Pulso Económico
El Mito del Abatimiento Inflacionario
Por: Jonathan Heath
“La ciencia económica no trata únicamente de lo que se quiere, sino también de lo que se puede”. - Paul Krugman
La teoría económica neoclásica argumenta en forma muy sólida la importancia del abatimiento inflacionario. Esta posición la han adoptado casi todos los banqueros centrales hasta el grado de aspirar a la meta de inflación cero. El punto contrario sostiene que la obsesión de abatir la inflación únicamente limita las posibilidades de crecimiento. Ahora el afamado economista, Paul Krugman, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), afirma que las dos posiciones están equivocadas.
En un articulo escrito a invitación de la revista inglesa The Economist, el autor cuestiona la ortodoxia actual sobre el papel de la política monetaria en los países industrializados. Dice que dentro de la ciencia económica existe una serie de dichos que todo mundo repite y por lo tanto dan por buenos. Sin embargo, la realidad no se da a través de la repetición de frases que suenan correctas, sino por medio de la verdad. Krugman asevera que muchas ideas económicas simplistas frecuentemente llegan a ser sellos de identidad para grupos de personas que piensan igual, que repiten ciertas frases continuamente y eventualmente confunden la repetición con la verdad.
En este sentido, Krugman dice que este es el caso de papel de la política monetaria. Afirma que podemos y debemos rechazar las promesas insensatas tanto del crecimiento fácil como de la fe mística en las virtudes de la estabilidad de precios.
No obstante, vale la pena aclarar que Krugman se refiere a la obsesión de abatir la inflación a niveles cercanos a cero en los países desarrollados y no a la reducción de una inflación elevada en un país emergente como México. Una inflación pronunciada que lleva a las personas y empresas a realizar esfuerzos muy importantes para evitar mantener saldos en efectivo, tiene costos muy visibles. Sin embargo, este no es el caso de la mayoría de los países industrializados que hoy en día tiene inflaciones de un solo dígito.
El abatimiento total de la inflación tiene dos problemas fundamentales. El primero es que involucra un costo demasiado elevado en contraste con los beneficios obtenidos. Como ejemplos, Krugman menciona los casos de Estados Unidos y Canadá. El notable fenómeno de los ochenta, que redujo la inflación de 10 por ciento a 4 por ciento en los Estados Unidos, fue posible por medio de un periodo prolongado de alto desempleo y capacidad ociosa. La pérdida acumulada en la producción se estima en más de un billón de dólares (es decir, un millón de millones).
Actualmente en Canadá, tienen un Banco Central intensamente comprometido con la meta de abatimiento inflacionario (la inflación ahora es menor al 1 por ciento). Sin embargo, la tasa de desempleo es superior al 10 por ciento, casi lo doble de la que existe hoy en día en Estados Unidos. Una de las razones es que la ausencia casi total de inflación le resta flexibilidad a las negociaciones salariales.
El efecto de la inflexibilidad salarial se puede entender mejor a través de un ejemplo. Si una empresa tiene problemas, puede reducir su costo laboral al no otorgar aumentos salariales, siempre y cuando exista algo de inflación (en términos reales). En México, la banca ha reducido hoy en día sus costos al no otorgar casi aumentos en los salarios. Al existir inflación, el salario real se reduce automáticamente. Si no existiera nada de inflación, las empresas tendrían que despedir a más personal para reducir sus costos, dado que no pueden reducir fácilmente los salarios nominales.
En la década de los sesenta, algunos economistas pensaban que existía una relación negativa entre la inflación y el desempleo (fenómeno conocido como la curva de Phillips). Significaba que si se permite un poco más de inflación, esto provocaría más crecimiento económico y por lo tanto, menos desempleo. Sin embargo, estudios posteriores sugirieron que esta relación era únicamente temporal, dado que después de cierto tiempo disminuía la producción y únicamente quedaba un nivel mayor de inflación. Estudios más recientes apuntan que la baja posterior en la producción es mayor al aumento inicial, resultando no solamente en más inflación, sino también en más desempleo.
Ahora Krugman señala que los últimos estudios revelan diferencias significativas bajo distintos escenarios de inflación. Cuando la inflación es sumamente baja, es decir casi inexistente, parece que esta relación sí se da. Una inflación del 10 por ciento no reduce el desempleo más allá que una inflación del 5 por ciento. Sin embargo, parece existir evidencia de que una inflación del 5 por ciento es preferible a una inflación inexistente.
En la misma forma, Krugman dice que la posición crítica en contra de los banqueros centrales está igualmente equivocada: no es cierto que un relajamiento en la política monetaria podría resultar en un crecimiento mayor de la economía. Una buena parte de la argumentación presentada por la posición pro-crecimiento está basada en una relación aritmética, la cual alega Krugman, no tiene ningún sustento. Durante los últimos cuatro años la economía norteamericana ha crecido a una tasa promedio anual menor al 3 por ciento, pero ha sido suficiente para reducir la tasa de desempleo en más de dos puntos porcentuales. Si la economía hubiera crecido más rápidamente, uno podría suponer que el desempleo habría caído aún más. Si es cierta la relación que establece este grupo de personas, uno tendría que pensar que la tasa de desempleo podría reducirse por debajo del 3 por ciento (nunca visto anteriormente), sin ocasionar presiones inflacionarias. Pregunta Krugman, ¿quién defendería esta posibilidad?
Estos comentarios seguramente van a causar mucha polémica y discusión. Pero al final, Krugman dice que es importante deshacer mitos y aceptar realidades. Sabemos que la ciencia económica busca cómo obtener lo que queremos. Sin embargo, esto tiene que ser dentro de lo que es posible.
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