jueves, 5 de junio de 1997

Financiamiento del Desarrollo

 Pulso Económico


Financiamiento del Desarrollo


Por: Jonathan Heath®


Al evaluar cada una de las plataformas electorales de los principales partidos políticos y compararlas entre sí, independientemente de si estemos de acuerdo o no, tenemos que reconocer que la que tiene la mejor presentación es la del PRD.  Hace un diagnóstico de la situación actual, describe sus objetivos claramente y propone líneas explícitas de acción.  En el mismo sentido, la que carece más de substancia y presenta solamente unos enunciados vagos y genéricos, es la del PRI.  Sorprende esta afirmación, ya que en el pasado era justamente lo contrario.

Sin embargo, no sucede así con el documento que contiene el Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo (Pronafide), presentado anteayer al público por el Secretario de Hacienda, Guillermo Ortiz, y el Presidente de la República, Ernesto Zedillo.  En lo que podríamos tomar como un esbozo de la política económica de esta administración para los siguientes tres años, encontramos un programa bien hecho, con contenido específico y metas explícitas.  Las diferencias entre éste y la plataforma electoral del partido oficial es abismal.  No obstante, el Pronafide es una propuesta de política económica del Poder Ejecutivo para el resto del sexenio, mientras que la plataforma electoral del PRI es una propuesta para la evaluación del público antes de que emita su voto en torno al Poder Legislativo.

En sí, el Pronafide no es una propuesta integral que pretenda substituir al Plan Nacional de Desarrollo (PND) que se presentó en mayo de 1995.  Más bien, es un complemento que trata de enunciar específicamente la estrategia financiera y la política económica necesaria para lograrlo.  En este sentido, no trata de detallar en qué se va a invertir o gastar, ni cómo se pretende llevar el desarrollo del país, sino únicamente de exponer los esfuerzos que realizarán para financiar este desarrollo.

Contiene algunos puntos muy positivos que bien vale la pena comentar.  Reconoce explícitamente que uno de los problemas fundamentales del país son las crisis recurrentes y pone como uno de los objetivos centrales llegar al final del sexenio en buenas condiciones, sin desequilibrios desastrosos.  ¿De qué sirve obtener tasas elevadas de crecimiento en la actividad económica si al final de cuentas caemos cada vez en una nueva crisis?  Desde hace tiempo, en este mismo espacio hemos subrayado la importancia de resolver la crisis sexenal ahora.  Tenemos tres años para hacer todo lo necesario, siempre y cuando empecemos desde hoy.  Sin embargo, si nos esperamos al año 2000, sin apuntar nuestros esfuerzos en esa dirección desde antes, será muy difícil evitar un desastre de nuevo.  En este sentido, debemos aplaudir el hecho de que este sea uno de los objetivos centrales.

La siguiente cuestión que vale la pena comentar es que el punto medular de esta estrategia es la generación de empleos.  La estabilidad macroeconómica, el abatimiento inflacionario, el incremento en el ahorro interno, la complementariedad del ahorro externo, los esfuerzos por mejorar la inversión y las demás políticas mencionadas son los medios que se pretende utilizar a fin de aumentar la capacidad de la economía para generar empleos productivos.  Al final de cuentas, ¿de qué sirve crecer si no se traduce en más empleos?  ¿De qué sirve obtener un empleo sin la seguridad de mantenerlo cada vez que existe otra crisis?

Lo que necesitamos son empleos.  Empleos productivos.  Empleos bien remunerados.  Empleos dignos.  Empleos a la altura no solamente de nuestras necesidades sino también de nuestras posibilidades.  Como sociedad le exigimos a nuestro gobierno que emplee todos sus esfuerzos en aumentar y mejorar el empleo para todos.  Lo demás pasa a segundo plano.

Es evidente que aunque no se abandona la necesidad de abatir la inflación, el programa no muestra la obsesión enfermiza de que lo han acusado en repetidas ocasiones.  Las metas para aminorar la inflación son modestas al proponer una reducción de apenas 2.5% anual.  No obstante, no se pierde de vista la importancia de la estabilidad económica como eje fundamental para promover un crecimiento sostenido y sustentable.  El abatimiento inflacionario es un instrumento para mejorar el bienestar de la población, más no un fin en sí mismo.

El medio más importante con que cuenta el gobierno para lograr sus objetivos es la generación de un mayor y mejor ahorro.  Después de un diagnóstico bien elaborado, llega a la conclusión de que una de las causas fundamentales de las crisis económicas ha sido el deterioro del ahorro.  Asimismo, para asegurar una mayor generación de empleos, es necesaria más inversión, que desde la perspectiva de las cuentas nacionales es igual al ahorro.  En este sentido, si se logran las metas de ahorro trazadas en el programa, deberíamos abandonar el ciclo de crisis recurrentes y crear los empleos necesarios.

Destaca el hecho de que el incremento en el ahorro propuesto no está concentrado en un solo lugar.  Más bien, se propone incrementar todos los componentes de ahorro, diversificando las fuentes para poder enfrentar mejor cualquier contingencia.  No obstante, por ser el componente más importante por su monto, el ahorro interno privado es el que sobresale y dentro de éste, el nuevo sistema de pensiones constituye el elemento central.

En este sentido, llaman la atención las recientes declaraciones de Cuauhtémoc Cárdenas acerca de las AFOREs.  El sostiene que toda la población afiliada al Seguro Social debería de rehusar cualquier AFORE y dejar sus depósitos en el Banco de México, para después desmantelar el sistema.  Sin embargo, si él realmente cree que tiene posibilidades presidenciales en el año 2000, le conviene tener el sistema de pensiones en marcha, ya que generará un aumento sustancial en el ahorro interno.  De funcionar, podría asumir el poder ante una economía reforzada sin mayor peligro de una crisis económica.  Son varias las declaraciones parecidas del Ing. Cárdenas que realmente preocupan.

Por último cabe mencionar el papel que juega el ahorro externo en el programa.  Se pone una meta del 3% como proporción del PIB en el déficit en cuenta corriente para el año 2000.  Sin embargo, más que meta se debe interpretar esta cifra como techo.  El ahorro externo es un complemento al interno, más no un sustituto.  En la medida en que se incrementa podría aumentar de nuevo la vulnerabilidad de la balanza de pagos y alentar el consumo en perjuicio del ahorro interno.

En principio, parece ser un buen programa.  Sin embargo, lo continuaremos analizando.




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