Pulso Económico
La Impunidad Económica
Por: Jonathan Heath
Recientemente, el Consejo de Relaciones Exteriores (The Council on Foreign Relations) de los Estados Unidos, encomendó a una comisión independiente, un estudio sobre las lecciones de la crisis mexicana del peso. Este Consejo es una organización independiente, no lucrativa, sin afiliación política y de mucho prestigio, que publica entre otras cosas la revista Foreign Affairs.
La comisión encargada de realizar el estudio estuvo integrada por 28 personas, entre académicos, profesionales y periodistas de diferentes espectros políticos y económicos. Gente de mucho prestigio como David Asman de Wall Street Journal y Martin Feldstein, del National Bureau of Economic Research, hasta algunos más radicales y controversiales como Steven Hanke de la John Hopkins University. Aunque no todos estuvieron de acuerdo en todos los puntos de discusión, el estudio en sí es una visión interesante de afuera sobre nuestros problemas y algunas lecciones derivadas de la crisis.
Una de las conclusiones principales del estudio es que la devaluación no es una panacea o sustituto sin costo para políticas monetaria y fiscal sólidas. En 1994 estas políticas no respondieron adecuadamente a las condiciones cambiantes el mercado, que fueron factores principales de la crisis.
Otra conclusión interesante es que no queda claro cuál era la mejor alternativa que se pudo instrumentar en ese año. Dentro de la comisión, hubo diferentes opiniones sobre qué era lo que el gobierno debería haber hecho.
Sin embargo, una conclusión esencial en la que sí hubo consenso es que la creación de un fondo multilateral, junto con una devaluación, pudo haber producido un alivio en el corto plazo. Sin embargo, este tipo de soluciones casi siempre traen consigo distorsiones mayores en el mercado y en los costos verdaderos, y por lo tanto, nunca deben sustituir a políticas monetarias, fiscales y estructurales sólidas y profundas.
Desde mi punto de vista, lo que quieren decir es que un programa de rescate financiero de la magnitud del que experimentamos, es el equivalente a una impunidad económica. Al rescatar al gobierno después de haber cometido esos errores, virtualmente se está perdonando a los responsables y permitiéndoles escapar sin pagar las verdaderas consecuencias de sus errores. El problema radica en que no se eliminan los incentivos para volver a cometer los mismos errores.
Después de la crisis devaluatoria de 1982, el gobierno recibió un rescate de alguna manera comparable al del año pasado. La lección fue que si cometemos errores mayores de política económica con los que vulneramos a todo el sistema financiero y económico, vamos a ser rescatados por la comunidad internacional: por lo tanto, es una opción viable.
No obstante, esta impunidad económica no se aplica únicamente a los errores macroeconómicos. Hoy en día, estamos observando la impunidad en nuestro sistema financiero, en las empresas grandes y en general en muchas diferentes partes de nuestra economía. Estamos otorgando impunidad a todos los que comparten el poder económico en nuestro país y la factura la estamos pasando a la sociedad.
Cuando se privatizó la banca, se vendieron las instituciones a los grandes millonarios del país. Como resultado de una mala administración, los nuevos dueños cometieron múltiples errores que llevaron a los bancos a una situación de quiebra. A través de Fobaproa, Procapte y demás esquemas, el gobierno los rescató sin que tuvieran que pagar los costos verdaderos. El resultado fue una impunidad económica.
Ahora el gobierno nos está anunciando un nuevo programa de impunidad para unas 25 empresas grandes del país. Para asegurar que los dueños no vayan a tener que pagar los costos de una quiebra, el gobierno los está rescatando.
Al final de cuentas, la factura se las están pasando a la mayoría de la población, que no tuvo vela en el entierro. Cada peso gastado en rescatar a los banqueros, es un peso menos para la educación pública, un peso menos para un hospital o un peso menos para combatir la pobreza extrema.
Cada vez que el gobierno interviene en un esquema similar, está ocasionando distorsiones irreparables en el mercado. La lección principal que se debe aplicar es que si no logramos manejar eficientemente una empresa, vamos a perder. Pero si evitamos que quién cometió el error lo pague, entonces estaremos alentando la ineficiencia. Lo que debemos entender es que al final de cuentas alguien tiene que pagar y no es justo que pague quien no debe.
La impunidad política significa que alguien puede violar las leyes del país sin recibir ningún castigo. La impunidad económica es que alguien puede violar las leyes del mercado sin pagar las consecuencias. Hoy, nuestra tarea es trabajar para erradicar la impunidad en todos los ámbitos.
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