lunes, 9 de junio de 1997

El Programa de Contingencia

 Pulso Económico


El Programa de Contingencia


Por: Jonathan Heath


El Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo (Pronafide), presentado al público la semana pasada, parece ser un buen intento por parte del gobierno para estructurar sus intenciones de política económica durante los siguientes tres años.  Ya dejando atrás lo que fue básicamente una política de manejo de crisis, el gobierno se está enfocando plenamente a mejorar el empleo e incrementar el ahorro del país para así enfrentar los retos principales de los siguientes años.  Hoy en día se está preparando para minimizar nuestra crisis tradicional del año 2000, lo cual es fundamental para cualquier intento de desarrollo en este país.

No obstante, tenemos que recordar que hubo un intento similar el sexenio pasado, aunque se dio en circunstancias diferentes y bajo un enfoque distinto.  Es importante recordar esa situación para ubicar las posibilidades del Pronafide y evaluar bien las posibilidades de evitar los errores del pasado.

En 1992 ya había un crecimiento importante en el déficit de la cuenta corriente y se manifestaban evidencias de una moneda sobrevaluada.  El gobierno veía esta situación como pasajera, dado que la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC) iba a crear una plataforma para incrementar las exportaciones y atraer mayores flujos de capital.  También existía la esperanza de que el TLC podía ser nuestro pasaporte para obtener el famoso y tan codiciado grado de inversión por parte de las empresas calificadoras, como Standard & Poor’s.

Sin embargo, todavía existía mucho por negociar dentro del TLC y no se tenía la seguridad plena de que todos los países involucrados lo ratificarían.  Por lo mismo, el gobierno instrumentó una política monetaria restrictiva para desacelerar el ritmo de la actividad económica, con la intención de reducir el crecimiento de las importaciones y atraer más capital del exterior.  En sí, esta estrategia funcionó ya que el déficit de la balanza comercial dejó de crecer durante 1993 y produjo un pequeño respiro a un desequilibrio fundamental que teníamos en aquel momento.

Cuando se terminaron las negociaciones del TLC existía cierto temor de que podría ser rechazado por parte del Congreso de los Estados Unidos.  Dado que muchas de las esperanzas del gobierno mexicano estaban fincadas en su aprobación, las autoridades decidieron instrumentar una política de contingencia para afrontar esta posibilidad.  El rechazo podría promover una retirada importante en el movimiento de los flujos de capital, provocando una devaluación y consecuentemente una recesión.  Pero el voto estaba programado para unos 8 o 9 meses antes de las elecciones presidenciales de 1994 y ello significaba que ya no se podía mantener la política restrictiva por mucho tiempo.  Había que asegurar un crecimiento económico adecuado en 1994 para que el partido oficial pudiera asegurarse la victoria en las urnas.

Por lo mismo, el gobierno adoptó una serie de medidas encaminadas a resolver esta contingencia.  Punto central de esta estrategia era la acumulación de mayores reservas internacionales para afrontar un déficit en la cuenta de capital.  No solamente el Banco de México, sino también la Secretaría de Hacienda empezó a acumular divisas, apartándolas en una cuenta especial llamada Fondo de Contingencia.

Finalmente se aprobó el TLC en noviembre de 1993 y no hubo la necesidad de utilizar las reservas ni los recursos depositados en el Fondo.  Inclusive, durante la mayor parte de 1993 se mantuvo la entrada de capitales al país, en buena parte como resultado de la política restrictiva que mantuvo tasas de interés atractivas para los inversionistas extranjeros.  Al conocer la noticia de la aprobación del TLC, hubo una acumulación de reservas internacionales todavía mayor, llegando a su pico en febrero de 1994.

Como resultado de ello, cuando ocurrió el brutal asesinato de Luis Donaldo Colosio en marzo de ese año, el gobierno se encontraba en una situación relativamente cómoda ya que la estrategia de contingencia para afrontar un posible rechazo del TLC, sin querer lo había preparado para esta situación.  Muchas de las decisiones de política en aquel momento, correctas o incorrectas, fueron influenciadas por el hecho de que existía un monto elevado de reservas y había un Fondo de Contingencia.  Al final de cuentas no resultó suficiente.  Fue más fuerte la tradición y tuvimos nuestra crisis de final de sexenio.

¿Existe algo de esta experiencia que podamos utilizar para evaluar el Pronafide?  Creo que sí.  Podemos evaluar la política económica utilizada en aquel momento y examinar las diferencias con las intenciones del programa actual.

Primero, la instrumentación de una política monetaria restrictiva no es adecuada.  Dado que existía un desequilibrio fundamental en la balanza de pagos, se necesitaba reducir el déficit externo en forma permanente.  Sin embargo, la política monetaria únicamente fue un paliativo, ya que produjo aumentos en la tasa de interés, redujo la inversión productiva interna y atrajo mayores montos de capital del exterior.

Segundo, la constitución de una mayor reserva de divisas tampoco fue adecuada dado que simplemente se utilizó para sustituir la falta de entradas de capital durante 1994, sin corregir el desequilibrio.  Acabando las reservas, vino la devaluación.  La decisión de evitar una devaluación en abril de 1994 por la proximidad de las elecciones y sus posibles efectos sobre la crisis bancaria, resultó ser la clave para inducir una maxidevaluación posterior.  En su lugar, la Secretaría de Hacienda se puso a emitir Tesobonos como loca y a incrementar la expansión del crédito interno del Banco de México.

Hoy en día existen algunas diferencias básicas con la estrategia sostenida hacia finales del sexenio pasado.  Primeramente, en esta ocasión se está implantando un plan explícito tres años antes de la posible crisis del 2000, a diferencia de una estrategia iniciada apenas un año antes de la crisis de 1994.  Segundo, en el sexenio pasado se subestimaron los efectos nocivos de un déficit externo tan elevado, mientras que ahora se quiere poner un techo máximo de 3 por ciento como proporción del PIB.

Tercero, la vez anterior se buscó incrementar el ahorro externo a como diera lugar para financiar el déficit externo.  Ahora se busca incrementar el ahorro interno y utilizar el ahorro externo simplemente como un complemento menor.  Por ejemplo, durante el sexenio pasado se utilizó una política cambiaria que diera certidumbre a los inversionistas extranjeros, minimizando hasta donde fuera posible el riesgo cambiario, ya sea a través de la política de bandas de intervención del Banco Central o de la emisión de Tesobonos con una garantía cambiaria.  Ahora se ha ratificado el régimen de flotación que no da esa misma certidumbre y por lo tanto, incrementa el riesgo a la inversión de portafolio.

En principio, las diferencias parecen positivas.  Sin embargo, debemos seguir analizando el Pronafide, en especial en cuanto a las contingencias que pudiéramos enfrentar.




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