lunes, 26 de agosto de 1996

La Política Económica en el Segundo Trimestre

 

Pulso Económico


La Política Económica en el Segundo Trimestre


Por: Jonathan Heath


Con el anuncio del crecimiento del Producto Interno Bruto de 7.2 por ciento para el segundo trimestre del año, ya empezó formalmente la etapa de recuperación económica.  Podrán algunos analistas cuestionar el hecho de que si ya pasó la recesión o no, dado que todavía muestran signos negativos y no se ha podido revertir la pérdida del poder adquisitivo de la mayorías.  Sin embargo, existe una definición exacta de lo que es una recesión y una recuperación, dentro de las teorías económicas de los ciclos de negocios.

Cuando el PIB muestra dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, formalmente se declara una recesión.  Cuando el PIB registra un trimestre de crecimiento, se dice que ya es recuperación.  Estas son definiciones exactas inventadas por los economistas hace mucho tiempo atrás.

Si alguien no está de acuerdo puede inventar otra terminología con otras reglas.  Sin embargo, no es válido cambiar la definición de algo que ya existe y es utilizado comúnmente.  En este sentido, una recesión y una recuperación ya tienen sus definiciones que se han utilizado por mucho tiempo.

Dado que ya se dio un trimestre con un crecimiento en el Producto Interno Bruto positivo, la recuperación dio su inicio.  Podrá ser una recuperación endeble, incompleta, sin poder adquisitivo, fomentado únicamente por exportaciones y sin respuesta en el mercado interno, pero al fin de cuentas, es una recuperación.

Estaremos todavía en crisis, con graves problemas en el sector bancario, con una cartera vencida todavía creciente y con una tasa de mortalidad elevada de empresas, pero sigue siendo una recuperación.

Esta recuperación se dio como resultado de una política económica restrictiva que buscó estabilizar los mercados financieros y normalizar los flujos de capital y del exterior.  La balanza de pagos se encuentra equilibrada, tanto en su cuenta corriente como en su cuenta de capital.  La inflación lleva una tendencia marcada a la baja, mientras que las tasas de interés han podido descender significativamente.  El tipo de cambio ya no muestra las variaciones tan amplias como observamos el año pasado.

La gran mayoría de los sectores manufactureros ya presentan crecimientos positivos, mientras que muchas ramas han llegado a registrar niveles históricos en su producción.  En ningún momento se dio marcha atrás en la apertura comercial, ni se introdujeron controles de cambio.  Se logró mantener el acceso a los mercados de capital para contratar nueva deuda y mantener los pagos de las deudas anteriores.

Todo esto se hizo a través de una política monetaria restrictiva y una política fiscal prudente.  Ahora falta consolidar esta recuperación y poco a poco reducir la vulnerabilidad que permanece como característica de esta recuperación.  Sin embargo, a la fecha de hoy, podría ser imprudente iniciar una etapa expansiva inducida principalmente por un cambio en la política económica.  Si hasta ahora ha funcionado, no debemos cambiar el rumbo.

Durante el primer semestre del año, el Gobierno mantuvo un superávit fiscal, es decir no gastó más de los recursos con que cuenta.  Al mismo tiempo, la política monetaria mantuvo un rumbo firme sin permitir más liquidez de lo necesario.  Las expectativas de inflación siempre fueron a la baja, acomodando una tendencia declinante en las tasas de interés

Existen algunos indicios de que el Gobierno podría estar manejando la política actual pensando que lo peor de la crisis terminó.  El Banco de México anunció un relajamiento en su postura de requerimiento de liquidez, que ocasionó casi inmediatamente una baja importante en las tasas de interés.  Esto podrá estimular la inversión y provocar un mayor crecimiento económico.  Sin embargo, podría resultar contraproducente en su lucha por abatir la inflación, provocando desajustes futuros en el mercado cambiario.  Si tomamos en cuenta que la economía está creciendo a una tasa superior al 7 por ciento, este estímulo podría ser contraproducente, dado que ocasionaría un sobrecalentamieno parecido al de 1984-85.

También parece ser que el Gobierno Federal empezará a ampliar el gasto público, dado que tiene margen para hacerlo.  Aprovechando el superávit fiscal del primer semestre, se podría incrementar el gasto para inducir mayor crecimiento económico y empezar a responder a las inquietudes sociales.  Sin embargo, al igual que con la política monetaria, no existe la necesidad de cambiar ninguno de estos parámetros, dado que la inflación ha mantenido su trayectoria a la baja y la actividad económica está respondiendo.

Va a ser importante tratar de separar las decisiones de política económica para fomentar una recuperación más rápida, de las decisiones políticas que simplemente buscan más apoyo para la hora de las elecciones.  Tenemos que recordar que el PRI está apostando fuertemente a que esta recuperación sea la forma más segura de capturar votos.  No podemos permitir que se den decisiones de fomento a la actividad económica, simplemente como medidas electorales temporales para después regresar a la necesidad de realizar ajustes mayores posteriores a las elecciones.  Esta forma de hacer las cosas la hemos visto una y otra vez, siendo que siempre lo tenemos que pagar a través de menos poder adquisitivo, menos empleo y más pobreza y miseria.

El Gobierno debe mantener la política económica actual intacta, independientemente de quién gana las elecciones del año entrante.  El crecimiento se empieza a dar y la inflación va a la baja, por lo tanto, no le muevan.  El PRI tendrá mucho que ganar y poco que perder al variar la política económica.  Sin embargo, el pueblo tiene poco que ganar y todo que perder si es que se apliquen las mismas maneras de siempre.


Comentarios, observaciones y críticas al Email: heath@infosel.net.mx


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