jueves, 19 de octubre de 1995

La Muerte Anunciada de los Consejos Monetarios

 

Pulso Económico


La Muerte Anunciada de los Consejos Monetarios


Por: Jonathan Heath®


Después de la devaluación del peso en diciembre pasado, muchos analistas estaban desilusionados con el uso discrecional de la base monetaria por el Banco de México.  Tal parecía que las fugas de capital el año pasado no fueron contrarrestado por una restricción en el crédito interno neto, tal y como dictaba la situación.  Más bien, se repuso la liquidez en la economía, que es equivalente a financiar las salidas de capital.  Dado que esta política no era consistente con la política cambiaria, fue uno de los elementos que precipito la caída del peso.  Como consecuencia, hubo una gran cantidad de economistas monetaristas, quienes sugerían que México adoptara un consejo monetario como sustituto del Banco Central.

Dado que los consejos monetarios habían funcionado relativamente bien en Hong Kong (1983), Argentina (1991), Estonia (1992) y Lituania (1994), los proponentes sostenían que México debería introducir cambios legislativos para institucionalizar la regla de oro de los consejos monetarios: los cambios en la base monetaria deben ser igual a los cambios en las reservas internacionales.  Sin embargo, todos los estudios y artículos sobre esta idea han sido escritos por los mismos proponentes, resultando en puntos de vista sesgados y muy favorables a los consejos.

Es por esto que el último libro del reconocido economista John Williamson, del Instituto Internacional de Economía, titulado “¿Qué Papel Para Consejos Monetarios?”, es sumamente bienvenido.  En el, Williamson nos presenta un análisis balanceado, en donde se ven tanto las ventajas y las desventajas.  Al final, llega a la conclusión que un consejo monetario no es buena idea para México.  Resulta importante la conclusión de Williamson, no solo por ser el resultado de un estudio balanceado, sino por las dudas que este mecanismo produjo en nuestro país hace como ocho meses.  Fue muy comentado el artículo que escribió David Malpass de la institución financiera Bear Stearns en el Wall Street Journal, a principios de año, en donde proponía que los préstamos que nos otorgaría los Estados Unidos se utilizarían para instrumentar un consejo monetario.

Aunque se dice que el gobierno estudió la propuesta como alternativa, se descartó principalmente por el peligro de la crisis bancaria actual.  Sin embargo, me acuerdo muy bien en un desayuno organizado por alguna institución en la Ciudad de México hace como unos siete meses, que el actual subgobernador del Banco Central, Francisco Gil Díaz, dijo que él personalmente favorecía la idea de un consejo monetario porque le quitaba la discrecionalidad a la política monetaria.  Ante una pregunta sobre las ventajas y desventajas de un consejo, Gil Díaz respondió únicamente con las ventajas.

En cambio, Williamson analiza tanto las ventajas y desventajas.  Menciona específicamente cuatro ventajas, que son las que se han comentado ampliamente: se garantiza la convertibilidad de la moneda; se crea la disciplina macroeconómica (equilibrio fiscal); se asegura un mecanismo de ajuste a la balanza de pagos; y como resultado, se fomenta un ambiente de confianza en el sistema monetario, lo cual promueve el comercio, la inversión y el crecimiento.

Lo novedoso del libro de Williamson es que presenta siete desventajas.  Estas son: la pérdida del derecho de senioraje; las dificultades especificas del arranque; el problema de transición; la dificultad del ajuste; las implicaciones de su administración; el cómo enfrentar una crisis; y los aspectos políticos (para más detalle compren el libro).  Como lo debería hacer un buen analista, Williamson ve los pros y contras de cada ventaja y de cada desventaja.

Al final de cuentas, é1 dice que el enfocar el problema de la devaluación sobre el aumento en el crédito interno neto durante el año, como el elemento detonador de la crisis cambiaria, es superficial. Para é1, el problema básico consistió en que la política cambiaria aplicada produjo una sobrevaluación de la moneda y un déficit en la cuenta corriente cerca del 8 por ciento del PIB, que era insostenible.  No se modificó la política a pesar del hecho de que el crecimiento económico que se estaba dando eran muy pobre.  Esto puso a México en una situación muy vulnerable, en donde las únicas preguntas relevantes eran sobre la fecha en que estallaba la crisis y el gatillo que lo provocaría.

Las razones especificas por lo cual no es recomendable un consejo monetario para México son muchas. Primero, no tenía el nivel mínimo de reservas para arrancar un consejo (el equivalente con Argentina sería de 50 mil millones de dólares).  Segundo, se hubiera limitado el papel del Banco de México como prestamista de última instancia para resolver la crisis bancaria. En la transición, México seguramente regresaría a un tipo de cambio sobrevaluado, dado el nivel elevado de inflación inercial.  Además, no tendríamos un instrumento de política económica para corresponder a un “shock” externo.  Al final de cuentas, Williamson dice que difícilmente se podría recomendar este esquema, que fue ideado originalmente para pequeños países coloniales.


Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


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