jueves, 18 de septiembre de 1997

¿Debate o Plática de Sordos?

 

Pulso Económico


¿Debate o Plática de Sordos?

Por: Jonathan Heath

El día primero de septiembre, en su Tercer Informe de Gobierno, el Presidente de la República hizo el llamado que ya todos comentan, para sostener un debate sobre la política económica que se deberá seguir en nuestro país.  Como resultado de lo mismo, muchos ya han comenzado a discutir y a plantear sus opiniones en torno a los límites y alcances de la política actual.  La cúpula empresarial ya sostuvo su simposium y la gran mayoría de los editoriales y artículos de opinión versan sobre lo mismo.
Los primeros resultados del debate han sido francamente una decepción.  Por un lado, todos argumentan que se debe realizar un diálogo abierto y serio en donde todos tenemos que escuchar y mantener una postura flexible.  Pero la verdad es que nadie quiere escuchar, sino únicamente que lo escuchen.  Cada quien cree saber la verdad o sostener la interpretación correcta.  Aunque dicen que quieren dialogar, realmente cada quien participa en un monólogo.  Queremos que los demás nos escuchen, que sean flexibles en sus posturas y que tengan la mente abierta.  Pero no aplicamos la misma lógica hacia nosotros mismos.
Hasta ahora se han mostrado tres vertientes.  En un extremo están el Presidente, los funcionarios públicos, los representantes de la cúpulas empresariales, los banqueros, los académicos con estudios en los Estados Unidos, el FMI y el Banco Mundial.  Esta posición sostiene que el modelo actual es el correcto y que cuando mucho, necesita algunas adecuaciones menores.  Ya vamos creciendo, la inflación va a la baja, se están generando empleos y poco a poco va regresando la confianza de los extranjeros en el país.  El instrumento principal es la ley de la oferta y la demanda, mientras que los pobres ya tienen el programa “Progresa”.
Esta vertiente sostiene que no debe estar a discusión la esencia de una economía de mercado, ni la importancia de abatir la inflación.  La discusión se debería de concentrar casi exclusivamente en cuál tendría que ser el régimen cambiario, cuál el contenido de la reforma fiscal y algunos otros temas menores.
En el otro extremo tenemos a los que culpan al modelo actual de todos los males que aquejan al país.  El liberalismo a ultranza perjudica a la gran masa de la población, a través del desempleo y la merma continua de sus salarios.  Es un modelo diseñado para beneficiar a los ricos y por lo mismo, tiende a empeorar la distribución del ingreso.  La única forma de contrarrestar al mercado es a través de una mayor responsabilidad del Estado.
Esta vertiente busca una revisión a fondo de las políticas de apertura, privatización y desregulación.  El mercado no es un mecanismo confiable y por lo mismo, necesita regulación y supervisión, junto con precios controlados, subsidios y mayor gasto social.
La tercera vertiente no pertenece a ninguno de los extremos.  Es la del desinterés en los detalles y en el cómo.  Simplemente se limita a demandar resultados.  Aquí es donde se sitúa la gran mayoría de la población.  A ellos no les interesa el debate ni van a participar en él.  Pero al final de cuentas, son a quienes más les va a afectar el resultado.
El problema es que hasta ahora no existe punto intermedio en donde se pudieran encontrar los dos extremos.  Cada grupo quiere que el otro se acerque a su extremo, dado que piensa que está en lo correcto.  Para ellos el debate consiste en convencer a los demás que están bien y los demás están mal.
Veamos algunos ejemplos.
Un representante del extremo neoliberal es Roberto Salinas León.  En su columna de El Economista, Roberto ha manifestado reiteradamente la importancia de las libertades individuales, la protección de la propiedad privada, el cumplimiento de los contratos voluntarios, la libre entrada y salida de los mercados y la superioridad de las fuerzas de mercado para la asignación óptima de recursos.  Para él, parte del problema ha sido la falta de desregulación y demás reformas inconclusas.
En uno de sus últimos artículos dice que el ataque al modelo neoliberal por la oposición descansa en una ficción semántica.  Los criterios que él defiende no son parte de una agenda neoliberal de derecha, sino más bien condiciones necesarias para lograr el progreso económico a largo plazo.  Por lo mismo, una economía libre, con un Estado limitado, es la mejor y única forma para que haya bienestar para todos.
Un representante del extremo opuesto es Lorenzo Meyer.  El visualiza al modelo actual como uno en el cual predomina la “selección natural” que favorece la concentración de la riqueza y que ofrece, a nivel de discurso, el bienestar por goteo.  Pero, en la práctica las masas no tiene formar de ganar y se da un proceso de pauperización continua.
Mientras que la visión de Salinas León es que solamente el mercado puede acabar con la pobreza, la visión de Meyer es que el mercado la acentúa y promueve una distribución inequitativa del ingreso.  Estas dos visiones son diametralmente opuestas.  Simplemente no existe terreno intermedio para negociar.
Para llegar a un consenso, los que están a favor del modelo neoliberal tendrán que reconocer que el mercado no sirve para abatir la pobreza y menos la pobreza extrema.  Tendrán que aceptar que la mayoría de los mecanismos que se han utilizado hasta ahora son más bien paliativos que no solucionan el problema.  Se tendrá que hacer mucho más que los programas de bajo costo recomendados por el Banco Mundial.
Al mismo tiempo, los que se oponen al modelo actual tendrán que aceptar que los mecanismos del mercado no solamente son muy eficientes para asignar la mayoría de bienes en la economía, sino que la las más de las veces que se busca corregir sus fallas, se termina por crear problemas mayores.  Tendrán que aceptar que la inflación termina por perjudicar a los pobres y que será más fácil resolver nuestros problemas dentro de un ambiente de estabilización y crecimiento continuo.  También tendrán que aceptar la realidad de la globalización y las responsabilidades de las deudas adquiridas.
Conozco personalmente tanto a Roberto Salinas como a Lorenzo Meyer.  A los dos los respeto mucho y reconozco su inteligencia, su capacidad analítica y su entrega al debate serio.  Han llegado a sus conclusiones después de años de estudio, investigación y meditación.  Sin embargo, los dos se sitúan en los extremos del debate y nunca cederán su posición ideológica.  Como ellos, tenemos centenares de analistas serios en cada lado del debate, cada quien convencido de su posición intelectual.
Simplemente visualizan al mundo y a México en forma distinta.  ¿Funcionará el debate?  O será, simplemente, una plática de sordos.


Comentarios, observaciones y críticas constructivas:
Fax: (915) 572-8053 y Email: heath@infosel.net.mx


No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Marcha de la Economía

  Pulso Económico La Marcha de la Economía Por: Jonathan Heath ® Las autoridades monetarias han manifestado su preocupación por los efectos ...