha señalado que el próximo gobernador tiene que ser alguien que garantice la continuidad de una política monetaria responsable e independiente.  No obstante, existen algunos que ven esta oportunidad como el momento de cambiar la conducción de una política monetaria ortodoxa hacia una de mayor responsabilidad social; participativa en los problemas principales del País, como son la pobreza abrumadora de un parte creciente de la población y una distribución sumamente inequitativa del ingreso.  Afortunadamente, los que comparten esta última opinión pertenecen a una minoría que disminuye cada día, dado que la política monetaria no puede ni debe pretender resolver estos problemas (es algo que le corresponde a oros instrumentos de la política económica).

Aun así, muchos analistas han señalado que se pueden esperar algunas adecuaciones a la política monetaria, dependiendo de quién sea el próximo gobernador.  Dicen a manera de especulación que si es Francisco Gil Díaz, se favorecería una política de caja de convertibilidad al estilo de Argentina o Hong Kong; que si es José Sidaoui, se manejaría un tipo de cambio real estable; que si es Eduardo Fernández, habría cambios radicales, etcétera.  Sin embargo, casi todas estas observaciones son conjeturas sin bases firmes, que no nos dice mucho acerca del futuro de la política monetaria.

Si manejamos el escenario más probable, deberíamos de anticipar que el próximo gobernador es alguien que actualmente es miembro de la Junta de Gobernadores del propio banco.  Ante este supuesto, podríamos adelantar un cambio probable que se podría dar, si no este año que viene, sí para 1999.  Es algo que está muy de moda en los bancos centrales de muchos países y se conoce como “inflation targeting”.  La traducción sería algo como política monetaria por objetivo de inflación

La política funciona a través de un anuncio del banco central de una meta de inflación y el compromiso explícito de cumplirla.  Bajo la política actual, el banco anuncia su meta para el año, pero sin ningún compromiso formal.  Más bien, se compromete a llevar a cabo una política consistente con su meta a través del control en los agregados monetarios.  Los únicos compromisos explícitos son en cuanto al techo de la expansión son del crédito interno neto y al piso de acumulación de reservas internacionales.

En nuestro caso, el Banco de México calcula el crecimiento necesario en la base monetaria para satisfacer la demanda de dinero consistente con una baja en la inflación.  Si en un momento dado no cumple con la meta de inflación establecida, simplemente nos dice que no fue su culpa, dado que se instrumentó una política consistente con su meta y la falla fue por algún imprevisto, un shock externo o simplemente por mala suerte, pero no por mala fe.

En el supuesto caso de que se adoptara la nueva política, dejarían de ser válidas las justificaciones del banco acerca de un incumplimiento, ya que tendría la obligación explícita de realizar los ajustes necesarios para poder alcanzar cabalmente la meta establecida.  Por un lado, es una política rígida, ya que no se permiten desviaciones.  Sin embargo, realmente es una política flexible, dado que el banco puede utilizar cualquier instrumento a su disposición para cumplir su cometido, sin estar atado a una sola posibilidad (como por ejemplo, el suministro de la base monetaria).

Parte del problema que tenemos en México es que nuestra demanda de dinero no es muy predecible, a lo que técnicamente se refiere como una velocidad de circulación inestable.  Esto significa que el Banco de México tiene un pretexto cuando no cumple con su meta.  Por ejemplo, este año la demanda de dinero ha aumentado más de lo que se anticipaba, por lo que el banco ha incrementado la oferta a un ritmo mayor a lo anunciado.  Con el cambio de política, el banco dejaría de notificar sus intenciones en cuanto a la base monetaria y se comprometería explícitamente a cumplir con la meta de inflación.

Aunque esta política ha funcionado con éxito en Canadá, el Reino Unido, Suecia, Australia, Finlandia e Israel, es en Nueva Zelandia en donde se lleva al extremo.  En caso de que su banco central no cumpla con la meta, su gobernador tiene que presentar su renuncia.  Unicamente existen algunas contadas excepciones en donde la desviación de la inflación, en relación a su meta, se explica por un shock externo fuera del control inmediato del banco central.

La instrumentación de esta política sería relativamente fácil para nuestro País, ya que la mayoría de las características ya se han implantado desde hace varios años.  Nada más faltarían los últimos toques y compromisos por parte del banco central.  Todo parece indicar que existe un consenso hacia dentro del banco de que esta política pudiera funcionar y de que conviene al País.  Para aquellos interesados en leer acerca de esta política, les sugiero el artículo titulado “Inflation Targeting: A New Framework for Monetary Policy?”, de Ben Bernanke y Federic Mishkin, publicado en The Journal of Economic Perspectives, Spring  1997, Volumen 11, Número 2.

En unos cuantos días, conoceremos quién será el nuevo gobernador del Banco de México.  En el transcurso del mes de diciembre, seguramente nos dará a conocer un adelanto del programa monetario para el primer semestre de 1998.  De esta manera, se irán despejando las dudas.


Comentarios, observaciones y críticas al Email: heath@infosel.net.mx


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