Pulso Económico
El Calendario de Divulgación del INEGI
Por: Jonathan Heath
Unos días antes de terminar el mes de septiembre, el INEGI dio a conocer su calendario trimestral de difusión de información. Hay que reconocer el mérito de no sólo elaborar este calendario, sino apegarse a él. Esto ha facilitado la interpretación de la información, dado que ya se puede anticipar y programar el análisis de ciertos indicadores básicos. También es un factor de confiabilidad y credibilidad, dado que pone fin a la percepción antigua de que la información pasaba primero al Secretario de Hacienda para su aprobación y modificación en caso de no corresponder a la realidad oficial. Este cambio es fundamental, dado que la percepción general sobre nuestras estadísticas no es tan buena como debería ser.
Hay que señalar el avance que ha alcanzado el INEGI en materia de acortar el tiempo entre el levantamiento estadístico de la muestra y la divulgación de los datos procesados. Podemos citar com
o ejemplos la tasa de desempleo y los indicadores de la actividad industrial. En el primer caso se presenta ahora un cálculo preliminar de la tasa de desempleo abierto, que sale a la luz pública a mediados del mes siguiente, cuando antes tardaba más de seis semanas.
En el caso de los indicadores de la actividad industrial, a partir del mes pasado se recortó más de dos semanas el tiempo de procesamiento, ya que se dio a conocer esta información el día 22 del mes, cuando anteriormente se hubiera hecho pública hasta finales de la primera semana del mes siguiente. Aunque la información anticipada es más limitada, los datos más desagregados se darán a conocer cuatro semanas después.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos loables, aun existe mucho campo para mejorar. El reclamo principal es algo relativamente sencillo, dado que no representa ningún problema técnico sino simplemente consideraciones políticas. Por alguna razón desconocida, el INEGI ha rehusado divulgar su calendario en forma anual, como es la práctica en los países industrializados. Tampoco ha querido ponerle una hora específica del día para su difusión.
Al mismo tiempo, da a conocer el calendario para el trimestre en cuestión con una anticipación de apenas unos días. De esta forma se reserva la posibilidad de cambiar, manipular o modificar las fechas acordadas con cierta facilidad. Esta práctica obscura obstaculiza todavía la transparencia de la información y le resta confianza al INEGI, que bien todavía le hace falta.
Como ejemplo específico podemos citar la práctica en los Estados Unidos. Dan a conocer con bastante anticipación su calendario para todo el año siguiente. Además dan a conocer la hora exacta de su difusión, para que los medios y los analistas puedan anticipar cualquier efecto sobre los mercados financieros.
Los mismos analistas financieros norteamericanos que le dan seguimiento a la economía mexicana son los primeros en cuestionar esta práctica obscura del INEGI. He recibido una gran cantidad de cuestionamientos, reclamos y dudas acerca de la información económica de nuestro País y no las he podido contestar con satisfacción. Esta inquietud se la he expresado en múltiples ocasiones y a diferentes funcionarios del INEGI sin mucho eco.
Me han dicho que técnicamente no hay ningún impedimento, dado que internamente ya tienen establecido el calendario. Por lo tanto, el hecho de que no lo quieren divulgar es una decisión política, que le resta mucha credibilidad a esta institución. Resulta primordial mejorar la confiabilidad de las estadísticas mexicanas en lo general y la imagen del INEGI en lo particular. Este tipo de actitudes obsoletas no ayudan en lo más mínimo a esta necesidad.
En muchos casos la desconfianza en nuestras propias estadísticas es por desconocimiento o ignorancia del usuario. Penamos que un cierto dato o indicador se debe interpretar de tal forma, cuando no es el caso. Es función del INEGI aclarar metodología e interpretaciones posibles de los datos, cosa que no hacen con mucho éxito. Mientras han mejorado en forma impresionante la cobertura y calidad de la información, falta mejorar las relaciones públicas y la habilidad mercadotecnia.
Uno de los mejores ejemplos es la tasa de desempleo abierto. Los extranjeros (y muchos mexicanos también) critican al INEGI por utilizar una definición muy estrecha del desempleo, que no corresponde a la realidad. He escuchado la crítica de que México considere una hora a la semana como una condición mínima para considerarse empleado. Sin embargo, se muestran sorprendidos al conocer que es la misma definición que se utiliza en los Estados Unidos y demás países industrializados. En sí la definición no es arbitraria, pues está basada en las recomendaciones específicas de la Organización de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y la Organización Internacional del Trabajo.
No obstante, el mejor ejemplo se dio con la crisis devaluatoria de diciembre de 1994. Hubo una gran cantidad de críticas dirigidas en contra del INEGI y el Banco de México en cuanto a la claridad, cantidad y transparencia de nuestras estadísticas. La falta de transparencia dio lugar a una mayor fuga de capitales, simplemente por desconfianza de si estábamos proporcionando la información veraz.
Resulta primordial mejorar las estadísticas sobre la economía mexicana. En este punto el INEGI ha desempeñado muy buen papel. Sin embargo, mucho de este esfuerzo pasa desapercibido por la falla en mejorar su difusión a través de un calendario más amplio y exacto, junto con una mejor explicación específica.
A final de cuentas, la imagen y la percepción de las estadísticas son tan importantes como la calidad misma.
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