lunes, 7 de octubre de 1996

El Problema Estructural de la Balanza Comercial

 Pulso Económico


El Problema Estructural de la Balanza Comercial


Por: Jonathan Heath®


En otras ocasiones he subrayado el hecho de que las devaluaciones recurrentes de los últimos veinte años se han dado bajo modelos económicos muy distintos.  Cuando se realizan reformas estructurales profundas, como han sido las privatizaciones, el proceso de desregulación, el saneamiento de las finanzas públicas y la apertura comercial, junto con una política económica distinta, más orientada al mercado y aun así no se evita la misma devaluación masiva, se tiene que reflexionar más sobre el origen mismo de las devaluaciones.  Bien sabemos que la única constante a través de las últimas décadas ha sido el sistema político, lo que nos hace admitir que buena parte de las decisiones equivocadas que han conducido a las devaluaciones, radica en la propia naturaleza del sistema político actual.  Sin embargo, también resulta importante señalar los problemas estructurales de nuestra balanza de pagos, que hacen ver que el problema es mucho más complicado.

La conclusión fundamental que surge de este análisis es que la política cambiaria por si sola no es suficiente para resolver el problema de los desequilibrios con el exterior.  Si nos limitamos a utilizar el tipo de cambio como único instrumento, nos encontraremos con más devaluaciones masivas en el futuro, que provocarán más inflación y recesión, sin solucionar a fondo la falta de divisas que tarde o temprano padecemos.

Las devaluaciones han sido producto de un problema estructural en nuestra balanza de pagos, que hace que siempre tengamos déficit en nuestra balanza comercial y en la cuenta corriente.  Podemos provocar momentáneamente un superávit, como el actual o el que tuvimos entre 1983 y 1988.  Sin embargo, tarde o temprano regresaremos a una situación deficitaria.

Nuestras exportaciones crecen a través de una ventaja comparativa en los costos laborales.  Por carecer de una tecnología de vanguardia propia o de dotaciones favorables de capital, estamos obligados a encontrar nuestras ventajas en el único factor abundante que tenemos: la mano de obra.  Sin embargo, esto significa que para poder exportar más, necesitamos mantener nuestros salarios reprimidos.

Existe una relación entre la sobre (o sub) valuación del tipo de cambio y el poder adquisitivo de los salarios.  Entre más sobrevaluado se encuentra el peso mexicano, más fuertes estarán los salarios.  Igual procede en el sentido opuesto: entre más subvaluado, menos favorables serán los salarios para los trabajadores.  En este sentido, al subir los salarios el tipo de cambio tiende a sobrevaluarse y las exportaciones a crecer menos rápido.  Por eso mismo, cuando los empresarios piden un tipo de cambio subvaluado, realmente están reclamando un salario menor.

En sí, nuestras exportaciones responden mucho más a los precios (vía cambios en los salarios) que a un aumento en el ingreso del exterior. Los economistas explican este fenómeno a través de un concepto llamado elasticidad, que no significa otra cosa más que el grado de respuesta en una variable ante el cambio en otra.  En estos términos, tenemos una elasticidad-ingreso baja y una elasticidad-precio elevada.  Esto es consecuencia natural de la competencia internacional: para poder exportar más necesitamos ser más competitivos.  Podrá aumentar la demanda mundial 2 o 3 por ciento en su totalidad cada año, lo cual significa que el crecimiento mayor tendrá que ser a través de capturar más mercado.

En cambio, nuestras importaciones crecen con base a otras consideraciones.  Primero, dado que nuestras exportaciones tienen un alto contenido de insumos importados, el aumento en las exportaciones hace crecer a las importaciones.  Esto es obvio en lo que corresponde a la industria maquiladora, pero también se aplica a la industria en general.  Dado que el gran crecimiento en nuestras exportaciones durante la última década se explica básicamente a través de la actividad manufacturera, es natural observar un crecimiento correspondiente en las importaciones.

El segundo elemento que explica el crecimiento en las importaciones es la propia dinámica de la actividad interna.  En general, la producción industrial que va dirigida al consumo interno del país también tiene un alto componente de importaciones.  La apertura comercial fomentó el mayor uso de insumos importados, dada la gran diversidad de insumos competitivos que existe a nivel mundial.  Ahora al darse la recuperación de la economía, es de esperarse que aumente en forma importante la tasa de crecimiento de las importaciones.

A diferencia de las exportaciones, las importaciones responden mucho más a estos efectos de ingreso en comparación a la respuesta por cambios en los precios.  En términos de economistas, tienen una elasticidad-ingreso elevada y una elasticidad-precio muy baja.  Dada la respuesta baja a los precios, las importaciones no van a disminuir mucho a través de una depreciación en la moneda.  Para contenerlas es necesario un movimiento muy grande en el tipo de cambio, como puede ser una devaluación masiva.

Esto significa que con el crecimiento natural de la economía, las importaciones van a crecer más rápido que las exportaciones, revirtiendo tarde o temprano a una situación deficitaria en la balanza comercial.  Si se quiere corregir este problema a través de movimientos en el tipo de cambio, necesitan ser muy grandes.  El problema es que estos movimientos traen consigo una respuesta inflacionaria importante, lo cual implica el peligro de un círculo vicioso de inflación-devaluación-inflación.  En este sentido, si se quiere corregir un déficit a través de la devaluación, el resultado es más inflación y únicamente una corrección temporal en la balanza comercial.  Es precisamente esta corrección temporal es lo que hace que las devaluaciones sean recurrentes.

¿Podrá el gobierno romper con el círculo vicioso y evitar futuras devaluaciones?


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