lunes, 13 de abril de 1998

El Petróleo y el Tipo de Cambio

 

Pulso Económico


El Petróleo y el Tipo de Cambio

Por Jonathan Heath


Durante la Semana Santa

, los precios del crudo mexicano cayeron en forma alarmante y establecieron un nuevo récord al llegar a los niveles más bajos de los últimos 20 años.
Mientras que la mayoría de los mexicanos y los periódicos del país disfrutaban las vacaciones de Semana Santa, el precio internacional del petróleo se situó por debajo del nivel mínimo que había registrado antes del acuerdo entre México, Arabia Saudita y Venezuela. Tal y como lo informó Reforma el sábado pasado, los precios del crudo mexicano cayeron hasta en 32 por ciento (en el caso del tipo Olmeca), reflejo de que todavía existe la sobreproducción mundial. El precio actual del West Texas Intermediate cerró en 15.64 dólares por barril, más de dos dólares por debajo del nivel promedio que debería de alcanzar durante el año, para que sea realista el precio de 12.50 dólares del presupuesto federal.
Si analizamos los datos de exportación del petróleo crudo, ya para febrero podemos observar una disminución de 371.9 millones de dólares con respecto al promedio mensual del año pasado en ingresos del exterior por este concepto. Mientras que las exportaciones petroleras cayeron 41.0 por ciento con respecto al mismo mes del año pasado, aún se encuentran 57.0 por ciento por debajo del mes de octubre de 1996, cuando llegaron a su nivel más elevado. Dado que el precio siguió cayendo en el mes de marzo, podemos esperar que los ingresos del mes pasado sean inferiores a los de febrero. Ahora las nuevas noticias parecen apuntar hacia un ingreso todavía menor para abril, tanto por un precio más bajo como por la reducción acordada en el volumen de exportación.
El exceso mundial de petróleo es muy superior a los montos del recorte del mes pasado. Si queremos volver a ver cierta estabilidad en los precios, tendrá que venir un nuevo recorte de igual intensidad que el anterior. En nuestro caso, tendremos que aceptar una parte importante de la responsabilidad y reducir el volumen de exportación por un monto mucho mayor al “simbólico” de 100 mil barriles diarios del acuerdo con Arabia Saudita y Venezuela. Con todo y el recorte, hoy en día estamos exportando más de 300 mil barriles diarios en exceso de los niveles de 1995.
Para México, esta crisis petrolera pudiera significar hasta 5 mil millones de dólares en divisas para nuestra cuenta corriente. Si no se da una recuperación en el precio del petróleo para mediados de año, es factible llegar a tener un déficit de 3.5 por ciento del PIB en la cuenta corriente para este año, cifra alarmante no por su nivel en sí sino por la trayectoria de un crecimiento demasiado rápido.
Sin lugar a dudas, México puede financiar un déficit de esta magnitud sin problemas. Hoy tenemos un acceso total al mercado financiero internacional y una entrada de inversión extranjera directa envidiable a nivel mundial. Pero el problema consiste en que con el paso del tiempo, nos hacemos cada vez más vulnerables a un ajuste mayor.
Un cambio abrupto en el mercado de oferta y demanda de divisas (o de dólares), como el que estamos experimentando hoy en día, puede llegar a provocar un desequilibrio macroeconómico fundamental. El mecanismo principal con que contamos para enfrentar esta situación, es el régimen cambiario de flotación. Esto significa que si en un momento dado llegaran a faltar dólares, el tipo de cambio (que no es otra cosa que el precio en pesos del dólar) se ajustaría hacia arriba hasta equilibrar el mercado.
Pero el problema que enfrentamos hoy es que cae la oferta de dólares por la baja en el precio del petróleo y no se ajusta el tipo de cambio. La semana pasada vio al dólar interbancario al mayoreo cerrar a 8.51 pesos, lo cual significa una apreciación importante con respecto a los niveles de 8.65 que observábamos el mes pasado.
¿Por qué no está funcionando el régimen cambiario? En la teoría, tenemos un régimen de flotación libre en el que el tipo de cambio refleja día a día la oferta y la demanda de dólares. En la realidad tenemos un régimen dual, es decir, dos mercados distintos con una lógica diferente en cada caso. La gran mayoría de las transacciones (que supera 2 mil millones de dólares cada día) ocurren en el mercado libre, en donde efectivamente se determina el tipo de cambio. Cualquier cambio en la oferta o en la demanda se ve reflejado inmediatamente en el tipo de cambio. En este mercado, casi no intervienen el Banco de México o el Gobierno Federal.
Sin embargo, existe un mercado paralelo al mercado libre, en donde transitan los ingresos petroleros y el servicio de la deuda pública externa. Todas las divisas que se obtienen por la exportación de petróleo son vendidas directamente al Banco de México, sin que pasen por el mercado libre. De la misma manera, todas las necesidades del Gobierno Federal para darle servicio a la deuda externa, se obtienen directamente del Banco Central, sin afectar al mercado libre.
En principio, el mercado paralelo existe por necesidad y obedece a una lógica importante. El volumen de operaciones no es muy grande pero ocurre en montos inmensos. Si el Banco de México permitiera que se realizaran en el mercado libre, habría fluctuaciones enormes, indeseables en el tipo de cambio. De esta manera se evitan variaciones innecesarias y al mismo tiempo, el Banco utiliza su reserva como un colchón para las transacciones principales del gobierno.
Esto explica por qué hemos observado una caída tan importante en la oferta de dólares sin que exista un ajuste correspondiente en el tipo de cambio. La disminución en la oferta no ha pasado por el mercado libre, sino que se ha restringido al mercado paralelo, en donde las transacciones no determinan al tipo de cambio.
Indica también que la mayor parte del ajuste del shock petrolero se va a reflejar en el tamaño del déficit de la cuenta corriente y no en el tipo de cambio. Sin embargo, toda la lógica del régimen cambiario actual descansa en que cualquier modificación abrupta en la dotación de divisas, se verá reflejada de inmediato en el tipo de cambio.
Parece ser que la situación actual marca una paradoja para la política económica.



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