lunes, 10 de febrero de 1997

Mitos Acerca de la Política Cambiaria

 Pulso Económico


Mitos Acerca de la Política Cambiaria


Por: Jonathan Heath


El tema de la política cambiaria tiene un ciclo interesante en México.  Empiezan a surgir los comentarios y preocupaciones después de un período de cierta estabilidad en el tipo de cambio o posterior a una apreciación del peso, cuando se ve fortalecido ante una entrada de capital.  Dado que el tipo de cambio se determina en función de la oferta y la demanda de divisas, y no de acuerdo a los diferenciales de inflación entre México y los Estados Unidos, muchos analistas empiezan a expresar su inquietud y proponen modificaciones a la política actual.

Este nerviosismo se va extendiendo poco a poco entre un mayor número de personas que están al tanto del mercado y de sus posibles vaivenes, pero sin afectar el balance entre la oferta y la demanda de dólares.

De nuevo surgen los artículos periodísticos, los editoriales y comentarios en radio y televisión y todos opinan del problema potencial que va surgiendo.  Hasta que algún evento (puede ser un aumento en las tasas de Estados Unidos, una declaración política desconcertante, una baja en el precio del petróleo o una noticia sobre algún indicador económico del Inegi) hace que este nerviosismo se traduzca en un reacomodo del portafolio financiero de los inversionistas, quienes buscan incrementar la proporción de activos denominados en dólares.  Esto provoca un aumento en la demanda de dólares y se ajusta el tipo de cambio.

Inicialmente, el ajustes se da a través de los movimientos de quienes están más al tanto del mercado. Sin embargo, después de un par de días, muchos otros empiezan a comprar dólares como consecuencia de la depreciación inicial y provocan  un sobreajuste en el tipo de cambio.  Inmediatamente suben las tasas de interés y comienza un periodo de cierta inestabilidad.  Poco a poco empiezan a disminuir los comentarios y preocupaciones a cerca de una apreciación del tipo de cambio.  Las tasas vuelven a disminuir (aunque con varias semanas de atraso) y los mercados se vuelven a tranquilizar.  Hasta que empieza el ciclo de nuevo.

Es en este sentido que a través del tiempo el mercado ha ido ajustando el tipo de cambio en forma de escalones.  Quizá a la mayoría de las personas les gustaría ver con el tiempo muchos escalones pequeños, pero en la realidad las fuerzas del mercado han hecho que sean escalones grandes y separados.  Entre más tiempo pasa entre un escalón y el otro, podemos anticipar que su tamaño va a aumentar.

Queda claro que estamos iniciando un nuevo ciclo en el que surgen de nuevo comentarios y voces desconcertantes.  El viernes pasado, Reforma encabezó sus sección de negocios con la noticia de que “difieren en manejo cambiario” muchos analistas, al mismo tiempo que se incluía una gráfica con la supuesta sub y sobrevaluación del peso frente al dólar.  Del artículo, escrito por Felipe Gazcón y Mariel Zúñiga, quienes entrevistaron a varios analistas y “expertos” en la materia, surgen varias observaciones interesantes.

Primero, la gráfica muestra claramente que hoy en día el peso no esta sub ni sobrevaluado, sino muy cerca de su valuación correcta.  Esto nos debería tranquilizar y hacer reflexionar acerca de lo bien que está funcionando la política cambiaria hasta ahora.  Sin embargo, el primer entrevistado comenta que “el actual nivel del peso despierta preocupación” y que “este solo hecho debe dar pie a que las autoridades reconsideren para 1998 la adopción de un mecanismo de deslizamiento”.

¿Qué significa esta preocupación?  ¿Está mal que el tipo de cambio este correctamente valuado?  Queda claro que las exportaciones no necesitan un tipo de cambio distinto, ya que hemos estado creciendo alrededor de 20 por ciento anual durante los últimos cinco años.  También debería quedar claro que es sumamente peligroso mantener un tipo de cambio constantemente subvaluado, dado que provoca una disminución importante en el poder adquisitivo de nuestros salarios.  Es importante recordar que en el único periodo en que mantuvimos esta política fue en 1986-87 y el resultado fue una inflación constante de tres dígitos, crecimiento negativo y un descontento generalizado.

En ese momento llegamos a tener reservas elevadas, que inclusive habían alcanzado,un nuevo nivel histórico.  Sin embargo, ni así pudimos evitar la devaluación de fines de 1987, mientras que la inestabilidad inherente hacía que todas las empresas e inversionistas invierten en actividades especulativas y no productivas.  El resultado fue una Bolsa de Valores que creció a un ritmo desproporcionado, para después provocar un “crack” y pérdidas millonarias para mucha gente.

En el mismo artículo alguno de los entrevistados recomienda que el Banco de México aproveche el momento para acumular reservas.  ¿Pero para qué queremos acumular reservas?  Es una práctica muy cara simplemente para poder presumir que tenemos almacenadas más divisas.  Con mayores reservas, vamos a provocar confianza y por lo tanto, más entradas de capital.  Esto significa que el Banco de México tendría que comprar cada vez más divisas.  ¿Cuál sería el límite?

No es una política que tenga mucho sentido.  El Banco de México debería comprar más reservas únicamente si piensa que pudiera existir la necesidad de venderlas en un futuro.  Esto significa una modificación en la política cambiaria actual hacia una de intervención en el mercado.  ¿Pero para qué?  ¿Para depreciar más el tipo de cambio?

Las políticas cambiaria y monetaria deberían ser tales que buscaran una disminución gradual en la inflación, junto con un tipo de cambio que refleje adecuadamente las fuerzas del mercado.  En el momento en que pensemos que el Gobierno puede saber mejor que el mercado cuál es el tipo de cambio real adecuado, estaremos entrando a un terreno muy peligroso.

Los analistas no se pueden poner de acuerdo en cuál es el tipo de cambio deseado.

¿Por qué debemos pensar que el Gobierno lo hará mejor?


Comentarios, observaciones y críticas al Email: heath@infosel.net.mx


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