lunes, 20 de octubre de 1997

El Debate sobre el Déficit Público

 

Pulso Económico


El Debate sobre el Déficit Público


Por: Jonathan Heath



Parece ser que el tema del mes, dentro del renombrado debate sobre el modelo económico, es el tamaño ideal del déficit público.  El jueves pasado, en su columna “Coordinadas”, Enrique Quintana reflexiona sobre el tamaño óptimo del déficit público, argumentando que deberíamos aprovechar la mejoría de la capacidad de crédito externo para ampliar el déficit público y así, gastar más en programas de erradicación de la pobreza u en resarcir a los damnificados del huracán Paulina.

El mismo día por la noche en la entrega de los premios de Investigación Financiera del IMEF, Miguel Mancera explicó los efectos de una política fiscal expansiva a través de sus diversas formas de financiamiento.  Una expansión del gasto, sin un aumento correspondiente en recursos tributarios, tiene tres formas para financiarse y cada una tiene consecuencias negativas que deben ser consideradas.  Su mensaje central fue dirigido a aquellos que se pronuncian por una ampliación en el déficit y les quiso decir que no es tan fácil, dado que tiene efectos nocivos que podrían complicar más el problema en vez de solucinarlo.

Sergio Sarmiento, en su columna “Jaque Mate”, destaca el hecho de que la aprobación del Presupuesto será este año más política que nunca.  Explica los procedimientos de la aprobación del Presupuesto, en los que le corresponde a la iniciativa de Ley de Ingresos establecer los parámetros globales, en especial el monto del déficit público; mientras que el proyecto del Presupuesto de Egresos deberá determinar en qué se van a gastar los recursos.  Por lo mismo, esto limita el debate en el Congreso a una redistribución del gasto dentro de sus diversos rubros, mientras que el monto del déficit se tiene que tomar casi como un hecho consumado.

Martín Werner, subsecretario del ramo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, divulgó que su dependencia ha calculado que el 1.25 por ciento el PIB es el tope de un déficit sano, que puede ser financiado con recursos públicos sin crear problemas mayores.  De igual manera, Tomás Ruiz, presidente del Sistema de Administración Tributaria, propone un aumento real del 10 por ciento en la recaudación total del impuesto, manteniendo las tasas actuales sin cambio.

Sin entrar en más ejemplos, han sido muchos los que han expresado sus opiniones respecto al tema.  Sin embargo, por más argumentos técnicos y advertencias sobre las consecuencias negativas de la ampliación del déficit, el grupo opositor dentro de la Cámara está adoptando una posición de venganza política y pretende montarse sobre su caballo para demostrar quién es más macho.  Para ellos, es más importante demostrar que el PRI ya no manda, que el bienestar de la población.  Mientras tanto, ¿el país?  Bien gracias.

Primeramente, tenemos que reconocer que nadie puede negar la importancia y la necesidad de ayudar más a los marginados y de establecer más y mejores programas sociales.  Tenemos una de las distribuciones de ingreso más inequitativas del mundo y una población muy elevada, que vive en condiciones de pobreza extrema y muy cerca de ella.  El crecimiento económico ha acentuado estas diferencias, mejorando el bienestar únicamente de una proporción relativamente pequeña del País.

No obstante, esto no significa necesariamente que tenemos que gastar más, pero sí definitivamente que tenemos que gastar mejor.  Un buen gobierno no se va a caracterizar por el monto de su gasto, sino más bien por cómo gasta.  Existe una gran cantidad de rubros dentro del Presupuesto que ni siquiera son necesarios.  Se asigna una cantidad muy importante a la educación, mientras que nuestro sistema educativo es mejor de los casos, mediocre.  No por aumentar el gasto en este rubro vamos a superar estas deficiencias.  Una gran cantidad e las mejoras que puede hacer el Gobierno no está sujeta a un mayor cantidad de dinero.

Segundo, tenemos que recordar que el déficit público implica un gasto mayor este año, que será pagado en los años futuros.  Es un desembolso que si no se paga este año, se pagará el entrante o poco a poco, a través de los años venideros.Sil el Presupuesto actual contiene una asignación elevada a los pagos de intereses, es porque en el pasado se decidió gastar más o, dicho en otras palabras, se decidió adelantar el gasto de hoy.  Sin embargo, ¿de qué sirve adelantar el gasto, si va a ser un gasto ineficiente?

Antes que nada, el Gobierno tiene que demostrar una mayor responsabilidad en su gasto.   A mí, en lo particular, no me importaría pagar más impuestos si es que me pudieran garantizar un uso eficiente de esos recursos. Pero cuando leo en los periódicos sobre los escándalos de corrupción, las cuentas millonarias de funcionarios públicos en el exterior, la impunidad extendida y los privilegios que se auto otorgan los políticos, se me quitan las ganas.  Cuando analizo el sistema educativo que tenemos, me dan ganas de llorar.  Después me entero de que los funcionarios del IFE se auto aumentaron los sueldos.  Los funcionarios de Hacienda reciben bonos en función de la recaudación.  Miembros del Municipio de Acapulco fueron sorprendidos guardando despensas.  Dudo que necesite poner más ejemplos.

Ahora resulta que la Cámara quiere aumentar el monto del déficit público.  Parece ser que lo que quiere hacer es premiar al Gobierno con más recursos de la población por el despilfarro de años anteriores, dado que se quiere financiar el mayor gasto a través de un déficit más grande. No solamente lo tendremos que pagar nosotros los ciudadanos, sino también en el futuro nuestros hijos.

Hoy en día, uno de los rubros más elevados del gasto público es el del servicio de la deuda.  Si queremos disminuir la proporción del gasto del año en curso, que va a pagar el gasto de años anteriores, tenemos que disminuir el déficit.  Deberíamos mantener un Presupuesto balanceado, no únicamente por los efectos macroeconómicos expuestos, sino también por asumir una mayor responsabilidad hacia las generaciones futuras.

Debemos reconocer que el País ha sufrido problemas serios de deuda desde que nacimos como República, hace ya casi 175 años.  Como consecuencia hemos sufrido decenas de suspensiones e pagos, renegociaciones de deuda y crisis financieras, todas como consecuencia de la falta de responsabilidad que ha demostrado el Gobierno en el manejo de los recursos públicos.  Siempre hemos visto que cuando se recurre a un déficit disminuye la eficiencia del gasto.

No se vale, por un lado, quejarse de la apreciación de la moneda; mientras que por el otro, estemos proponiendo aumentar el déficit, aprovechando la mejoría de la capacidad de crédito externo.  Un mayor déficit financiado por recursos externos provocaría una mayor apreciación de la moneda.

No se vale, por un lado, criticar al Gobierno por corrupto e ineficiene; mientras que por el otro lado, estemos a favor de que realice más gasto.  Si existe ineficiencia, un mayor gasto la hará mayor.

Antes de estar a favor de un déficit público elevado, debemos pensar bien en las consecuencias.  Este déficit no es la mejor forma de ayudar a nuestros compatriotas más necesitados.


Comentarios, observaciones y críticas al Email: heath@infosel.net.mx


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