Pulso Económico
¿Viene Otra Devaluación?
Por: Jonathan Heath
El rumor de una nueva devaluación ha empezado a surgir por muchos lados. Mucha gente, sin entender bien la dinámica detrás de la política cambiaria actual, está tomando como un hecho que pronto habrá la necesidad de darle otra ajustadita a la moneda. Mi dentista me pregunda que si la devaluación va a ser pronto o todavía dentro de unos meses más. A la mitad del partido de tenis durante el fin de semana, mi compañero me trata de convencer de que todas mis teorías e hipótesis están equivocadas, dado que cuando se empieza a escuchar el rumor es porque ya es un hecho. Hasta mi cuñado me dice que de muy buena fuente ya le dijeron que más vale comprar dólares.
Los rumores siempre abundan en tiempo de crisis. Cuando aparece un fenómeno que no se entiende, muchas veces se busca una explicación que hace sentido a la vox populi. Aunque pueda carecer de lógica y no tenga validez teórica, el rumor se empieza a difundir. Algunas veces, estos rumores caen por su propio peso, dado que no llegan a convencer a nadie. Sin embargo, otras veces llegan a circular hasta el último rincón de la ciudad. A pesar de que muchos sociólogos y sicólogos estudian el fenómeno del rumor, cómo empieza y cómo se difunde, al final de cuentas la pregunta más importante es si es cierto.
Una devaluación se entiende como un cambio abrupto y repentino del precio en pesos del dólar, comúnmente denominado el tipo de cambio. Si el tipo de cambio varía de valor en un monto pequeño o empieza a deslizarse lentamente durante un tiempo determinado, se le llama depreciación. En otras palabras, si el peso pierde valor, se deprecia. Sin embargo, si la depreciación es grande e inesperada, entonces es una devaluación.
El tipo de cambio es simplemente el precio (expresado en pesos) del dólar, esto es, el precio de un bien determinado. Al igual que otros bienes, el precio cambia según la oferta y la demanda. Si hay un cambio repentino en la oferta o en la demanda, entonces lo más probable es que observemos una devaluación. De otra manera, el tipo de cambio se depreciará o se apreciará dependiendo de las fluctuaciones diarias en la oferta y la demanda.
En este sentido, para saber si puede venir una devaluación, tenemos que preguntarnos si pudiera darse un cambio repentino en la oferta o demanda de dólares. Anteriormente, cuando teníamos un tipo de cambio semi-fijo (o de reglas preestablecidas), el Banco de México intervenía en el mercado, comprando o vendiendo divisas, para mantener lo dentro de una banda previamente acordada. En otras palabras, mandaba dólares al mercado cuando escaseaban y los comproba cuando sobraban. Para poder realizar este tipo de intervenciones, era fundamental tener una reserva de dólares (la famosa reserva internacional). La devaluación se daba cuando el Banco de México ya no tenía dólares para vender y por lo tanto, el mercado los buscaba desesperadamente por donde fuera y al precio que fuera. Es por esto que todos se fijaban en el momento de las reservas que mantuviera el Banco Central.
No todas las devaluaciones se han dado cuando se acaban las reservas del Banco Central. En noviembre de 1987, el Banco de México decidió dejar de vender dólares al mercado a pesar de que tenía un acervo elevado de divisas. La idea en aquel momento era la de elevar el precio del dólar para evitar que las reservas se agotara, como un preámbulo al programa de estabilización que estaba a puno de instrumentarse.
Sin embargo, la dinámica detrás de la determinación del tipo de cambio ha cambiado. El Banco de México ya no interviene en el mercado como antes para garantizar un nivel o rango dados. De hecho, el nivel de reservas que mantiene el banco, descontando lo que se debe al FMI (activos netos internacionales), es muy bajo. El tipo de cambio se determina básicamente a través de la oferta y la demanda diarias que existen en el mercado.
No obstante, mucha gente todavía piensa que el Banco de México interviene en el mercado en una forma u otra. Piensan que la reciente apreciación del tipo de cambio es el resultado de una política deliberada por parte del gobierno. Resulta difícil convencer a estas personas de la existencia de un régimen cambiario de flotación.
La razón por la cual piensan que pudiera devaluarse pronto la moneda, es una combinación de factores: la apreciación observada le ha restado al peso una parte importante de la competitividad que se ganó con la devaluación de 1994; el tipo de cambio ha permanecido muy estable ante un elevado diferencial de inflación con el exterior: las importanciones han empezado a crecer, incrementando la demanda de divisas; y, las tasas de interés están demasiado bajas, haciendo que las inversiones en pesos ya no sean atractivas.
¿Son éstas razones suficientes para causar una devaluación? Para esto tendrían que ocasionar un cambio grande y repentino en la oferta o la demanda y no un cambio gradual. La respuesta, estrictamente hablando, es no. Los fundamentos del mercado están donde deben estar, es decir, el mercado se encuentra en equilibrio y mantiene básicamente una oferta similar a la demanda. Si empiezan a aumentar las importancias, causan un aumento en la demanda de dólares, entonces el tipo de cambio se depreciará, pero no necesariamente habrá una devaluación. En otras palabras, podríamos observar un cambio lento y seguro en el tipo de cambio, más no un cambio grande y repentino.
A todo esto le faltaría algo para ocasionar una devaluación. Ya no puede ser un agotamiento de las reservas, dado que el régimen cambiario es de flotación. El elemento que faltaría seria la percepción del mercado. Si pensamos colectivamente que viene una devaluación, empezaríamos a demandar dólares rápidamente antes de que nos suban el precio. Habría una devaluación, no porque se necesite, sino simplemente porque la misma percepción del mercado la motivó. De todas las razones para una devaluación, esta es la más peligrosa, dado que no se puede predecir, ni obedece a ninguna teoría.
Hoy en día, no existe ningún desequilibrio en el mercado, ni es necesaria una devaluación. Sin embargo, si nadie cree en esta afirmación, poco podemos hacer ante el rumor. La percepción de la gente es más poderosa que el razonamiento o la teoría.
En pocas palabras, de nosotros depende.
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