Pulso Económico
El Regreso del Dinero Especulativo
Por: Jonathan Heath®
La revista Business Week, publicó la semana pasada un artículo que llamó la atención: América Latina vuelve a estar de moda para los inversionistas extranjeros. De nuevo somos uno de los lugares favoritos para la inversión en portafolio, también conocido como el dinero especulativo o de corto plazo. Utilizando la jerga financiera, somos un mercado “caliente”. Inclusive el encabezado del artículo pregunta: ¿Qué es más Caliente que la Salsa? Los Bonos Latinos.
Esta es una noticia que por un lado da gusto, mientras que por otro da miedo. Significa que se ha restablecido la confianza en nuestro país después del desastre de 1994. No solamente somos de nuevo sujetos de crédito (eso lo éramos a partir de mediados de 1995), sino que hemos regresado a ser uno de los lugares preferidos a nivel mundial, mientras que la crisis de 1994 casi se ha olvidado. Business Week cita que en 1996 los países de América Latina colocaron 50 mil millones de dólares en el mercado mundial, que es una cifra parecida a la suma de todas las colocaciones de los tres años anteriores (1993-95) en la región. Dicen que a estas fechas ya existen negociaciones para emisiones de cerca de 40 mil millones de dólares en 1997.
Parte de la razón es que la tasa de retorno sobre estas inversiones fue en promedio de 35 por ciento, casi 10 veces lo que pagaron los papeles emitidos por la Tesorería de los Estados Unidos (T-Bills). La percepción de un menor riesgo y el aumento en la demanda de este tipo de inversiones asegura que el retorno será mucho menor este año. Sin embargo, el mercado se ha motivado por una liquidez mundial creciente en busca de mejores rendimientos ante tasas de interés muy bajas en la mayoría de los países industrializados. Mientras, la combinación actual de riesgo y rendimiento en los países como México es sumamente atractiva.
En principio, el hecho de que hemos recuperado la confianza del exterior nos debería de dar gusto. Sin embargo, no se nos puede olvidar la indigestión financiera que nos dio hace unos años, por haber permitido la entrada a un exceso de capitales de esta naturaleza. Es un capital que muchos han denominado “especulativo” dado que únicamente busca el mejor rendimiento sin considerar el mal que puede ocasionar si se mueve rápidamente de un lugar a otro. También se le ha llamado capital “golondrino” dado que no busca permanecer, sino regresar a su lugar de origen en un plazo muy corto.
Pero quizás lo que más asusta es su efecto sobre el tipo de cambio y la balanza de pagos. Al entrar al país incrementa la oferta de divisas, fortalece la moneda a través de su apreciación y ocasiona una sobrevaluación del tipo de cambio. Esto hace más difícil mantener el ritmo de exportaciones y hace que las importaciones sean más baratas. Al final de cuentas, se tiene un déficit creciente en la balanza comercial, financiado por un capital “especulativo, de corto plazo y golondrino” en el cual no se puede confiar. A la primera señal, este capital se va del país, provocando una gran devaluación y una crisis recesiva.
¿Es cierta esta posibilidad? ¿Deberíamos estar preocupados?
Por un lado, no. Primeramente, las magnitudes de hoy en día están muy lejos de poder provocar una crisis. La balanza comercial tiene todavía un superávit, la cuenta corriente tiene un déficit insignificante y no existen muchas obligaciones externas de corto plazo. Ya no está Pedro Aspe para emitir, con fines electorales, más Tesobonos que pudieran provocar una contingencia mayor. Hoy en día el tipo de cambio se encuentra bien valuado (como se dice, ni sobre ni subvaluado).
Segundo, el tipo de deuda que se está emitiendo es, en su mayoría, diferente a la de principios de los noventa. La mayoría de las emisiones que se han realizado en el exterior son bonos globales de largo plazo (por ejemplo, el gobierno emitió bonos de 20 y 30 años de maduración el año pasado). Anteriormente, la acumulación de deuda con el exterior fue principalmente a través de la venta de deuda interna de corto plazo (Cetes y Tesobonos). Simplemente, la Secretaría de Hacienda permitió una acumulación de casi 30 mil millones de dólares en deuda de muy corto plazo en 1994. Hoy en día, la venta de Cetes a extranjeros es reducida y los Tesobonos han desaparecido.
Tercero, la emisión de bonos globales no ha significado un incremento en la deuda externa por el mismo monto. Más bien la mayoría de las colocaciones se han utilizado para eliminar las obligaciones de corto plazo, aprovechando las condiciones favorables del mercado. Mientras que uno de los problemas de 1994 fue precisamente la cantidad tan elevada de deuda de corto plazo, hoy la mayoría de nuestras obligaciones con el exterior son a un plazo más razonable.
Por último, hoy en día no tenemos una política cambiaria atada al mecanismo del Pacto, que únicamente le restaba flexibilidad a las autoridades monetarias. Si el mercado percibe un incremento excesivo en el déficit de la cuenta corriente o en la sobrevaluación del peso, se podrá llevar a cabo la corrección inmediatamente.
Sin embargo, no porque hoy en día estamos en una situación mejor y los fundamentos económicos están bien, significa que no deberíamos preocuparnos. Antes de la crisis de 1994, el gobierno lograba justificar todo lo que hacía y convenció a la mayoría de que un déficit enorme en la cuenta corriente no era motivo de preocupación. También argumentaba a favor de la fortaleza del peso como consecuencia natural de un país que hacía las cosas bien. Pero al final de cuentas terminamos en una crisis.
Por más bien que parece la situación actual, no deberíamos permitir una venta masiva de nuestra deuda interna a los extranjeros. Aunque la obligación de pago de un Cete sigue siendo en pesos, al momento de venderlo a un extranjero, la deuda se debería considerar como externa. Debemos recordar que la mayor parte de la deuda interna es de corto plazo.
Este momento es el adecuado para reflexionar sobre nuestra dependencia de capitales del exterior y no dentro de unos años, cuando estemos de nuevo envueltos en una situación difícil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario