Pulso Económico
Educación Mediocre, Camino a la Corrupción
Por: Jonathan Heath
La semana pasada comentamos sobre la calidad del sistema educativo mexicano. Señalamos que los objetivos de la política educativa son muy precisos: que más mexicanos vayan a la escuela y completen más ciclos educativos. Sin embargo, el problema no es simplemente la cantidad de años de estudio, sino más bien tenemos un problema educativo de fondo: el de la calidad.
Comentamos que el problema es muy profundo y arraigado y tiene que ver con la filosofía misma de la manera que se educa en nuestras escuelas. El problema es que a lo que nos enseñan es a memorizar y no a pensar. Como resultado del artículo, recibí una gran cantidad de comentarios, tanto por teléfono y fax, como por e-mail, manifestando apoyo a esta observación. En general, no solamente están de acuerdo, sino que señalan ejemplos múltiples que subrayan la pobreza de nuestro sistema educativo.
El año pasado, comenté acerca de la política presupuestal en relación a nuestra educación. En los países asiáticos, el énfasis educativo es en la primaria. Los años básicos de la enseñanza son más generalizados entre la población y, por lo mismo, llegan a más personas. En cambio, la educación universitaria es más elitista por naturaleza. Por lo mismo, el Gobierno debería de gastar casi la totalidad de su presupuesto en extender y mejorar la educación primaria y media superior, dejando que la universitaria sea en función del sector privado o de mecanismos públicos que busquen su autofinanciamiento. Tal y como algunos me señalaron, deberíamos enseñar a nuestros niños a pensar, investigar, leer y a discutir desde pequeños.
El enseñar el gusto por la lectura es un elemento básico de nuestra educación. Por algo, las estadísticas señalan que somos de los países a nivel mundial con la más baja venta y distribución de libros. El promedio de venta de periódicos en México es más bajo que en la mayoría de los países latinoamericanos. Esto es reflejo de nuestro sistema educativo.
Un ejemplo personal puede ilustrar nuestro problema. Mi hijo, que acaba de terminar la secundaria, llevaba en su escuela una materia adicional que se llamaba Taller de Lectura. El director de la escuela pensó que era importante inculcar el hábito de la lectura en los jóvenes. Sin embargo, la maestra les puso a leer a Hamlet, una obra compleja de Shakespeare, y a Kafka, un filósofo checo muy denso. Poner a un joven a leer este tipo de obras es antipedagógico. El resultado fue que ahora a mi hijo no le gusta mucho la lectura y no lo puedo culpar.
Parte de la formación educativa tiene ue ser transmitir el gusto por el conocimiento. La lectura debe ser algo agradable y que dé una recompensa, a través de una experiencia grata. La discusión debe tener un valor muy importante dentro de la escuela, para que el alumno vea que existen diferentes puntos de vista, que pueda expresar adecuadamente el suyo y que a la vez sepa escuchar.
No solamente debemos enseñar a pensar sino también competir, a tratar de ser mejores siempre. Una persona que sabe razonar y competir es valiosa para la sociedad. Sin embargo, nuestro sistema educativo parece dejar en el alumno la ley del menor esfuerzo. Aquí un buen ejemplo lo podemos encontrar en las universidades, en donde llegan culminar no solamente todos los estudios, sino también todas las deficiencias. En vez de tener alumnos que busquen superarse y que tengan un apetito por el conocimiento, nos encontramos con una mediocridad desconcertante.
Primero, muchas universidades tienen todavía el sistema de salones en donde los mismos alumnos comparten todas las materias. Esto, en vez de fomentar un ambiente verdaderamente universitario y competitivo, simplemente refleja una extensión de la prepa. Fomenta la unidad entre los alumnos, para reducir el nivel académico a través de un frente común contra el maestro.
Segundo, muchos alumnos tienen pase automático y, por lo mismo, un nivel académico muy pobre. Otra vez el resultado es que bajan el nivel académico dado que son estudiantes mal preparados, sin ganas realmente de aprender. . Esto no es exclusivo de las universidades públicas, sino que también existe en universidades privadas de reputación, pero ligadas al mismo sistema de educación media superior.
Tercero, no se fomenta la competencia entre los alumnos sino más bien la mediocridad. Cuando el maestro deja un trabajo, lo hacen en equipo o en forma colectiva. Siempre existe una o dos personas que realizan el trabajo y el resto del salón termina por copiarlo. No les enseñan a realizar trabajos de investigación, acudir a las bibliotecas o periódicamente realizar ensayos, pero finalizando la carrera les piden una tesis formal. Este proceso es nefasto, ya que van de un extremo (de no enseñar a investigar) al otro (de pedir un trabajo final formal para titularse).
Estos contrastes los tengo muy presentes. Estudié la preparatoria en un colegio con el sistema americano. Nos enseñaron a investigar, a utilizar las bibliotecas, leer mucho, escribir ensayos o trabajos en forma rutinaria, debatir ideas y filosofías, cuestionar los conocimientos y competir por las calificaciones. Posteriormente, ingresé a una universidad privada mexicana con pases automáticos y sistema de salones, en donde mis compañeros no sabían investigas, debatir y competir. Todo el salón se ponía de acuerdo para bajar el nivel académico y tratar de aprender lo mínimo posible. Finalmente, fui a estudiar un posgrado en los Estados Unidos en una de las universidades más competitivas. El choque cultural fue inmenso..
Pero la experiencia más aguda la he adquirido a través de la docencia. Cada vez los alumnos están menos preparados y menos dispuestos a luchar por lo que realmente importa. He dado clases de posgrado en donde he tenido que repasar conocimientos básicos, que se deberían de haber adquirido desde la preparatoria. Me he dado cuenta de que no saben aplicar las teorías que vieron en otras materias.
Necesitamos enseñar a nuestros hijos a pensar, competir, investigar, debatir, leer y disfrutar de la educación. Tenemos que dejar atrás las prácticas de memorizar, de conformarse con lo mínimo, de aceptar la mediocridad y de no gozar la enseñanza. Nuestros problemas actuales de corrupción e impunidad son reflejo de los valores adquiridos a través de nuestro sistema educativo.
Todos nuestros esfuerzos por mejorar el País serán en balde, si no mejoramos la calidad de la educación.
Comentarios, observaciones y críticas al Email: heath@infosel.net.mx
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