lunes, 30 de junio de 1997

La Competencia y el Consumidor

 Pulso Económico


La Competencia y el Consumidor


Por: Jonathan Heath®


Hoy en día el uso de la tecnología es mucho más intenso que antes.  Inclusive para un trabajo rutinario de oficina, dependemos de muchas cosas que tienen relativamente poco tiempo de existir.  Como muchos de ustedes, nos pasamos mucho tiempo frente a la computadora, escribiendo artículos, examinando cifras, analizando tendencias y revisando información en general.  Como parte del mismo proceso, imprimimos documentos, consultamos a un sistema de información como Infosel, hablamos por teléfono y de vez en cuando escaneamos algunas imágenes.  Recibimos y mandamos faxes y emails muy seguido y a todas partes del mundo.  Todo con la ventaja de la tecnología moderna que se ha desatado a una velocidad impresionante durante los últimos diez años.

Afortunadamente, tenemos acceso inmediato a esta tecnología y a precios accesibles por ser un país abierto.  Hace apenas unos diez años no podíamos tener ni siquiera un buen aparato de música, dado que no se permitía su importación.  Sin la apertura, mucho de lo que hacemos hoy en día sería mucho más difícil o inclusive, imposible.  La apertura nos ha permitido tener una variedad más amplia de productos y a mejores precios.  Los ganadores son, sin lugar a duda, los consumidores.

Todo el equipo moderno que utilizamos a diario, que necesitamos para ser competitivos, requiere de electricidad.  Hoy en día, cualquier trabajo o casa requiere y consume más electricidad que apenas hace unos años.  Sin embargo, muy frecuentemente se interrumpe la energía y todo queda paralizado.  Como consecuencia de los apagones, nuestro trabajo se ve no solamente interrumpido, sino que además se pierde productividad.  Parece ser que fluctúa por zonas, dependiendo del mantenimiento y el estado físico de las instalaciones.  Pero no cabe duda que en ciertas partes de la ciudad pasa muy a menudo.  Aunque por un lado la apertura nos permite mejorar nuestra competitividad en algunas áreas, por el otro, el estado tan deplorable de las instalaciones de electricidad nos lo resta.

Hace falta una gran inversión en la capacidad de generación eléctrica del país para poder tener acceso ininterrumpido.  Sin embargo, todo apunta a que el gobierno no tiene la disponibilidad de recursos.  El problema radica en que le hace falta la competencia a la Comisión Federal de Electricidad y por lo mismo, el consumidor es el que pierde.

Hace un par de décadas era muy difícil conseguir una línea telefónica.  Si uno no conocía a un amigo o pagaba una mordida, la espera promedio para una línea rebasaba los diez años.  Hoy ya tenemos un rápido acceso a nuevas líneas y con una tecnología mejor, de fibra óptica.  La privatización de Telmex permitió una gran inversión en esta mejoría que nos permite ser más competitivos.  La competencia entre las nuevas compañías de larga distancia está reduciendo los costos para el usuario.  Al final de cuentas, el consumidor fue el ganador.

Hace apenas unos cinco años, la programación para televisión a que teníamos acceso era muy pobre.  Teníamos un noticiario que carecía de credibilidad y crítica y que dominaba el rating.  Los espacios para los anuncios eran muy caros y manejados a su antojo por el casi monopolio que existía.  Otra vez, el perdedor era el consumidor.

Sin embargo, cuando se privatizó Televisión Azteca y empezó la verdadera competencia, empezaron las mejorías de inmediato.  La introducción de un noticiero fresco, creíble y con ideas novedosas, arrancó la mayor parte de la audiencia en poco tiempo.  La introducción de programas novedosos como Ventaneando, Te Caché, Ciudad Desnuda y A Quien Corresponda, empezó un esfuerzo por parte de todos para mejorar sustancialmente la programación propia.  La misma competencia ayudó a innovar un sistema de ventas para espacios comerciales sobre la base de resultados, es decir, en función de la audiencia garantizada.  El resultado son más espacios comerciales a mejores precios, mejor programación y más variedad de dónde escoger.  El ganador es el consumidor.

La privatización no es necesaria para mejorar la administración de una empresa.  Un funcionario público bien preparado y honesto puede hacer tan buen trabajo como un empresario del sector privado.  El problema radica más bien en la disponibilidad de recursos y en la competencia.  En el caso de Telmex antes de su privatización, se podía observar que era una empresa que generaba muchas utilidades.  Sin embargo, estas utilidades iban a la caja del sector público en donde existían muchas necesidades de gasto.  Por lo mismo, se fue atrasando tecnológicamente y llegó a ofrecer un servicio muy ineficiente.  Cuando se privatizó, el gobierno negoció que la empresa tendría que realizar unas cuantiosas inversiones para mejorar su servicio.  Al mismo tiempo, la competencia de larga distancia obligó a Telmex a mejorar su servicio para no tener la imagen de una empresa ineficiente.

Hasta ahora la única privatización que no ha funcionado a plena capacidad es la del sistema bancario.  Es un negocio complejo en el que se necesita una habilidad y conocimiento administrativo avanzado del que carecemos en México.  El desarrollo en el servicio no ha sido parejo y todavía muchos bancos no han podido mejorar su imagen.  El problema de la cartera vencida ha encarecido el crédito para los usuarios cumplidos.  Sin embargo, con muchos problemas y contratiempos, se ve que el sector bancario terminará por salir adelante.

La lección es que la privatización parece ser un vehículo eficiente para inducir una mayor competencia y ofrecer a los consumidores mejores productos, con más variedad y más baratos.  Sin embargo, es necesario realizar este esfuerzo con cuidado para no repetir los errores asociados con la privatización bancaria.

Necesitamos ser más eficientes para poder ser más competitivos.  Si otros países pueden ofrecer electricidad sin apagones, ¿por qué no lo podemos hacer nosotros?  Si el gobierno no lo ha podido hacer, ¿no será tiempo de privatizar a la Comisión Federal de Electricidad?  Al final de cuentas, el ganador es siempre el consumidor.

¿Quién es el consumidor?  Somos todos los que compramos bienes y servicios.  Somos todos los empresarios que requieren de insumos.  Somos todos los mexicanos.




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