lunes, 23 de febrero de 1998

El Supuesto Mito del Déficit

 

Pulso Económico


El Supuesto Mito del Déficit


Por: Jonathan Heath

Por mucho tiempo, el Banco de México sostuvo que un déficit grande en la cuenta corriente pudiera ser benéfico para la economía si su origen proviniera de inversión extranjera.  Hoy en día es necesaria una visión más pragmática.
La escuela monetarista, conocida como la más ortodoxa y dogmática, ha sostenido que un déficit en la cuenta corriente en sí mismo no es malo, dado que es resultado de una economía en crecimiento.  Si el déficit tiende a crecer, lo que deberíamos hacer es estudiar su origen para determinar si éste es deseable o no.  Si el déficit proviene de un sobreendeudamiento público, respaldado por una política monetaria expansiva, similar a las situaciones que tuvimos en los años setenta y ochenta, entonces es peligroso.  Pero el peligro no proviene del déficit en sí, sino más bien de los desequilibrios fiscales y monetarios.
En cambio, esta misma visión sostiene que si el déficit en la cuenta corriente proviene de inversión extranjera, porque México ofrece oportunidades de negocios atractivas y sostenibles, éste puede ser de cualquier tamaño.  Esta tesis la repitieron los funcionarios del Banco Central una y otra vez durante el sexenio pasado y varias veces durante los últimos tres años.
A partir de este año, el Presidente de la República cambió la composición de la Junta de Gobierno del Banco, justamente para asegurarse que esta visión tan dogmática ya no prevaleciera.  Todo parece apuntar a que el nuevo Gobernador y el Presidente comparten la visión más pragmática de que sí importa el tamaño del déficit, independientemente de su origen.
Todos están de acuerdo en que un déficit en la cuenta corriente no es un desequilibrio, ya que se puede financiar perfectamente bien con un superávit en la cuenta de capital.  Si el déficit es producido por flujos de capital, es un déficit benigno, ya que se produce porque existen buenas oportunidades de inversión en el país.  Al mismo tiempo, es un déficit que no causa problemas de financiamiento dado que éste viene por adelantado, es decir, los flujos de capital llegan primero y como resultado se produce el déficit.  Esto significa que en gran medida, las autoridades no tienen que buscar su financiamiento.
Durante todo el sexenio pasado, nos dijeron que el déficit creciente en la cuenta corriente no era motivo de precaución porque era del tipo benigno.  Había una gran cantidad de inversión extranjera que estaba llegando al país dado que México ofrecía excelentes oportunidades de negocios.  Las reformas estructurales que se llevaban a cabo daban al exterior la seguridad de que podían esperar buenos retornos sobre sus inversiones.  Sin embargo, de todos modos llegó la devaluación y como consecuencia, la crisis.

  Por lo mismo, debemos tener mucho cuidado y no volver a creer en esta línea de argumento.
Tenemos que recordar que déficit y superávit de la balanza de pagos son conceptos de flujos.  Esto quiere decir que si en un año recibimos del exterior un flujo de capital de 10 mil millones de dólares, no existe ninguna garantía de que al año siguiente podemos recibir la misma cantidad.  Los flujos de capital de inversión extranjera directa que vienen para quedarse, no son autosostenibles año tras año.  Tan fácil como llegan en exceso en un año, pueden no llegar al siguiente.
Aquí es donde esta la fuente de vulnerabilidad.  Los flujos de la cuenta corriente tardan en modificarse y por lo mismo son más estables.  Si pudimos exportar 10 mil millones de dólares en un mes dado, lo más seguro es que vamos a poder exportar una cantidad similar al siguiente mes.  Claro, existen cambios repentinos en los precios de algunos bienes, pero en lo general representan flujos muy estables.
En cambio, los flujos que comprenden la cuenta de capital no son tan estables.  No se generan los grandes proyectos de inversión en los mismos montos todos los años, mientras que pueden cambiar de destino (es decir, de país) con cierta facilidad.  Por ejemplo, podemos recibir 15 mil millones de dólares de inversión extranjera directa en 1999, mientras que la gran mayoría de los inversionistas deciden esperar hasta el año 2000 para observar cómo se desenvuelven las elecciones presidenciales.  Si nuestro déficit en la cuenta corriente es pequeño, podemos lidiar con esta situación.  En cambio, si tuviéramos un déficit más grande, estaríamos muy expuestos a un ajuste repentino.
No se puede ver al tamaño del déficit como signo de único de vulnerabilidad.  Son muchos los factores que tenemos que tomar en cuenta.  Puede ser que una gran parte de los flujos de capital que entran al país vienen porque ven en México oportunidades de negocios atractivas y sostenibles.  Sin embargo, estos flujos pueden destinarse en gran medida a la Bolsa de Valores y no directamente a inversiones productivas.  En un momento dado, estas inversiones se pueden ir y causar grandes distorsiones en los mercados de valores y de divisas.
También puede ser que una buena parte de estos flujos del exterior entren al país para financiar un déficit creciente que consiste primordialmente en un aumento en las importaciones de bienes de consumo.  Se espera que este año se dé una recuperación en los salarios (por fin).  Como resultado, podríamos observar un  repunte en el consumo y un desplazamiento en el ahorro interno.  De esta forma, los flujos del exterior únicamente vendrían a financiar al consumo.
Los países asiáticos han pasado por momentos muy difíciles a pesar de que en gran medida sus déficits fueron financiados por inversión extranjera directa.  El problema es que habían abusado del ahorro externo a través de un déficit demasiado grande.
Lo más importante de todo esto es que no podemos comprar la noción de que un déficit en la cuenta corriente puede ser de cualquier tamaño, siempre y cuando sea financiado con inversión extranjera.  Los abusos nos hacen vulnerables.  Los shocks son perturbaciones mayores que no podemos anticipar de dónde ni cuándo lleguen.  Queda claro que hoy en día nuestra prioridad tiene que ser evitar una nueva crisis sexenal.  Por lo mismo, no podemos darnos el lujo de aumentar nuestra vulnerabilidad.  Esto también significa no creer que la realidad sea un mito.

Comentarios, observaciones y críticas constructivas: Email: heath@infosel.net.mx


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