lunes, 28 de octubre de 1996

¿Es Hora de Escuchar a Dornbusch?

 Pulso Económico


¿Es Hora de Escuchar a Dornbusch?


Por: Jonathan Heath®


El profesor Rudiger Dornbusch, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), es un economista reconocido en Estados Unidos, México y otros países del mundo.  Es autor de varios textos de economía, incluyendo sus clásicos de Introducción a la Macroeconomía y Macroeconomía Abierta, así como muchos libros que tratan sobre temas de finanzas internacionales, comercio, política cambiaria, inflación y la balanza de pagos.  Es reconocido como un experto sobre las economías de muchos países y frecuentemente es invitado a dar opiniones y conferencias sobre estos temas.

A principios de 1994, cuando el gobierno mexicano nos hablaba maravillas de todo lo que estaba haciendo, Dornbusch resaltaba la necesidad de un ajuste cambiario de por lo menos 20 por ciento.  El alegaba que el peso mexicano estaba sobrevaluado y que el Banco de México estaba aplicando una política monetaria equivocada.  Según él, el gobierno estaba utilizando el tipo de cambio como ancla nominal para bajar la inflación.  Sin embargo, esto resultaba en una tasa de interés muy elevada que dificultaba el crecimiento económico y les restaba competitividad a las exportaciones.  Si las autoridades mexicanas mantenían este rumbo, seguiría aumentando el déficit en la cuenta corriente y cada vez más nos alejaríamos de la posibilidad de un crecimiento sostenido.

El gobierno mexicano hizo todo lo posible por desacreditarlo y convenció a muchos en México de que estaba equivocado.  Inclusive hubo muchos bancos, que para captar más recursos del exterior, se unieron al gobierno para tratar de demostrar que lo que decía era un disparate.  En vez de escuchar lo que decía, el Secretario de Hacienda, que fue su alumno, prefirió solucionar los problemas a través de una emisión masiva de Tesobonos.

Cuando finalmente el gobierno tuvo que admitir la devaluación, argumentaba que de todos modos Dornbusch estaba equivocado porque la devaluación provocó un incremento masivo en la inflación y una recesión tremenda.  Nunca se admitió que un ajuste en la política cambiaria a principios del 1994 pudo haber salvado a México de una crisis.  El problema era que una devaluación en esas fechas, posiblemente hubiera hecho que el PRI perdiera las elecciones.  Cualquier cosa, por mal que fuera, era preferible a perder el poder.  Como resultado, el gobierno ganó las elecciones, tuvo que devaluar y terminamos en una crisis ya bien conocida por todos.

Utilizando como referencia 1990, el tipo de cambio se fue de una sobrevaluación del 22 por ciento en noviembre de 1994, a una subvaluación del 28 por ciento en marzo de 1995.  Después de un periodo de mucha inestabilidad y una inflación creciente, el Banco de México aprovechó esta subvaluación para llevar a cabo una política monetaria restrictiva, dirigida principalemente a reducir la inflación y volver a estabilizar a la economía.  Los resultados están a la vista: la inflación terminará este año a la mitad y la fluctuación del tipo de cambio ha sido de una décima parte de lo que fue el año pasado.  Sin embargo, la subvaluación ha ido disminuyendo a escasamente un 2 por ciento.

Ahora de nuevo Dornbusch vuelve a decir que México necesita una depreciación del 20 por ciento y que el Banco de México se está equivocando con su política monetaria.  También el gobierno vuelve a insistir en que Dornbusch está equivocado e insisten en su descalificación.  Otra vez los bancos se unen en la explicación de por qué un déficit en la cuenta corriente no es malo.  Si bien algunas cosas han variado, como por ejemplo el régimen cambiario, que ahora es de flotación, la duda favorece la opinión que Dornbusch y varios se han protegido a través de la compra de dólares.

¿A quien creerle?  ¿A Dornbusch?  Su recomendación de una devaluación fue desastrosa.  Resultó en más inflación, una recesión y únicamente una solución temporal al problema, dado que vuelve a aparecer.  ¿Al gobierno? Si recordamos cuántas veces nos prometió que no iba a haber una devaluación en los últimos veinte años, está como para no volverle a creer en unos cien.

Primero, conviene aclarar algunas de las percepciones sobre lo que recomienda Dornbusch.  Parece ser que él no sugiere una devaluación (ajuste de golpe), sino más bien una depreciación gradual inducida a través de una flotación sucia.  Ni siquiera recomienda regresar a un desliz programado como se tenía antes, sino más bien que el Banco de México compre divisas en forma pragmática de tal forma que induzca una depreciación gradual del tipo de cambio.  Si el peso pierde fuerza, como ha sucedido en las últimas semanas, el Banco Central deberá dejarlo así y no apretar la política monetaria para inducir alzas en la tasa de interés y fortalecer el tipo de cambio.

Puede ser que Dornbusch no sea el mejor experto sobre la economía mexicana.  También hay que admitir que la economía es una ciencia social no exacta que hace difícil tener una sola opinión o que exista una sola recomendación.  Sin embargo,  Dornbusch no es ningún tonto y sería un error descalificarlo sin escuchar lo que nos está diciendo.

Existe mucha inquietud por la apreciación real del peso.  No hay duda de que el margen de subvaluación que teníamos ya se perdió.  Sin embargo, no hemos llegado al extremo de tener un peso sobrevaluado.  Estamos a tiempo de modificar la política cambiaria, en aras del pragmatismo, para evitar la acumulación de presiones contra el peso.  La inflación no es deseable.  Pero una devaluación es peor.  Dornbusch recomienda una flotación sucia pero flexible, que busca evitar la apreciación.  Dice que no debemos tener prisa para bajar la inflación y que nos debemos concentrar más en provocar el crecimiento sostenido.  Quizás es el momento de escucharlo, con la mente abierta y con una dosis mayor de pragmatismo.

Los académicos dicen que la utilización del tipo de cambio como ancla para reducir el crecimiento de los precios es una manera efectiva de reducir la inflación elevada, pero que únicamente se debe considerar como una política temporal.  Se ha utilizado en forma eficaz hasta ahora.  Ya es tiempo de modificar la estrategia.  Estamos a tiempo de evitar que algo temporal se convierte en permanente.


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