jueves, 13 de junio de 1996

Turbulencia en los Mercados

 

Pulso Económico


Turbulencia en los Mercados


Por: Jonathan Heath


Después de casi tres meses de una estabilidad asombrosa, los mercados financieros han empezado a mostrar signos de una nueva turbulencia.  El tipo de cambio aumentó 21 centavos en once días hábiles, mientras que la tasa de interés se incrementó 3.4 por ciento en dos semanas.  Esto contrasta con una caída de 25 centavos en el tipo de cambio y una baja acumulada, en la tasa de interés, de 17.45 por ciento durante once semanas consecutivas, ambos entre principios de marzo y fines de mayo.

Después de un periodo de cierta estabilidad entre julio y agosto del año pasado, empezamos a observar cierta turbulencia parecida a la actual en septiembre.  Con el paso del tiempo, pasó a formar parte de una burbuja de inestabilidad que duró casi tres meses.  El costo final fue un aumento de 28.0 por ciento en las tasas de interés y una depreciación de 27.4 por ciento en el tipo de cambio.  La pregunta que debemos hacernos ahora es ¿lo que estamos observando hoy es el comienzo de una nueva burbuja similar a la del año pasado?

En principio, la respuesta es no.  Aunque no podemos descartar otra temporada de inestabilidad, lo más seguro es que simplemente estamos observando una corrección, inclusive sana, en el mercado.  Aunque las tasas de interés tenían que bajar para reflejar las expectativas inflacionarias menores y un mejoramiento en la percepción del riesgo país, ya habían bajado demasiado, tanto en monto como en rapidez.  El rendimiento real ya era inadecuado para las circunstancias actuales e insuficiente su premio al riesgo para atraer flujos de capital del exterior.

Al mismo tiempo, la apreciación tanto real como nominal del peso ante una inflación todavía elevada, estaba abriendo las puertas a la polémica sobre el nivel deseado del tipo de cambio.  Aun reconociendo que el peso pudiera estar subvaluado, muchos han visto al reciente fortalecimiento de la moneda como algo no deseado.  Todo parecía indicar que el mercado estaba buscando un pretexto para inducir una pequeña corrección en el tipo de cambio, antes que la necesidad de un ajuste mayor se acumulara.

En las últimas semanas se empezaron a sumar varias noticias con impacto directo en el mercado de divisas.  Primero salió el resultado de la balanza comercial de abril, que aunque fue positiva, reveló que las importaciones están creciendo ya a tasas muy elevadas.  Esto se puede interpretar como indicador de que el dólar ya no se ve caro, al mismo tiempo que señala un posible aumento en la demanda de divisas en el futuro.  Al mismo tiempo, la discusión sobre la política cambiaria empezó a subir de tono y los seudo-líderes empresariales volvieron a pedir un tipo de cambio artificialmente débil (es decir, subvaluado).  No obstante, todo parece indicar que las noticias de un aumento en la tasa del Bono de Tesorería de los Estados Unidos y las expectativas de un posible aumento en su tasa preferencial (prime rate), fueron los elementos que empezaron a empujar hacia arriba al tipo de cambio.

A estas alturas, una ligera corrección en el tipo de cambio no debería llevar ninguna connotación negativa.  Es una depreciación que simplemente está reconociendo el hecho de que todavía tenemos mucha inflación en el país.  Sin embargo, no queremos un tipo de cambio que se ajuste de jalón, sino más bien en forma gradual.

Al observar el ritmo de ajuste, el Banco de México empezó a aplicar los frenos, reduciendo los niveles de liquidez disponibles, para así incrementar las tasas de interés.  Esto se observa claramente en la reducción de su crédito interno neto y en las operaciones diarias en el mercado abierto.  Una tasa de interés más alta hará más atractiva la inversión en pesos, reduciendo así la depreciación en el tipo de cambio.  El resultado se vio casi de inmediato al subir fuertemente las tasas de interés el martes pasado.  Al día siguiente (ayer) el tipo de cambio dejó de presentar una variación significativa.  La respuesta oportuna del Banco de México es clave para que esta turbulencia se controle y resulte en un simple ajuste sano del mercado.

Aunque el régimen cambiario es de flotación, el Banco Central puede influir en el tipo de cambio en diversas formas.  Una es a través de las operaciones de mercado abierto en donde controle la cantidad de liquidez en la economía.  Estas operaciones tienen un impacto directo en las tasas de interés e indirecto en el tipo de cambio.  Otra forma es a través de sus intervenciones diarias (indirectas) en el mercado cambiario, al comprar divisas a Pemex y venderle al gobierno federal para el servicio de la deuda.  Al llevar a cabo estas operaciones al margen del mercado cambiario, el Banco de México está protegiendo al tipo de cambio de fluctuaciones bruscas.  En el sentido que vaya acumulando reservas, está evitando una apreciación excesiva del peso.

No obstante, estas intervenciones difícilmente pueden evitar que el tipo de cambio se aprecie o deprecie artificialmente.  Para poder influir significativamente en el tipo de cambio real, el Banco necesitaría de mayores reservas, dado que no alcanzarían las operaciones de mercado abierto para evitar una tendencia continua de depreciación.  De esta forma, sus intervenciones se limitan únicamente a evitar fluctuaciones excesivas.

En las siguientes semanas deberíamos observar una mayor estabilidad en el tipo de cambio, mientras que las tasas de interés ya no deberían de subir más.  Unicamente si el tipo de cambio no se estabiliza, esperaríamos una mayor tasa de interés.  Resulta importante la intervención oportuna del Banco Central para evitar fluctuaciones bruscas.  Sin embargo, también es primordial evitar el abuso, llegando a situaciones en las que se busca determinar artificialmente el tipo de cambio.  Esto ya lo vivimos en el pasado y no lo debemos repetir.


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