lunes, 27 de octubre de 1997

La Crisis Asiática y la Globalización

 

Pulso Económico


La Crisis Asiática y la Globalización


Por: Jonathan Heath


CANCUN.  El jueves de la semana pasada amanecimos con la noticia de que el índice Hang Seng de la Bolsa de Hong Kong había disminuido 10.4 por ciento, para acumular una pérdida de 23.3 por ciento a lo largo de los últimos cuatro días.  La reacción mundial no tardó en reflejarse en todas las principales bolsas del mundo.

Primero, hubo las respuestas esperadas en Tailandia, Filipinas, Singapur, Corea del Sur, Taiwan, Malasia, Indonesia y China.  Pero después se resintieron las grandes, cuando Tokio inició el efecto dominó con una caída del 3.0 por ciento en el índice Nikkei 225, inmediatamente seguido por Francfort, con una disminución de 4.7 por ciento en el índice Dax 30; Londres con una pérdida de 3.1 por ciento en le índice Financial Times 100; París con una caída de 3.2 por ciento en el índice Cac 40, y Nueva York con una baja de 2.3 por ciento en el índice Dow Jones Industrial Average.

No era de esperarse que las bolsas de México, argentina y Brasil pudieran quedar inmunes a la actividad bursátil mundial.  Aunque la caída en Nueva York fue motivada principalmente por la venta de acciones de empresas con intereses específicos en Asia, el ambiente de venta se extendió a las acciones de empresas que operan en los mercados emergentes en general. Por lo mismo, el índice de la Bolsa Mexicana de Valores llegó a estar casi 6 por ciento abajo, aunque terminó el día con una caída de 3.3 por ciento.  El índice Bovespa de la Bolsa de Brasil estaba desplomándose en casi 8 por ciento, mientras que el índice Merval de Argentina caía 4.5 por ciento.  También hubo pérdidas en las bolsas de Venezuela, Chile y Colombia.

A pesar de que el índice Hang Seng de Hong Kong repuntó 6.9 por ciento al día siguiente (el viernes pasado), el nerviosismo bursátil continuó, dado que no se ha podido convencer a los inversioniustas de que los problemas asiáticos han terminado,  Por lo mismo, el Dow Jones cayó 1.7 por ciento más, mientras que la bolsa registró una pérdida adicional de 2.7 por ciento.  En los tres últimos días, los inversionistas de la Bolsa Mexicana de Valores han visto una disminución acumulada de 8.4 por ciento en el Indice de Precios y cotizaciones (IPC).

De una forma u otra, hemos estado al tanto de las crisis recientes en la mayoría de los países asiáticos.  Tailandia, las Filipinas e Indonesia tuvieron que recurrir a la ayuda del Fondo Monetario Internacional para solventar los problemas en sus balanzas de pagos y terminaron todos por devaluar su moneda. Después de que Tailandia tuvo que devaluar para reducir su déficit en su cuenta corriente, otros países como Malasia terminaron por devaluar simplemente para mantener la competitividad con los demás países de la región.

Sin embargo, entre todos los países asiáticos, Hong Kong parecía ser la excepción.  Para la mayoría de los inversionistas, este país daba la apariencia de estar por arriba de los problemas que sufrían los demás, en especial por la cantidad tan grande de reservas internacionales y por su capacidad de generación de divisas.


Antes de desatarse la crisis, Hong Kong tenía más de 85 mil millones de dólares en reservas, mientras que sus exportaciones superaron los 180 mil millones de dólares el año pasado (comparado con 96 mil millones de dólares que exportamos nosotros).  El ingreso per cápita de Hong Kong es de 23 mil dólares por habitante, no muy detrás de los Estados Unidos y muy por encima de la mayoría de los países de la región (5.9 veces el ingreso per cápita de Malasia, 8.4 veces el de Tailandia y 23.5 veces el de Indonesia).

En adición a su estabilidad macroeconómica, Hong Kong tiene una política monetaria similar a la de Argentina, es decir, una caja de convertibilidad en la que la base monetaria está respaldada totalmente por dólares.  Al mismo tiempo, casi todos los activos de Hong Kong están puestos en bienes raíces o activos financieros, ambos altamente susceptibles a variaciones en las tasas de interés.

Ahora muchos inversionistas están apostando n contra del Consejo Monetario y de la moneda de Hong Kong, pensando que no durará mucho tiempo en derrumbarse ante las presiones especulativas.

Por un lado, este país tiene con qué defenderse (85 mil millones de dólares).  Sin embargo, el uso de reservas para mantener el tipo de cambio significa una disminución importante en su base monetaria y una reacción casi automática.  La primera reacción de las autoridades monetarias ha sido un aumento en las tasas de interés hasta llegar al 300 por ciento, para tratar de evitar las fugas de capital y el desplome en su base monetaria.

Sin embargo, en el fondo de la crisis está la desconfianza en el gobierno de China, a raíz de la salida del gobierno inglés.  Es una prueba rotunda de la fórmula china de “un país-dos sistemas”, en donde las presiones políticas juegan un papel fundamental.  En sí, una devaluación representaría una falla importante en el sistema financiero internacional, dado que Hong Kong no tiene ningún problema macroeconómico.

Por lo pronto, el efecto inmediato de la crisis ha sido un aumento importante en la demanda de bonos de la tesorería de los Estados Unidos, lo que ocasiona una baja en las tasas de interés.  Por ejemplo, los bonos de 30 años, que normalmente tienen poca variación, bajaron de 6.4 por ciento a 6.3 por ciento.

En general, cuando ocurre una crisis de este tipo, los inversionistas buscan salirse de instrumentos financieros de alto riesgo y moverse hacia una mayor seguridad.  Por lo regular, Estados Unidos es el país que más simboliza esta seguridad.  Esto significa que la amenaza inmediata de aumentos en tasas de interés se pospone hasta más adelante.

Existen muchas lecciones de estos eventos para México.  Primero, debemos reconocer plenamente que la globalización llegó para quedarse.  Pero este proceso no se limita a la interrelación de los mercados financieros, sino también a las propias economías de los países del mundo.  De aquí en adelante, con que un país tenga problemas, su contagio va a ser global.  Esto significa que el papel que desempeñan los organismos mundiales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial tendrá que expandirse y no retraerse en el futuro.  Parece ser que la soberanía empieza a ser cada día un concepto relativo y que su valor irá cambiando con el tiempo.

Segundo, tenemos otro ejemplo de la vulnerabilidad de los consejos monetarios.  Por más que parecen una fórmula mágica para reducir la inflación y mantener la estabilidad macroeconómica, su rigidez y falta de flexibilidad surge como su punto más débil.  Ni siquiera una reserva internacional de 85 mil millones de dólares es una garantía contra los embates de la globalización.

Tercero, dado que somos susceptibles al contagio de crisis financieras provenientes de casi cualquier parte del mundo, más vale reducir nuestra vulnerabilidad a través de un déficit manejable en la cuenta corriente, flujos de capital sanos y de largo plazo y un presupuesto público balanceado. Obviamente, tenemos mucho que perder.


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