Pulso Económico
Confianza y Credibilidad en México
Por: Jonathan Heath®
La fortaleza del peso mexicano vista a través de la apreciación del tipo de cambio durante las últimas semanas, es reflejo de un aumento importante en el flujo de capitales hacia nuestro país. Todo parece apuntar al hecho de que México es de nuevo un país recomendable para la inversión extranjera, como resultado de los esfuerzos realizados para superar la crisis económica de 1995. Con excepción de la inflación y el poder adquisitivo, todos los indicadores macroeconómicos están mejor hoy en día de lo que estaban hace unos cuatro años. Sin embargo, la inflación va disminuyendo y el poder adquisitivo empieza a recuperarse, aunque lentamente y con mucho atraso.
Muchos analistas extranjeros señalan de nuevo a México como un país recomendable para mantenerlo en sus portafolios de inversión. De hecho, las entradas de capital al país en estas fechas, significan que existe confianza por parte de los extranjeros de que no habrá un desmoronamiento de la economía este año como consecuencia del proceso electoral a mediados de año. Todos están muy conscientes del entorno político y las dificultades que representa. Sin embargo, parece existir consenso acerca de que no habrá un efecto mayor sobre el desempeño económico.
En otras palabras, no pasará lo mismo que en 1985, cuando el gobierno pospuso correcciones importantes en materia de política económica en atención al proceso electoral de mediados de sexenio. Como consecuencia, hubo la necesidad de instrumentar una devaluación sorpresiva dos semanas después de las elecciones. También existe confianza en que no habrá cambio de rumbo ni sorpresas poselectorales si la oposición ganara el control del Congreso. Inclusive, muchos han señalado que una victoria de la oposición mejoraría la imagen de México en el exterior, como un país más democrático.
Muy pocos anticipaban la solidez que podría tener la economía a los dos años de una crisis tan aguda y devastadora. Aunque la profundidad se explica por la posición deudora de tantas familias, la relativa rapidez de la recuperación fue posible como resultado de la política económica instrumentada en los últimos años, así como los esfuerzos de reforma durante los cinco años anteriores. La economía empieza a responder a los cambios estructurales iniciados hace ya tiempo. Un error muy grande fue haber pensado que el proceso de modernización podría dar resultados rápidos y contundentes sin pasar primero por una etapa de ajuste sumamente difícil. Sin embargo, sería un error de la misma magnitud, pensar ahora que todos los esfuerzos de la modernización fueron inútiles.
La recuperación ha sido tan extraordinaria que muchos están pensando que México podría obtener pronto una mejor calificación de riesgo-país. Actualmente, México esta calificado con un “BB”, que es un escalón por debajo de la que se tenía antes de la devaluación de 1994 (“BB+”) y dos por debajo de la mínima consideraba como grado de inversión (“BBB-”), según la empresa calificadora Standard & Poor’s (S&P).
Algunos analistas de instituciones financieras norteamericanas con representación (e interés) en México, han empezado a circular su opinión positiva al respecto. Según su interpretación, México ha recuperado la solidez macroeconómica que tenía e inclusive ha superado algunos de los problemas básicos anteriores. Por ejemplo, el tipo de cambio sobrevaluado de 1992-94 hoy en día no existe; el déficit tan elevado de la cuenta corriente ya se corrigió; y el perfil de la deuda externa ha mejorado notablemente. Al mismo tiempo, se mantiene un presupuesto fiscal balanceado; la apertura comercial y el Tratado de Libre Comercio aseguran el crecimiento del mercado exportador; la autonomía del Banco de México promete una política monetaria coherente; y la introducción de un nuevo Sistema de Ahorro para el Retiro garantizará el crecimiento del ahorro interno.
No obstante, tenemos que reconocer que estas instituciones están tratando de vender la imagen de un México fortalecido para mejorar sus propias ventas. Cada Cete, bono, papel comercial, acción y demás valor financiero mexicano vendido lleva una comisión. Entre mejor sea la imagen, más venderán. Es un hecho irrefutable que las instituciones financieras venden imagen, seguridad y confianza. Si pueden convencer al inversionista de que México merece una calificación mejor de la que tiene actualmente, significa que están vendiendo un producto de mayor valor.
Por lo mismo, una institución tan prestigiosa como S&P no puede comprometerse a cambiar la calificación de México (o de cualquier otro país) cada rato según los últimos indicadores económicos. La calificación que emiten es el resultado de una evaluación profunda y comprometedora. Es una evaluación libre de prejuicios de venta y de conveniencia. Es un análisis independiente, que busca incorporar tanto lo positivo como lo negativo. En este sentido, es mucho mejor escuchar la opinión de una agencia calificadora de valores como S&P y deberíamos descalificar cualquier análisis de un banco o institución financiera por parcial y con un serio conflicto de intereses.
La agencia S&P ha confirmado su calificación de “BB” para México y ha reiterado que no tiene ninguna intención de modificarlo. Incorpora en su análisis todo lo positivo. Pero también considera que México no ha mostrado una capacidad para sostener su crecimiento económico por un tiempo definido; tiene todavía una tasa muy reducida de ahorro interno que nos hace vulnerables y dependiente de la inversión extranjera; y todavía existen fallas estructurales sumamente importantes en el sistema bancario. Además, reconoce que existe el riesgo de una transición política poco fluida. Seguramente la confianza y el statu quo se verán afectados durante el año mientras que el país avance hacia una mayor democratización.
Definitivamente han mejorado la confianza y la credibilidad en México durante el último año. La recuperación ha sido sorprendente y el gobierno ha hecho un trabajo sólido para lograrlo. Sin embargo, el costo de la crisis ha sido muy elevado y perdurará por mucho tiempo más, hasta que la gran mayoría empiece a sentir la recuperación en sus hogares. Por más que mejoren las condiciones macroeconómicas, no será suficiente para las mayorías.
Mientras, si queremos una evaluación no sesgada ni interesada, escuchemos a las agencias calificadoras como S&P y no a las instituciones que por querer vendernos algo, muchas veces no nos dicen todo.
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