martes, 21 de noviembre de 2000

Ernesto Zedillo

 

Pulso Económico


Ernesto Zedillo


Por: Jonathan Heath®


Quedan menos de dos semanas para que termine el mandato de Ernesto Zedillo Ponce de León.  Aunque la mayoría empezó bien y llegó a registrar niveles aceptables de popularidad en el transcurso de su sexenio, los presidentes de los cinco sexenios anteriores no pudieron concluir felizmente y entregar a su sucesor un país ordenado y en buenas condiciones.  ¿Cómo califica Ernesto Zedillo?

Terminamos este sexenio en las mejores condiciones macroeconómicas vistas en mucho tiempo.  La economía está creciendo a una tasa superior al 7 por ciento, la inflación es de un dígito, el déficit de la cuenta corriente está en un nivel aceptable, no existen problemas de financiamiento externo y el déficit público es bajo.  Existe suficiente estabilidad para garantizar una transición política ordenada.  Todo parece indicar que en esta ocasión podemos romper con la maldición de las crisis sexenales.

Lo anterior se ha reiterado hasta el cansancio.  Sin embargo, no es trivial.  Aunque habría que admitir que la suerte nos ha acompañado (la expansión económica de Estados Unidos y los precios elevados del petróleo), la situación actual es resultado de un esfuerzo extraordinario del Presidente actual por no caer de nuevo en una crisis, que ya parecía una burla constante al pueblo mexicano.  Sin lugar a dudas, entregar una economía sana al próximo Presidente y evitar una crisis sexenal, es un acierto de primera importancia.

Esto no significa que todo está bien.  Todavía existe un sinnúmero de problemas por resolver, como la creciente marginación y pobreza de una proporción cada vez mayor de la población, la distribución tan inequitativa del ingreso, la incapacidad de la economía para generar suficientes empleos dignos, la corrupción e impunidad generalizadas en todos los estratos de la sociedad y la profunda inseguridad que padecen las familias.  Tenemos la herencia de la enorme deuda del rescate bancario, un sistema bancario básicamente inoperante, un rezago en la inversión eléctrica y muchas reformas inconclusas.

Sin embargo, la mayoría de estos problemas no se pueden solucionar en un sexenio sino a través de un horizonte de largo plazo.  Aunque es indiscutible de papel de liderazgo que juega el Presidente, también habría que admitir que no son problemas cuya solución depende de una sola persona.  En nuestra democracia incipiente la culpa de los rezagos es ahora compartida.  Los diputados, senadores y partidos políticos han bloqueado el avance en muchas instancias.  Poco a poco dejamos atrás el presidencialismo y necesitamos reforzar nuestras instituciones.

Uno de los mejores ejemplos lo podemos ver en la reforma fiscal, que tanto se ha hablado y que nunca se pudo concretar.  No se llevó a cabo en la primera mitad del sexenio, ya que la prioridad era la recuperación económica de la crisis de 1995.  Cuando finalmente llegó la oportunidad, el Presidente perdió el respaldo de un Congreso mayoritario y fracasó en lograr los consensos mínimos.  Sin embargo, lo que se veía como falta de liderazgo, fue más bien la dificultad para adaptarse rápidamente a un sistema político cambiante.

Sin lugar a dudas, a partir de 1997 estamos ante un proceso de aprendizaje.  Aunque las viejas reglas han dejado de operar, todavía no tenemos bien definidas cuáles serán las nuevas.  Cada partido político pasa por una etapa de reestructuración.  Los legisladores empiezan a entender qué significa su independencia.  El Poder Judicial empieza a despertar.  Aunque parece que el Presidente dejó pasar muchas oportunidades y no resolvió algunos problemas urgentes, es porque el Poder Ejecutivo es parte integral de esta transformación.  Al final de cuentas, tuvimos un Presidente que puso el país delante de su partido, que entendió que no podía detener la transición hacia la democracia y la modernidad de nuestras instituciones políticas.  No resultó un político brillante, pero tampoco se quedó a la deriva.  Igual en este terreno, debemos reconocer en el balance más factores positivos que negativos.

Sin embargo, esto no significa que ignoremos los puntos negativos.  El deterioro de la UNAM, la propagación de la cultura del no pago, la situación en Chiapas, el fracaso del Renave, la impunidad con los coches chocolate y la inseguridad que padecemos en las calles, son apenas algunas muestras de los puntos negativos del sexenio.  Pero no podemos simplemente culpar al Presidente, sin situarnos en medio de la transición política que vivimos.  Como Presidente, Ernesto Zedillo ha sido sumamente fiel a sus propias convicciones.  Algunos le podrán criticar por sus pensamientos neoliberales o por algunas posturas específicas.  Sin embargo, estas son diferencias ideológicas que todos tenemos y debemos expresar en una sociedad cada vez más democrática.

Las cualidades más sobresalientes de Ernesto Zedillo son su honestidad y su compasión humanista.  Por ejemplo, el año pasado tuvo una reacción rápida y bien enfocada ante las inundaciones en el sur del país.  Ha tratado de combatir la pobreza con su programa Progresa, a pesar de que carece del apoyo amplio de muchos sectores de la sociedad.  Podemos diferir en la recomendación específica, pero tendríamos que admitir que le ha dado su importancia.  Sus cualidades menos deseadas han sido su temperamento y poca paciencia ante los medios, al igual que su poca pasión por la política a pesar de ser el Presidente.

Sin embargo, mucho más importante que nuestra opinión, que la de los analistas políticos, de los académicos o de los partidos políticos, es la del pueblo en general.  Las encuestas de opinión, como la que realiza Reforma cada trimestre, no solamente le dan buenas calificaciones, sino que su popularidad ha ido en aumento.  Todo indica que será de los pocos Presidentes que al terminar su sexenio podrá caminar tranquilamente por las calles.

No obstante, tenemos que esperar todavía un poco más antes de validar por completo esta opinión.  No solamente es cuestión de estas últimas dos semanas, sino también los primeros meses del siguiente gobierno.  Seguramente saldrán algunos trapos sucios y tendremos que averiguar de quién son.


Comentarios, observaciones y criticas al email: heath@infosel.net.mx


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