jueves, 23 de octubre de 1997

Las Preocupaciones Externas

 

Pulso Económico


Las Preocupaciones Externas


Por: Jonathan Heath


(Nueva York)  La recuperación de la economía mexicana ha sido extraordinaria a la luz del golpe devaluatorio tan grande que recibimos hace ya casi tres años.  Tomando en cuenta el nivel de endeudamiento de las familias y las empresas, combinado con el deterioro del ahorro interno y 

la sobredependencia del ahorro externo, muchos analistas extranjeros pensaban que México tardaría todo el resto de la década en recuperarse plenamente.
Sin embargo, hoy en día la actividad económica está creciendo a un ritmo superior al 7 por ciento 

anual; el empleo se está expandiendo a tasas cercanas al 9 por ciento y la producción industrial muestra tasas de crecimiento sostenidas desde hace más de un año.  La inflación mantiene su tendencia a la baja y hoy por hoy se ve factible que el Banco de México logre llegar muy cerca de su meta de 15 por ciento para fin de año.  Las ventas al menudeo, que se encontraban rezagadas, están respondiendo con un crecimiento arriba del 9 por ciento.  Hasta los salarios manufactureros están empezando a mostrar signos de una recuperación incipiente en su poder adquisitivo.
Algunas variables han recuperado sus niveles de 1994 e inclusive los han superado.  Por ejemplo, la tasa de desempleo abierto se encuentra por debajo de su promedio de hace tres años, la producción industrial tardó 22 meses en recuperarse y superar el monto de producción observado en el pico de 1994.  El comercio internacional, tanto las exportaciones como las importaciones, muestran niveles muy por arriba del año anterior a la devaluación.
No obstante, otras variables apenas empiezan a mostrar una mejoría.  Los salarios reales tendrán que crecer bastante por muchos años antes de resarcir por completo el poder adquisitivo.  La construcción y las ventas al menudeo, aunque muestran tasas impresionantes, tendrán que expandirse mucho antes de recuperar por completo el terreno perdido.  Pero resulta importante señalar que a pesar del retraso, estas actividades ya van encaminadas en la dirección correcta.
El préstamo de emergencia procedente del gobierno norteamericano se liquidó por completo y por anticipado.  Los pasivos con el Fondo Monetario Internacional han disminuido a un ritmo mayor al esperado.  La situación financiera de México en el exterior se percibe como muy sana, situación sorprendente si recordamos cómo nos percibían apenas hace un año.
Esta mejoría ha ocasionado que los flujos de capital hacia México sean relativamente elevados, especialmente si consideramos que el déficit en la cuenta corriente no es muy elevado.  Por lo mismo, el tipo de cambio se ha apreciado mucho más de lo que se anticipaba.  Apenas hace un año se esperaba que el tipo de cambio terminara 1997 en un nivel cercano a 9 pesos por dólar.  A principios del año, este consenso se había revisado hacia la baja, a un nivel alrededor de 8.50.  Después de las elecciones, ya se veía un tipo de cambio menor a 8.30 para fin de año, mientras que apenas hace un mes todavía la mayoría de los extranjeros veían el precio del dólar en 8.10 pesos.  Hoy en día, se espera que el tipo de cambio termine por debajo de 8 pesos por dólar, mientras que algunos ya advierten que pudiera terminar en 7.75.
Esta apreciación real de nuestra moneda ha despertado mucha preocupación para el mediano plazo.  Una moneda más fuerte ocasionará un deterioro más rápido en nuestras cuentas con el exterior, aumentando nuestra vulnerabilidad.  Un aumento sostenido en las importaciones fomentará un “boom” en el consumo, debilitando el ahorro interno.  Menos ahorro interno, combinado con un tipo de cambio sobrevaluado, es una combinación no deseada que requiere corrección.  La preocupación en el exterior es que el mercado no va a corregir este desequilibrio mientras la inversión extranjera necesaria siga entrando al país.  Esto hará que el desequilibrio vaya creciendo hasta que llegue a un nivel muy peligroso.  Ya cuando el mercado reconoce la necesidad de una corrección, ésta será muy grande y causará los mismos efectos traumáticos de años anteriores.
Es importante señalar que no todos los extranjeros comparten esta preocupación.  Muchos piensan que el régimen cambiario tiene la flexibilidad necesaria para corregir cualquier desviación antes de llegar a niveles demasiado elevados.  La misma apreciación del tipo de cambio dificultará el crecimiento sostenido de la actividad económica, provocando una disminución en la inversión bursátil proveniente del exterior.  Esto debilitará a la moneda, provocando una corrección automática.  Quizás no escaparemos de las correcciones ocasionales en el tipo de cambio, pero nunca serán de tal magnitud que pudieran provocar una crisis.
Existe una tendencia a comparar el desempeño de la economía mexicana con mercados similares que compiten por la inversión extranjera, como Brasil y Argentina.  En ambos casos, se espera que el déficit en la cuenta corriente llegue a un 5 por ciento del PIB para el año entrante.  En cambio, el déficit de México podría llegar al 2.5 por ciento en 1998, la mitad de lo esperado para Brasil y Argentina.  Esto significa que la vulnerabilidad de nuestros vecinos del sur ante un shock externo es mucho mayor que la existente en México.  No obstante, en Brasil el crecimiento económico se está desacelerando, mientras que Argentina mantiene un ritmo de expansión inclusive mayor al observado en nuestro país.  Por lo mismo, las instituciones financieras se han mostrado renuentes a recomendar una disminución en las posiciones que mantienen en México, ya que a pesar de las preocupaciones, las perspectivas son ligeramente mejores que las alternativas.
En resumen, podemos decir que todavía ven en México la posibilidad de una crisis financiera para el año 2000, último año del sexenio y de elecciones presidenciales.  Pero al igual que existen estas tendencias preocupantes, los mismos inversionistas extranjeros admiten que el gobierno ha disminuido su vulnerabilidad al extender el plazo de amortización de la deuda externa, al instrumentar un régimen cambiario que no garantiza seguridad a la inversión de corto plazo en portafolio y al mantener mejor informado al publico inversionista sobre el desempeño de la economía.
Existe una gran inquietud sobre la designación del próximo gobernador del Banco de México.  En forma casi unánime, piensan que la sucesión marcará la pauta para la consolidación de la autonomía, la credibilidad de la institución y la continuidad de una política cambiaria flexible.  Sin lugar a dudas, coinciden en que la designación de una persona externa al Banco, sin los conocimientos técnicos de la política monetaria, sería una señal equivocada del Presidente de la República.
En conclusión, los inversionistas extranjeros están gratamente sorprendidos de la recuperación mexicana y dispuestos a invertir en un país con buenas posibilidades.  Aunque tienen ciertas preocupaciones acerca del mediano plazo, piensan que todavía estamos a buen tiempo para instrumentar las medidas correctivas necesarias.



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