jueves, 31 de octubre de 1996

Mejor Ajustar que Devaluar

 Pulso Económico


Mejor Ajustar que Devaluar


Por: Jonathan Heath®


Resulta importante aclarar que el profesor Rudiger Dornbusch, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), no recomienda una devaluación del peso mexicano, es decir un ajuste de golpe del 20 por ciento a nuestra moneda.  Lo que él recomienda es una depreciación gradual del 20 por ciento inducida a través de una flotación sucia.  Ni siquiera recomienda regresar a un desliz programado como se tenía antes, sino más bien que el Banco de México compre divisas en forma pragmática para garantizar que el tipo de cambio se ajuste con el tiempo y que las presiones no se acumulen.

Esto significa, entre otras cosas, que si el peso pierde fuerza como ha sucedido en las últimas semanas, el Banco Central deberá dejarlo así y no apretar la política monetaria para inducir alzas en la tasa de interés y fortalecer el tipo de cambio.  En este sentido Dornbusch ya sido muy claro: hoy en día no existe un desequilibrio en el mercado cambiario.  Sin embargo, de no ajustar la política monetaria y cambiaria ahora, se caería en un desequilibrio en un futuro no muy lejano.

Hemos insistido mucho en este punto y aunque suene repetitivo creemos que es necesario decirlo.  Existe mucha inquietud por la apreciación real del peso.  No hay duda de que el margen de subvaluación que teníamos ya se perdió.  Sin embargo, no hemos llegado al extremo de tener un peso sobrevaluado.  Estamos a tiempo de modificar la política cambiaria en aras del pragmatismo, para evitar la acumulación de presiones sobre el peso.  La inflación no es deseable, pero una devaluación es peor.  Quizás ayer no lo era, pero hoy es recomendable una flotación sucia aunque flexible, que busca evitar la apreciación.  No debemos tener prisa para bajar la inflación si es que corremos el riesgo de provocar otra crisis cambiaria.

Tenemos que admitir que un tipo de cambio más débil no es tan efectivo como muchos creen para corregir un déficit en la balanza comercial.  Sin embargo, de todos modos se tiene que evitar la apreciación de la moneda, dado que la percepción del mercado es tan importante (o quizás hasta más) que los mismos fundamentos teóricos.  La competitividad se determina por diferentes conceptos y no únicamente por el valor de la moneda.  Pero si la mayoría de la gente cree que se necesita una moneda más competitiva para desacelerar el crecimiento de las  importaciones y fomentar las exportaciones, la percepción misma va ocasionar un aumento en la demanda de dólares.  Por lo tanto, se tiene que evitar la apreciación de la moneda.

No es únicamente Dornbusch el que promueve esta línea de pensamiento.  Jeffrey Sachs, economista prestigiado de la Universidad de Harvard, sostiene que la política cambiaria representa uno de los enigmas más complicados de América Latina.  La alta volatilidad del tipo de cambio y los periodos extendidos de sobrevaluación representan problemas crónicos para la mayoría de los países.  De una forma u otra, las autoridades monetarias no han podido resolver satisfactoriamente el dilema entre un tipo de cambio fuerte para reducir la inflación y uno débil para fomentar las exportaciones.

Sachs ha dicho claramente que la situación cambiaria en México todavía se encuentra en términos manejables.  Sin embargo, si el tipo de cambio permanece a los niveles actuales y se va fortaleciendo, se va a perder la oportunidad de obtener mayor crecimiento económico.  Siempre va a existir una tendencia hacia la apreciación real de la moneda.  El problema es cómo evitarlo.  Palabras más, palabras menos, esto es exactamente lo que opina Dornbusch.

Eliana Cardoso, quien fue Ministra de Asuntos internacionales de Brasil, economista principal del Banco Mundial y ahora es investigadora en el FMI, también opina que el tipo de cambio es uno de los problemas principales de los países latinoamericanos.  Ella dice que los países con flujos de capital no quieren permitir fácilmente la depreciación necesaria de la moneda por los costos que implica.  Claramente perjudica al salario y provoca inflación.  En cambio, los costos de la apreciación se acumulan lentamente, lo que le da tiempo a los gobiernos para buscar otra solución.  El problema es que pocas veces encuentran una salida.

Al igual que los demás, Cardoso opina que la utilización del tipo de cambio como ancla para reducir la inflación, cuando ésta es de tres o de cuatro dígitos, es muy importante.  Sin embargo, es una política muy peligrosa cuando se quiere reducir una inflación de dos dígitos.  Cuando existe una sobrevaluación pequeña es posible su corrección.  Sin embargo, cuando la sobrevaluación es muy grande, la solución es más compleja.  Al final de cuentas, las tasas de interés elevadas que experimentamos son resultado de la falta de credibilidad derivada de experiencias negativas anteriores.

Ruth de Krivoy, quien fue la Gobernadora del Banco Central de Venezuela, también admite que las presiones políticas obligan a situaciones económicas absurdas, como el uso indebido del tipo de cambio para reducir la inflación.  Según ella, el bolívar venezolano va a estar sobrevaluado un 20 por ciento para fines de este año.

Andrés Velasco, profesor de la Universidad de Nueva York, quien fue el economista en jefe del equipo negociador para incorporar a Chile al TLC y del Ministro de Finanzas de Chile, también opina que la vulnerabilidad principal de México y del resto de los países latinoamericanos es la apreciación del tipo de cambio.  Ningún país ha podido resolver un problema de apreciación de su moneda a través de la deflación implícita en las políticas actuales.  El dice que la norma para la política cambiaria en nuestros países ha sido la mediocridad.  El hecho de que hemos adaptado políticas de mercado no significa que ha terminado esta mediocridad.

Cuando son tantos economistas reconocidos que opinan que debemos evitar la apreciación de nuestra moneda, tenemos que escuchar.



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