jueves, 14 de septiembre de 1995

Consideraciones de una Subvaluación

 

Pulso Económico


Consideraciones de una Subvaluación


Por: Jonathan Heath®


Uno de los temas que se está debatiendo mucho últimamente es el de la política cambiaria.  Se ha comentado abiertamente sobre las diferencias de opinión entre el Banco de México y la Secretaría de Hacienda, en torno a cuál deberá ser esta política en el futuro.  El Banco de México se ha pronunciado por mantener la política de flotación, para que el tipo de cambio sea lo que refleja la oferta y la demanda de divisas.  En cambio, Hacienda se ha manifestado por una política que dé certidumbre nominal y real al tipo de cambio y que aliente permanentemente la exportación.  El sector empresarial se ha expresado en múltiples ocasiones a favor de una política de subvaluación, para otorgarle competitividad a las exportaciones y limitar las importaciones que puedan representar competencia a sus productos.

Donde sí existe más consenso es en torno a la sobrevaluación.  Esta política le resta competitividad a las exportaciones, incrementa las importaciones, reduce la producción interna, disminuye el empleo y finalmente termina en una devaluación con efectos sumamente nocivos para la población, los políticos, los empresarios e inclusive los socios comerciales.

Si debemos escoger entre un tipo de cambio sobrevaluado o subvaluado, la mayoría a de los argumentos apunta hacia la subvaluación como el menor de los males.  Sin embargo, lo que muchos empresarios no saben es que una política de subvaluación trae consigo problemas que van más allá de ser una fuente de presión inflacionaria.

Lo primero es que la política cambiaria tiene efectos importantes sobre la distribución del ingreso.  Existe una relación directa entre el tipo de cambio real y el salario real.  Cuando existe una subvaluación que otorgue competitividad a un país, casi siempre habrá salarios reales bajos, mientras que la rentabilidad de las exportaciones será alta.  En el caso contrario, de una sobrevaluación, habrá una ganancia en los salarios y menor rentabilidad en los bienes comerciables.  Por lo tanto, si se sostiene el tipo de cambio real subvaluado, habrá una redistribución del ingreso hacia el capital en los sectores de los bienes comerciables, en perjuicio del factor trabajo.  Una subvaluación ayudara a incrementar la inversión, pero a un costo importante.

La segunda consideración es que la subvaluación trae un superávit en la balanza comercial, lo cual provoca la adquisición de activos externos a través de un incremento en reservas, la compra de activos financieros y el pago de deudas anteriores, lo cual equivale a una exportación de capital.  Un incremento en reservas es deseable dado que actúa como amortiguador en casos de shocks.  Sin embargo, el Banco Central tiene que pagar un precio por mantener las reservas, que si son excesivas, puede representar un costo innecesario.

El pagar la deuda también puede ser positivo, especialmente en el caso de que el peso de su servicio sea muy elevado y los recursos que se destinan a los pagos de interés pudieran tener una alternativa mejor.  No obstante, en nuestro caso casi siempre resultará más productivo invertir estos recursos en nuestra economía.  Donde si se convierte en una política indeseable, es cuando la subvaluación origina un superávit que actúa como un mecanismo para exportar capital.  Siendo el capital uno de los bienes escasos en nuestra economía, no tiene sentido sostener una política que lo haga todavía más escaso.  Llevada al extremo, una subvaluación provoca que los mexicanos inviertan sus recursos en el exterior, lo cual se debería catalogar como una política que promueve la fuga de capitales y la evasión de impuestos.

La siguiente consideración es en torno a las posibilidades de crecimiento.  Si la subvaluación estimula que los recursos se inviertan fuera del país, es decir, que se exporte capital, entonces habrá menos recursos para financiar la inversión interna.  Para tener crecimiento sostenido se necesita inversión.  Para poder invertir se necesita ahorro, ya sea interno o externo.  Una subvaluación que ocasiona un superávit en la cuenta corriente, no sólo no permite el ahorro externo, sino que estimula un ahorro externo negativo, y reduce la cantidad de recursos disponibles para financiar la inversión.  En otras palabras, una política de subvaluación no es compatible con una política que estimula el ahorro interno.

Muchas de estas consideraciones se producen con una política de una subvaluación fuerte, de tal forma que provocara un superavit en la balanza comercial y en la cuenta corriente.  Queda claro como resultado de nuestras experiencias, que no queremos un tipo de cambio sobrevaluado.  Sin embargo, resultaría peligroso ir al otro extremo de sostener una política de subvaluación.  En este sentido, se debe buscar una política cambiaria que permita sostener un tipo de cambio real de equilibrio, es decir, ni sobre ni subvaluado.  Dado que esto resulta muy difícil de estimar, se podría pecar un poco en la dirección de una ligera subvaluación, pero siempre asegurando que no llegáramos al extremo.


Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


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