lunes, 3 de noviembre de 1997

Las Lecciones del Mercado

 

Pulso Económico


Las Lecciones del Mercado

Por: Jonathan Heaths

Los sustos de la semana pasada y sus consecuentes ajustes en el mercado bursátil, el tipo de cambio y las tasas de interés, nos han llevado a reflexionar una vez más sobre las bondades y límites de los mecanismos de mercado.  Ante el desplome de la Bolsa, muchos pidieron a gritos una intervención por parte de las autoridades monetarias y bursátiles para impedir la caída tan marcada y para evitar los ajustes subsecuentes en el mercado cambiario y en las tasas de interés.  Cuando el Banco de México anunció que no iba a realizar ninguna acción y que iba a dejar que los mercados se ajustaran por sí solos, hasta los Senadores pidieron comparecencias del Gobernador del Banco de México y del Secretario de Hacienda y Crédito Público para que rindieran cuentas.
Es cierto que los mecanismos de mercado no son perfectos y que en muchas ocasiones a través de sus ajustes dañan a personas inocentes.  Por ejemplo, el encarecimiento del dólar seguramente tendrá un efecto sobre los precios de algún producto que compra alguien de recursos limitados y que no tiene nada que ver con la Bolsa.  Las alzas en las tasas de interés tendrán un impacto negativo sobre el pago de la hipoteca de muchas familias que ni siquiera saben dónde queda Hong Kong.
Sin embargo, el mercado manda señales a través de los movimientos en sus precios acerca de la relativa escasez o abundancia de los productos.  Estos mensajes son de primordial importancia y no se deben ignorar.  Si el tipo de cambio sube es porque existe un escasez de dólares ante la cantidad de personas que quieren comprarlos.  Si el precio del dólar no subiera, entonces todavía habría más personas que los quisieran comprar y por lo mismo, se harían más escasos.
Su aumento en precio está diciendo a los compradores potenciales que piensen bien si quieren comprar más dólares porque es un bien escaso.  Por lo tanto, debemos racionalizarlos.  Dado que sería sumamente complicado administrar esta racionalización, el mercado lo hace a través de aumentos en precios.  Podríamos argumentar que no es justo ya que este mecanismo favorece siempre al que más dinero tiene.  Sin embargo, a través del tiempo no se ha encontrado una alternativa que sea mejor.
El ejemplo clásico que utilizan los economistas para explicar el funcionamiento del mercado es a través del agua y los diamantes.  El primero es un bien sumamente útil y necesario hasta para la sobrevivencia misma.  El segundo tiene un uso limitado y podríamos prescindir fácilmente de él.  Sin embargo, el primero tiene un precio sumamente bajo, mientras que el segundo es de los bienes más caros del mundo.  En este caso, lo que están haciendo los precios es mandar un mensaje de la relativa escasez de un producto.  Dado que el agua es muy abundante (en comparación con los diamantes) tiene un precio muy bajo, lo cual significa que no la tenemos que cuidar mucho.  Pero los diamantes son muy escasos, así es que no los deberían de comprar a no ser que sean sumamente importantes para quien los quiere adquirir.
Los marxistas siempre han argumentado que la falla más grande del mercado es esta inconsistencia entre el valor de uso y el valor de intercambio.  El agua tiene un gran valor de uso pero no de intercambio, mientras que los diamantes no tienen valor de uso pero si un gran valor de intercambio.  Ellos han argumentado que no es justo el hecho de que un bien tenga mucho valor y pueda hacer rica a una persona simplemente porque tiene un valor de intercambio.
Puede que sea cierto que no es un sistema justo.  No obstante, no podemos ignorar la importancia de cuidar más el uso de los productos escasos.  Por ejemplo, muchos empresarios se quejan de que las tasas de interés son más elevadas en México que en muchas partes del mundo y que por lo mismo, el gobierno debería de bajarlas.  La tasa de interés no es otra cosa más que el precio del crédito.  Dado que no somos un país con mucho ahorro interno, el crédito es un bien escaso.  Si bajáramos su precio, entonces la gente ahorraría menos y habría menos disponibilidad de crédito.
Para aumentar la cantidad de ahorro en el país, tenemos que aumentar la tasa de interés para apremiar más al ahorrador.  Para aumentar más la inversión, tenemos que disminuir la tasa de interés para facilitar más la obtención del crédito.  ¿Cuál es el equilibrio?  Justamente es el mercado el que determina el equilibrio entre la oferta (los ahorradores) y la demanda (los inversionistas).
Si el gobierno trata de intervenir en el mercado ajustando artificialmente la tasa de interés, termina por mandar un mensaje equivocado.  Si la tasa de interés es baja, habrá muchos más empresarios que buscarán realizar inversiones.  Sin embargo, habrá mucho menos ahorro y por lo tanto, menos disponibilidad de crédito.  El mensaje que mandaría el gobierno es que el crédito es abundante y por lo tanto, no hay que cuidarlo mucho.  El mensaje que mandaría el mercado a través de una tasa de interés más elevada, es que es un bien escaso y por lo tanto, lo debemos de cuidar mucho más.
En una forma imperfecta y a través de mucho ruido, el mercado se está ajustando a la nueva realidad impuesta por el derrumbe de los mercados bursátiles a nivel mundial.  Primero, muchos fondos de inversión tienen que vender sus acciones para obtener más liquidez y afrontar a sus clientes que desean retirar sus inversiones.  Al querer vender muchos al mismo tiempo, el precio de las acciones baja, mandando una señal de abundancia de acciones.  El que quiere vender a un mercado ofrecido, pierde valor.
Segundo, dado que muchas de las personas que vendieron sus acciones, ahora quieren comprar dólares, la demanda de dólares empieza a superar la oferta.  El precio del dólar (el tipo de cambio) sube mandando señal de que es un bien escaso.  Esto significa que el que lo quiere comprar debe estar dispuesto a pagar un precio más alto.  Esta es la señal correcta.
Tercero, los que compraron dólares, ahora quieren comprar Bonos de la Tesorería de los Estados Unidos.  Por lo mismo, el precio del Bono sube (lo que hace que baje su rendimiento), mandando otra vez una señal correcta.
Cuarto, al ver que el rendimiento del Bono es muy bajo, muchos de sus tenedores lo venderán y comprarán acciones dado que son muy baratas.  El ciclo se mantiene hasta que los precios se estabilicen de nuevo.
A pesar de todo, el mecanismo de precios tuvo una función que podríamos llamar justa.  El que quería vender sus acciones por pensar que podría especular con todos los cambios, perdió valor.  El que quiso comprar dólares tuvo que comprar a un precio más caro.  Al final de cuentas, el dinero regresará a los mercados que tienen los mejores fundamentos y que permiten que los precios se ajusten en forma natural.
Es en este sentido que es mejor realizar los ajustes a través de los precios y no a través de las cantidades.  No sirve de mucho tener una tasa de interés muy baja si no existen créditos.  No tiene sentido tener un dólar barato si no existen dólares.
El apostar en contra de los mercados casi siempre lleva a pérdidas enormes.  Esta es una lección que no podemos ignorar.


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