martes, 4 de enero de 2000

El Año de 1999

 

Pulso Económico


El Año de 1999


Por: Jonathan Heath®


¿Qué tan bueno o malo fue el año pasado?  ¿Cuál será su lugar en la historia?  Sin ser uno de los años más espectaculares de la década, sí resultó interesante.

Lo que anticipábamos para 1999 justo hace un año, fue mucho mejor de lo que esperábamos.  Después de haber sufrido múltiples shocks en el ámbito mundial en el transcurso de 1998, las perspectivas para el año pasado no eran muy halagadoras.  Una importante desaceleración en la economía estadounidense y problemas muy serios en Asia, Rusia y Brasil apuntaban hacia un escenario de recesión mundial.  Se esperaba que los flujos de capital disminuyeran en forma importante hacia los mercados emergentes y que los precios internacionales de los bienes comerciables (commodities) continuarían a la baja.

Precios petroleros más bajos, menos capital y menor actividad económica en el exterior significaba que el tipo de cambio se debería haber depreciado en forma acelerada, afectando a la inflación y las tasas de interés.  Dado que nuestras exportaciones representaban el único motor de crecimiento, esta expectativa ponía en duda la meta de crecimiento de 3 por ciento que proyectó el gobierno.  Igualmente, la depreciación del tipo de cambio auguraba una inflación significativamente por arriba de la meta de 13 por ciento del Banco de México.

Después de haber sufrido los efectos de la debacle brasileña en septiembre de 1998, el escenario anterior corría el riesgo de ser todavía más negativo si Brasil recurría a una devaluación de su moneda.  Por lo mismo, varios los días de angustia en enero del año pasado cuando el real brasileño se puso a flotar.

Sin embargo, empezamos 1999 con la grata sorpresa de que los inversionistas internacionales reconocían los esfuerzos de ajuste en la política económica del gobierno mexicano.  El susto proveniente de Brasil duró poco tiempo y fue reemplazado por una reacción positiva en los mercados financieros.  A partir de ese momento, poco a poco se disiparon todos los factores negativos que se habían esperado.  La economía norteamericana no se detuvo, el precio del petróleo inició su recuperación, los flujos de capital se sostuvieron y el tipo de cambio se apreció.

La desaceleración en nuestra actividad económica tocó fondo en el primer trimestre del año y después inició una recuperación paulatina.  Aunque el ritmo en la generación de empleo bajó ligeramente, no se presentó ningún desequilibrio en el mercado laboral.  Para octubre del año pasado, los registros de empleo del Seguro Social mostraban un aumento de más de un millón de trabajadores en los últimos 12 meses, mientras que la tasa de desempleo abierto llegó a su nivel más bajo desde que se inició la encuesta mensual de empleo urbano hace doce años.  La mayoría de los indicadores de salarios apuntan hacia un incremento positivo, aunque marginal, en su poder adquisitivo.

En el transcurso de las siguientes semanas tendremos la mayoría de las cifras del cierre de 1999.  Casi todas apuntan hacia una situación macroeconómica marcadamente mejor a lo que se esperaba.  El crecimiento de la actividad económica superará la meta original de 3 por ciento, cuando hace un año pensábamos que quedaría por debajo.  La inflación quedará más cerca de 12 por ciento que de la meta de 13 por ciento, a diferencia de la expectativa de consenso de casi 17 por ciento de enero de 1999.  Inclusive, una de las instituciones financieras norteamericanas de mayor prestigio arrancó el año pasado con un pronóstico de 22 por ciento para la inflación mexicana.

Sin lugar a dudas, el desempeño macroeconómico de 1999 fue mucho mejor de lo que esperábamos.  ¿Esto qué significa?  ¿Por fin hubo algo de bienestar para las familias?  Desgraciadamente no, por lo menos para la gran mayoría.

Muchos analistas hacen una distinción entre la macro y la microeconomía como si no tuvieran ninguna relación.  Es muy común oir que ya basta de prestarle tanta atención a la situación macroeconómica dado que la micro sufre un desgaste continuo.  Sin embargo, no podemos olvidarnos de que la macroeconomía es la suma de la micro.  Mientras que la macro es como el bosque, la micro representa cada árbol.  No podemos hablar de un buen bosque si no tiene algunos árboles buenos.  Cuando hablamos del PIB, nos estamos refiriendo al promedio.  De igual manera, no podemos tener un promedio creciente si todo disminuye.  Esto significa que si la macro va bien, por lo menos una parte significativa de la micro también tiene que estar bien.

El problema es más bien de distribución, es decir, de que siempre son los mismos sectores los que gozan de los beneficios así como los que les va mal.  Están en auge las empresas grandes que se dedican a la exportación, mientras que las empresas medianas y pequeñas que atienden a la economía interna todavía no han encontrado la salida.  Si algo hemos aprendido del pasado es que no debemos desatender los equilibrios macroeconómicos.  Sin embargo, también queda claro que todavía no hemos encontrado la fórmula para incorporar al resto de la economía a los beneficios generados por la apertura comercial y la globalización de la economía mexicana.

Las cifras de empleo no están maquilladas.  Es un hecho que son realmente pocos los que no tienen trabajo.  Nuestro problema no es una generación suficiente de empleos dado que los registros del Seguro Social indican que el número de trabajos aumenta a un ritmo nunca antes visto.  El problema es que los trabajos disponibles no son los que queremos para los mexicanos, ni los que generarán mayor bienestar.  Son trabajos humillantes y mal remunerados.  El desempleo abierto es muy bajo únicamente porque muchos de los que consiguen trabajo lo hacen fuera del mercado formal, sin los beneficios que marca la ley.  Todavía son demasiados los mexicanos que no tienen acceso a los servicios de salud, a una alimentación básica o a una educación que les pueda abrir las puertas de un futuro mejor.

El aspecto positivo del buen comportamiento de 1999 es que no hubo retroceso para la mayoría de los mexicanos.  Ahora queda por delante el reto de buscar que la mayoría se contagie de los beneficios que hasta ahora han estado reservados para pocos.


Sugerencias y comentarios al email: heath@infosel.net.mx


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